Bruno

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- ¡No puedo creer lo que hice! - exclamó Bruno, lleno de euforia. - ¡No puedo creer lo que hice! ¡Nos meteremos en tantos problemas si nos descubren!

Nathan se rió como si estuviera frente a una criatura.

- Sólo estamos nadando desnudos - se encogió en hombros y comenzó a nadar a su alrededor. - A lo sumo nos llamarán la atención.

De repente, Bruno se sintió poderoso. Como si al entrar en el agua hubiera nacido de nuevo. Una pervertida idea se le cruzó por la cabeza y, por primera vez en toda su vida, no la reprimió.

- ¿Y si nos descubren haciéndolo? - propuso.

Nathan volvió a sonreír. Era un muchacho muy atractivo cuando lo hacía.

- Oh, ¿quieres hacerlo? - dijo, llevándose una mano al pecho, fingiendo sorpresa. - No estaba preparado para esto. Me ruborizas.

- Yo tampoco estaba preparado - confesó Bruno.

No lo estaba, pero en ese momento sí.

Tomó a Nathan de la cintura y lo atrajo hacia él. El chico rubio no se resistió.

Se dieron un apasionado beso, el primero que Bruno buscaba activamente. El miedo de ser rechazado y el temor de no ser comprendido, de repente se esfumaron de su organismo como un virus del que fue curado.

Los miembros chocaban bajo el agua, estimulándose y creciendo con cada roce.

- Parece que alguien sí estaba más preparado de lo que creías - se burló Nathan.

Nathan tragó aire y se sumergió en el agua.

Sintió al instante el calor de la boca de Nathan succionando su miembro. Suspiró de placer, entre risas, mirando hacia todos lados, con un pequeño temor que alguien los vea.

<<Que lo descubran>>, pensó Bruno. <<Que descubran que no tuve miedo por primera vez en mi vida>>.

Nathan volvió a salir para respirar.

- Lo puedo hacer mejor fuera del agua - comentó. - Lo prometo.

- Creo que lo hiciste de maravillas de todos modos - lo alentó Bruno.

Se rieron y volvieron a besarse, pero de repente, algo en la expresión de Nathan se modificó.

- ¡Oh, no, no! - exclamó.

Bruno se giró rápidamente hacia el horizonte. Temía que los hubieran descubierto. Pero al no ver a nadie cerca, sólo pudo pensar que se trataba de Nolan, el niño fantasma.

- ¿Qué sucede? - preguntó.

- Está en la cascada - comentó Nathan, comenzando a nadar con velocidad. - ¡Bruno! ¡Nolan se va a caer!

En ese momento, Bruno pensó que hubiera sido indicado advertirle que Nolan era un fantasma y que no tenía que acercarse hacia una muerte casi segura.

- ¡Nathan! - exclamó Bruno, comenzando a nadie detrás de él. - ¡Espera!

- ¡Tenemos que salvarlo! - gritó Nathan.

- ¡No es real! - gritó Bruno.

Pero Nathan no lo escuchó. Continuó nadando hacia la cascada, donde el imponente ruido del agua cayendo y haciendo espuma al chocar contra las rocas, comenzó a escucharse como si hubiera recuperado el repentino poder de la audición.

Las aguas comenzaron a dejar de ser tan pacíficas.

<<Se va a matar y va a ser mi culpa>>, pensó Bruno.

Le parecía algo injusto que muriera una persona que tanto le había enseñado sobre la vida con apenas unas pocas charlas.

Sintió el peso del agua. La corriente comenzaba a empujarlo hacia el precipicio. Nathan continuaba nadando hacia allí, desesperado por rescatar al niño que no existía.

- ¡Nathan! - volvió a gritar Bruno, nuevamente en vano.

La corriente comenzaba a ser más fuerte.

Bruno observó los carteles rojos que prohibían el ingreso a aquella zona, advirtiendo que había una cascada.

No era un experto nadador, pero se defendía bastante bien. Claro que no estaba preparado para aquel ritmo y, poco a poco, fue perdiendo el equilibrio y sus fuerzas.

Se comenzó a desesperar.

- ¡Te tengo! - exclamó Nathan, tomando al niño invisible de un brazo y dirigiéndose hacia la costa. - ¡Lo tengo! ¿Bruno?

Bruno quiso volver, pero el agua se lo impidió.

- ¡Bruno! - exclamó Nathan.

Quiso gritar, pero sólo entró agua por su boca.     

El Amigo Invisible (Compendio #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora