Joshua

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<<Bien, al chico con el que salí le salieron tentáculos de la espalda y apresó a dos muchachos que se estaban drogando>>, pensó Joshua. <<Sigue sin ser la cita más rara que tuve>>.

Un patrullero con dos uniformados se llevó a los jóvenes, al tiempo que Santiago hacía desaparecer sus órganos alargados detrás de su espalda.

Joshua guardó una distancia prudencial de todos los hechos y un silencio tan marcado que fácilmente podría sospecharse que se había marchado.

- Sé que tendrás muchas preguntas - le dijo Santiago, cuando finalmente volvieron a quedar a solas. - No quería que vieras esto de mí en mi primera cita.

- ¿Qué es lo que acabo de ver? - preguntó Joshua. - Porque no tengo idea.

- Foxy es un problema social - señaló Santiago, hacia el lugar donde había estado el patrullero. - Es un chico que la pasó muy mal en su casa durante toda su infancia y ahora se ha convertido en una verdadera molestia para el pueblo. Entra y sale de prisión una vez por semana.

- Es muy interesante la vida de Foxy y podemos debatir por horas todos los conflictos socioculturales que tiene, pero yo me refería a los tentáculos que te salieron de la espalda.

Santiago se rio como si hubiera sido descubierto. ¿Acaso esperaba que no se diera cuenta?

- De acuerdo - dijo al fin. - Prométeme que no lo comentarás por ahí. Lo usé como un recurso para no implementar la fuerza física.

- Pero, ¿qué es lo que es?

La poca capacidad de Santiago por ir directamente a la información que necesitaba, lo estaba alterando.

- No lo sé, Joshua - respondió el policía. - Comencé a experimentar esto hace unas semanas. Sentí que de mi espalda salían estos tentáculos y descubrí que los podía manejar a mi antojo. Creo que sufrí alguna especie de radiación o algo así.

- Los tentáculos, ¿desaparecen de tu espalda o quedan siempre ahí?

Como si hubiera sido una especie de invitación erótica, Santiago se quitó su camisa color crema y se giró para que Joshua pudiera ver su espalda.

- Aparecen si quiero - confirmó.

Y para demostrarlo, dos pequeños tentáculos de color gris oscuro salieron de sus omóplatos. Se movían al compás de una canción que no sonaba. Luego, volvieron a ingresar dentro de su cuerpo.

Santiago se volvió a girar hacia Joshua, pero no volvió a ponerse la camisa. Debía de disfrutar el mostrar su abdomen marcado ante la menor oportunidad que tuviera.

- ¿Crees que soy un monstruo? - preguntó.

La pregunta era una falsa modestia. Una forma de que Joshua le confirmara, como si necesitara del halago, que no era ningún bicho feo.

- He visto un par de monstruos y tú no eres ninguno de ellos - respondió, dándole el gusto. - Y creo que sé lo que te pasó.

- ¿Ah, sí? - Santiago cambió el semblante seductor por uno de preocupación. - ¿Qué crees que es? Porque no fui a un médico ni nada. Dime que no me estoy muriendo o algo así.

- No. Hace unas semanas fue liberado algo en Bahía Ausente. Algo poderoso. Una especie de magia muy oscura. Y creo que es lo que causó tu extraña mutación.

- ¿Cómo sabes eso?

- Porque lo liberamos con mis amigos - recordó Joshua. - Sin querer, por supuesto. Pero a partir de entonces, he visto cosas extrañas en el pueblo. Estamos intentando localizar al hombre que generó todo esto, pero no hemos tenido suerte.

- Bueno, ahora tienes un contacto policial que puede ayudarte - se ofreció Santiago. - Y encima tengo tentáculos.

Ambos se rieron por el ingenioso comentario.

- No pensé en terminar así la noche - confesó el policía.

- ¿Cómo esperabas terminar la noche? - preguntó Joshua, con un dejo de picardía.

Santiago se acercó hacia él, atrayendo sucintura a la suya con sus brazos. Entonces, sus labios finalmente se estrecharon.    

El Amigo Invisible (Compendio #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora