Las dos semanas de vacaciones pasaron rápido, dejar a mi hermano nuevamente en su colegio fue toda una hazaña. Primero, empezó con que no quería levantarse, una vez que lo había logrado, no quiso desayunar y gracias a Meli, logramos que lo hiciera. Aun no comprendo su comportamiento, la psicóloga dice que es normal en su edad comportarse de esa manera, debido a que está creciendo y debe haber cuestiones que lo molesten, pero yo sé que no es eso, conozco a Bruno y siempre fue un niño alegre.
Ahora, lo que me fastidia, es no saber qué hacer para ayudarlo. En estas semanas, hemos tratado de hablar con él para mostrarle nuestro apoyo y que nos cuente si alguien o algo hace que se encuentre en ese estado, sin embargo, busca excusas o simplemente, nos ignora.
—Ya no sé, les prometí que lo iba a cuidar y siento que los estoy defraudando. —Se nota en mi voz la frustración. —Nunca antes se había comportado de esta forma, por favor, ayúdenme. —Escondo mi rostro en mis manos.
La mañana no está tan fría, pero de todas formas continúa siendo invierno y es inevitable no estar abrigado. A pesar de mi edad, sigo usando mis gorros de lana, son el único objeto que me abriga y deja verme algo juvenil.
—Mamá... —Miro su tumba. —Papá...—Me fijo en la de él. —Me estoy quedando sin fuerzas, ya han pasado ocho años desde que no están con nosotros y créanme, que nunca me sentí tan perdido como lo estoy. —Siento como el frío atraviesa la tela de mis pantalones, sentarme en el césped no es buena idea, pero no me importa, porque es mucho más cómodo estar así para poder hablar con mis padres. —Bruno es un chico con mucha energía, él siempre está haciendo de mis días más felices, también Meli lo hace, pero ustedes saben que el amor de un hermano no se compara con el de una pareja. —Froto mis manos buscando algo de calor. —En fin, este tiempo él estuvo algo aislado, siempre fingiendo una sonrisa, como lo salía hacer yo, ¿lo recuerdan? —Río por mi comentario y agacho mi cabeza negando suavemente. —No quiero que él sufra lo mismo que me pasó, solo es un niño y debería estar jugando, disfrutando de sus amigos, en cambio, se ha vuelto algo distante con ciertos temas, siento que me oculta cosas, no soporto verlo sufrir. —Cierro mis manos en forma de puño. —Por favor, ayúdenme a sacar fuerzas y descubrir qué lo está lastimando, no quiero que Bruno caiga en lo que yo caí. —Me pongo de pie largando todo el aire que tenía guardado. —Los amo, y prometo venir con él la próxima vez.
Camino por aquel sendero que tanto conozco.
Muchas veces he venido a verlos sin mi hermano, no es que no quiero que los vea, sino que siempre me alivia venir a contarles cómo está todo, aunque sea que no voy a recibir una respuesta de ellos.
El camino al trabajo se vuelve un poco molesto de lo normal, sin duda mi ánimo no es el mejor, siempre trato de buscar lo positivo, sin embargo, en esta ocasión, los problemas de mi pequeño me están afectado y eso que no sé de qué se tratan.
—Buenos días, señor García. —Una voz femenina me recibe a penas entro al edificio.
—Buenos días, Sofía. —Trato de poner mi mejor sonrisa. —¿Hay algún mensaje para mí? —Me acerco a ella quitándome el gorro.
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Gracias por todo, hermano © ["Hermanos" #2]
General Fiction"Crecer sin mis padres es difícil, todos a mi alrededor me miran con pena o tratan de no hacer comentarios que me duelan, pero ellos no saben que tengo el mejor ejemplo a seguir y que supe cómo enfrentar su ausencia. De bebé mi familia pasó por cosa...