Melissa

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No pudo evitar hacer un gesto de asco cuando vio que Luna y Ángel se hablaban como si sus capacidades lingüísticas hubieran sufrido una regresión a los 3 años.

<<¿Por qué me hacen esto en pleno desayuno?>>, se lamentó Melissa, a punto de romper a llorar. <<¿No pueden esperar a media mañana? ¿O a que me muera? Soy más grande que ellos. Seguramente moriré antes>>.

Luna le había convidado una cucharada de su cereal a Ángel, sentado enfrente, y el muchacho con ortodoncias le había devuelto el gesto.

- Tu desayuno está más rico - dijo Luna.

- No, el tuyo es más rico - respondió Ángel.

- ¿Quieres que intercambiemos? - preguntó la chica.

- Ay, por el amor de Dios, es el mismo maldito desayuno - exclamó Melissa con indignación.

Pero los nuevos enamorados del Campamento de Verano de Bahía Ausente, la ignoraron.

Valeria, la capitana del equipo Rojo y testigo de aquella atrocidad, le dedicó una mirada de reojo, pero no opinó nada.

- ¿Ustedes piensan desayunar mucho tiempo? - preguntó Luna a sus dos amigas.

- Lo que dure el desayuno, Luna - respondió Valeria. - ¿Por qué?

El tono de voz indicaba que Valeria, pese a no decir nada, también estaba irritada. Era fácil reconocer los timbres de irritación de la muchacha, puesto que los usaba casi en la totalidad del día.

- Quería mostrarle a Ángel algo sobre nuestra habitación - dijo Luna, con una indiferencia que no ocultaba su entusiasmo. - Hay algo raro ahí.

- Oh, sí, me dijiste - dijo Ángel, adoptando una expresión pensativa, como si hubiera un problema en la habitación que él debía resolver por ser uno de los pocos hombres heterosexuales del campamento. - Recuerdo que quedamos en que lo iba a ver esta mañana...

- Tenemos que solucionarlo ahora - comentó Luna, poniéndose de pie.

- Claro - dijo Ángel, incorporándose al mismo tiempo.

Los dos chicos salieron corriendo hacia la habitación, dejando todas las sobras de su desayuno para que otro lo limpiara.

- ¡Al menos usen el colchón de Luna, por el amor de Dios! - rugió Melissa, a los amantes fugitivos. Se volvió hacia la capitana con un gesto de fastidio. - Si tenían que arreglar algo, te puedo asegurar que Ángel al menos ya llevaba la herramienta consigo.

Valeria dejó su desayuno al instante.

- ¿Por qué te irrita tanto esto? - le preguntó.

- Porque es Luna y está feliz - afirmó Melissa.

- Pero es tu amiga. ¿Acaso no deseas que tus amigos sean felices?

- Valeria, por supuesto que no - se lamentó Melissa. - ¿Por qué desearía algo así? Lo bueno es que ella es Luna, así que es cuestión de tiempo hasta que lo estropee y todo vuelva a retomar su curso normal.

Como si la mañana no hubiera comenzado lo suficientemente mal, Edgar Villas, jefe y coordinador de todo el campamento, se sentó en el lugar vacío que dejó Ángel, al lado de Valeria.

- Burgos - dijo, mirando a Melissa. - Vamos tres semanas en este campamento y no te has tomado ni un día libre.

- Supongo que merezco un aumento entonces - propuso Melissa.

- Ni lo sueñes - respondió el jefe. - Tómate los tres días que te corresponden. Uno por cada semana que llevamos aquí.

- ¿Por qué? - chilló Melissa. - No quiero irme.

- Y yo no quiero que te quedes. Después van a pensar que soy un explotador que no le interesa el bienestar de mis empleados.

- Pero Edgar, eres un explotador que no le interesa el bienestar de sus empleados.

- ¡Qué injusta eres! - exclamó Edgar, volviéndose a incorporar con la teatralidad que lo caracterizaba. - ¡Con todo lo que hago por ustedes! Tómate tres días, Melissa.

Y se fue hecho una furia.

Melissa se volvió a mirar a Valeria, quien boquiabierta no daba crédito a la histeria de Edgar.

- ¿Ves las cosas malas que me pasan cuando Luna es feliz? - le preguntó.

- Arma tu bolso - comentó Valeria, intentando calmar las aguas. - Te llevaré hasta tu casa.

- Ni sueñes que voy a entrar en nuestra habitación hasta que Luna y Ángel no salgan de allí - señaló Melissa. - Ni antes de que la desinfecten. 

El Amigo Invisible (Compendio #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora