Allison.
Tomo un trago grande de vino y toso.
—Señorita, creo que tiene que dejarlo.—dice el cantinero.
—Déjeme en paz.
Un hombre entra por la puerta y mira hacia todos lados, su mirada choca con la mía. Lo conozco. Es Travis, el amigo de Colton.
No deja de mirarme confundido y aparto la mirada. No quiero que me vea así. Con el rímel chorreado y la nariz roja.
Travis se sienta a mi lado, en uno de esos bancos altao y negros que brillan con las luces del lugar. Le pide algo al cantinero que no logro oír gracias a la música y me mira de reojo.
—¿Qué quieres?—pregunto mirándolo molesta.
—¿Te conozco?—dice y arquea una ceja.
—No estoy bromeando.—digo y vuelvo a tomar otro trago.
—Bien.—dice y le da las gracias al cantinero, que ha dejado un vaso con vodka delante de él.—¿Qué haces aquí?
—Sintiéndome como una idiota, y ¿tú?
—Supongo que también.—toma un trago grande, dejando casi vacío el vaso. Lo miro y veo una cicatriz que tiene en la ceja. Es guapo. Tiene unos provocadores ojos azules y unos grandes músculos.
—¿Qué miras?—dice y sonríe, yo también lo hago.
—Nada...—digo y toco su oreja. Él me mira asustado y bajo mi manos por su cabello hasta su cuello.
Tal vez esté algo alcoholizada, pero si sé lo que hago, y sé que lo deseo.
Voltea hasta quedar enfrente mío y me toca la cara. Su mano es grande y cálida. Me hace sentir bien. Lo beso y él me responde con más fuerza aún. Se levanta de su asiento, aún sin dejar de besarme y me carga. No sé a donde me lleva ni me importa. Él conoce éste lugar mejor que yo.
Llegamos a una habitación oscura y cierra la puerta, dejándome enfrente de él.
—Colton va a matarme.
—No pienso volver con ése imbécil.—digo y lo beso tan fuerte que siento unas punzadas de dolor en el labio. Él me jala hacia su cuerpo de la cintura, y luego, sus manos bajan hasta mi trasero, pegándome más a su cuerpo y haciendo que pierda el control.