Capítulo 17

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—Hijo, es hora de que despiertes

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—Hijo, es hora de que despiertes. —Sentí como acaricia mi cabello.

—Cinco minutos más. —Voltee mi cuerpo para darle la espalda.

—Nada de cinco minutos Sebastián. —Con voz firme. —Arriba o llegaras tarde. —Tomó mis pies empezando a sacarme de la cama.

—¡No! Mamá ¿qué estás haciendo? —Me agarré con fuerza de mi almohada.  —¡Papá ayuda por favor! —Mis gritos comenzaron a ser más fuertes.

—Tefy deja a nuestro hijo tranquilo. —Escuché a mi padre entrando a mi habitación.

Caí a la alfombra. Mi madre me miraba con orgulloso por su hazaña y mi padre reía entre dientes. Definitivamente no eran normales.

Miré la hora y aún tenía tiempo para una ducha.

Parado frente al espejo me di cuenta que seguía siendo el mismo chico de siempre. Cualquiera me diría que debería estar contento por tener el cuerpo que tengo, por mi estatura y por mis ojos claros. Pero mi cabeza dice lo contrario y mis compañeros también.

Me había prometido sacar todos esos pensamientos de mi cabeza, sin embargo, es difícil cuando la gente que te rodea a diario, te lo recuerda.

Deje que el agua recorra cada parte de mí, siento arder mis heridas, algunas siguen rojas y otras, ya se encuentran totalmente cicatrizadas. "Seguro todos quisieran tener los ojos celestes como los tuyos" "Eres el más alto de tu curso" "Rubio y ojos claros, ¿cómo es que no tienes novia?" Si supieran que mis cualidades, para otros, son mis defectos.

—Al fin apareces, tuve que detener a tu madre para que no te vaya a buscar. —Sonreí antes el comentario de mi padre.

—Sebas ¿qué haces con la camisa manga larga? Hará calor para que vayas con esa al colegio. —Tomó un sorbo de su café.

—Estoy más cómodo con esta y si tengo calor me subo las mangas. —Sonreí tratando de convencerla y funcionó.

Para ser octubre hacia bastante más calor de lo normal y por eso, la gente empezaba a vestirse con menos abrigo, pero no es mi caso.

Caminaba por el pasillo de mi colegio tratando de no llamar la atención de nadie. Para mi suerte, pude llegar a mi salón y ubicarme delante de todo, como siempre lo hacía. Aún era temprano por ende tenía algo de tiempo para jugar con mi celular.

"Will: Estoy en la entrada, ¿estás en el aula?

Tú: En el mismo lugar de siempre."

A los minutos de haber recibido su mensaje, un chico de mediana estatura, con ojos azules y su sonrisa radiante entra y se ubica a mi lada.

—Buenas compañero —Saludó con su particular acento.

Gracias por todo, hermano © ["Hermanos" #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora