Hablemos del agujero del suelo

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                                                                                        *  *  *

Este capítulo está dedicado a los cabrones de Twitter, que me habéis cerrado la cuenta porque, según vosotros, no tengo trece años. Muchas gracias, de verdad, equipo directivo de la plataforma, por inventaros mi edad pedazo de gansos. Ojalá ardáis en el infierno. XD

Con mis mejores deseos, la que os va a lanzar un mal de ojo y tres maleficios esta noche. ❤️

                                                                                          *   *  *

~~Narra Musi~~

Cuando me desperté tardé unos segundos en ser consciente de dónde estaba. Cuando por fin lo hice, no pude evitar sonreír mientras bostezaba y volvía a cerrar los ojos. Me di cuenta de que todavía llevaba puesta la ropa de el día anterior. Qué cansado estaba... Aún así, me obligué a incorporarme y pasé las piernas hacia un lateral de la cama, quedando sentado en el borde mirando a Sparta, que todavía dormía. Ni siquiera me había acordado de que estaba ahí al despertarme, era todo muy raro. Volver a casa después de tantos meses lo era, sobre todo si ya te has acostumbrado a vivir en la base con todos los demás. Y es que aunque sólo habían pasado unos meses desde que me marché, en ese tiempo habían pasado muchas cosas. Y todo eso me hacía sentir un extraño ahora que estaba sentado en mi cama, en mi cuarto, en mi casa con mis padres y mi vida normal. Bueno, antes lo era. Ahora... En fin; sin comentarios.

Me levanté para después acercarme a Sparta y darle un suave beso en la frente. Miré el reloj de mi muñeca, las nueve de la mañana. Pensé que era mejor dejarle dormir un rato más... ¡No, mierda! ¡No era mejor en absoluto! Di un bote en el sitio y me aparté de él. Habíamos quedado con todos los demás dentro de media hora en casa de Timba, Trolli y Mike, y no llegábamos a tiempo. A pesar de eso, no le desperté sino que salí pitando por la puerta de la habitación y bajé las escaleras. Me encontré a mi madre de frente en la puerta de la cocina, sonriendo de oreja a oreja.

- ¡Mamá! - Exclamé yo intentando no subir la voz para no despertar a Sparta mientras abrazaba a mi madre. - No llegamos a casa de Mike y Sparta todavía está dormido, vamos fatal de tiempo.

- Ya me he dado cuenta, corre y despierta a... tu novio. - Dijo mi padre riendo desde el salón.

- Tiene nombre... - Respondí yo algo molesto alzando la voz para asegurarme de que me oyese. - Y sí, sé que lo sabes y que aún así seguirás llamándole así.

- Conoces a tu padre, no sé ni por qué lo intentas. - Rió mi madre mientras rodaba los ojos. - Pero tiene razón, sube a despertarle. Yo os hago el desayuno en un momento, no vais a estar allí a la hora igualmente, pero ya estarán acostumbrados a que siempre lleguéis tarde.

Yo la imité poniéndome en su postura, con una mano en la cintura apoyando todo mi peso en mi pierna izquierda, y rodando los ojos como lo había hecho ella. Me gané una colleja por parte de mi madre, que después levantó el brazo y señaló las escaleras, indicando que subiese a despertar a Sparta. Yo me giré y troté escaleras arriba intentando no hacer mucho ruido. Giré el pomo de mi habitación y le vi, todavía dormido como un niño pequeño. Caminé silenciosamente hasta él cerrando la puerta tras mí y me senté en el borde de su cama, inclinándome sobre él para volver a besarle como había hecho antes, esta vez en los labios. Justo entonces escuché el suelo del pasillo crujir, pero antes de poder reaccionar la puerta se abrió, dejando que se oyese la voz de mi padre.

- Sparta, como Musi no sube a despertarte... Oh - Dijo nada más verme inclinado sobre él, que justo abría los ojos, para después lanzarme una sonrisa pícara. - Bueno, parece que sí se ha encargado de despertarte. 

El principio del finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora