sera el fin

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Deku llegó con una sonrisa a informale a su jefe que logró completar su trabajo con éxito, incluso personalmente se aseguró que la invitación llegará a sus manos.

Katsuki tenía que admitirlo, era un logro impresionante, pero no se lo diaria, menos cuando la razón de darle esa tarea, era retenerlo a su lado, a él que mierda le iba a importar donde vivía alguno de sus socios o si no asistía por un error  en la entrega de la invitación.

Pero ahí estaba ese chico de ojos brillantes habando sin para de lo difícil que parecía y como tubo que seguir pista tras pista, una completa tontería que no escucho en absoluto y que mejor manera de callarlo que con un beso.

Se besaron mucho aprovechando que nadie estaría cerca ya era la hora de salida y pocos seguían en el edificio.

Caminaron tomados de las manos, afortunadamente Deku no le menciono nada sobre una renuncia.

- Kacchan hoy iré a mi casa - le dijo tímido al salir de la empresa.

- claro vamos a casa - era hermoso decir eso, sentir que tenían un lugar para ellos dos, sin nadie interfiriendo, solo ellos.

- no, me refiero a que iré a mi departamento, ahora - soltó su mano y lo vio desido.

- bien te llevaré vamos - indico el estacionamiento donde estaba su auto, lógicamente no permitiría que se fuera en un taxi solo.

- gracias - con sus mejillas sonrojadas lo siguió, tomando su mano de nuevo, como si no pudieran pasar más de cinco minutos sin tocarse.

El camino fue tranquilo, cómodo, agradable, no tenían que tocarse para estar en calma el uno con el otro.

Al llegar, se estacionó frente al complejo de departamentos, antes de bajar Deku lo beso a modo de despedida, pues no solía ser el que iniciará el contacto salvó que realmente deseara acercarse a él.

Como si fuera posible que Kacchan lo dejara irse solo así de simple.

Bajo con él del auto, tomando su mano lo guió, ya se sabía de memoria el camino.

Entraron al apartamento que fue testigo de su primera vez, apenas se serró la puerta el peliverde ya estaba contra la puerta siendo devorado a besos.

Estar los dos solos con una cama llamándolos era demaciada tentación y perdiendo el control empezaron a besarse cada vez queriendo más, mucho más.

Pero fue el ojiverde quien lo empujó para liberarse de esa prisión, se alejó unos pasos y le ofreció comida, agua, sinceramente no sabía si tenía comida o no, solo no quería ser descortés.

Pero en cuanto el rubio negó, le pidió esperará un poco, fue al pequeño balcón tras la cosina y comenzó a regar sus plantas, no pensaba dejarlas morir.

Katsuki sólo veía con ilusión lo que en un futuro podía ser su vida, estando cerca de ese tierno chico su vida sería llena de color y alegría.

- serías un buen esposo - su pensamiento abandono sus labios.

- eh - inmediatamente se guiro a verlo completamente rojo.

- quizás es pronto aún, tienes que trabajar en lo que te gusta, no es el momento de hablar de familia - rasco su nuca por ser insensible y desirlo de esa manera.

- mi madre deseaba verme casado, con una mujer - aclaro lo que quizás era obvio - quería tener nietos, nunca podré dárselos - sabía de su orientación desde muy joven, nunca se lo confesó a su madre para no matar su ilusión.

- quien dice que no podemos - lo acerco a su pecho y lo abrazó - por verte feliz, lo que me pidas - sus palabras eran ciertas haría cualquier cosa por verlo feliz, lo amaba tanto, que vería el cielo arder con tal de hacer sonreír a su amado.

el lazo que nos uneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora