capítulo 7

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<<2019>>

Clarke paró en seco y maldijo ¿No se lo podía poner más fácil? Ya la había guiado hasta su casa. Con lo bien que había pasado esos años odiando a Woods, incluso una vez le encendió una vela negra en plan que le saliera pene como castigo o un mostachón difícil de quitar. Se dio media vuelta para mirar a la ojiverde y volvió a maldecir en su fuero interno. Seguía estando igual de atractiva que en el instituto, quizás un poco más crecidita:

— ¿Cuánto cobras por hora?

Clarke achicó los ojos y sintió que la sangre le hervía de la rabia:

— Vete a la mierda Woods

Se dispuso a seguir su camino, pero Lexa corrió hasta agarrarla de la muñeca y detenerla:

— Clarke no me malinterpretes

La rubia rio con ironía, de otra manera no podía interpretarse y pensar que por unos segundos Lexa Woods había cambiado:

— ¿Y cómo quieres que me lo tome?

Lexa se pasó la mano por la cara nerviosa:

— No tengo don de gentes, puede que para los negocios— se defendió— quería proponerte que... te pago 4.800 dólares si pasas estos dos días conmigo— quizás si hubiera dicho una cifra más baja, hubiera cerrado el puño y se lo habría estampado en la cara, pero es que eso no lo gana ni en un par de meses— 100 dólares por hora, incluso te pago los gastos de estos dos días que estés conmigo

Clarke volvió achicar los ojos, en esta ocasión más estupefacta:

— ¿Quieres marcarte un Richard Gere conmigo Woods? Hay mujeres que aceptarían por mucho menos.

— Ahora mismo mi vida es un puto desastre vale— dijo nerviosamente— ojalá pudiera explicártelo, tuve una accidente y... y no reconozco a nadie, por alguna extraña razón eres la única a la que suelo recordar y...— se humedeció los labios, Clarke primero se fijó en ese detalle antes de caer en la cuenta de que Lexa le estaba contando un montón de incoherencias— mi dolor de cabeza desaparece cuando estoy contigo, no quiero a cualquier mujer, necesito... que... seas... tú

Clarke pareció sopesarlo, miró a la casa lujosa que había detrás de Lexa, hacía mucho que no dormía en una cama cómoda, torció los labios y dio unos golpecitos con la punta del píe al suelo mientras que con la otra pierna mantenía todo el peso de su cuerpo:

— ¿4.800 dólares?

— Mañana te daré la mitad 2.400 dólares si lo prefieres y pasado mañana los otros 2.400

Durante los segundos que permanecieron en silencio Lexa estuvo al punto del colapso. Temía que Clarke le volviera a mandar a la mierda. Si sus caminos se cruzaban siempre era por algo y no mentía a la hora de decir que era la única con la que se sentía cómoda:

— Escúchame— dijo la rubia acercándose y comenzó a darla en el hombro con el dedo índice— los límites los marco yo— Lexa estaba pendiente el dedo incide impactando contra su hombro derecho— nada de gustos raros, ni fetiches raros al estilo autonepiofilia ¿De acuerdo?

La morena la miró con una mueca de desconcierto:

— Auto ¿qué?

— Vamos antes de que me arrepienta

Dijo adelantándose la rubia. Lexa sonrió y cerró el puño celebrándolo.

Clarke quedó sorprendida con el interior de la casa. Bueno, no le extrañaba que Lexa acabara viviendo en una casa como esa, lo que sí le sorprendía es que acabara teniendo éxito en alguna empresa, es decir, no era una lumbreras en el instituto, es más, copiaba los trabajos, era una vaga. Tal como hizo Lexa quince años atrás al pasear por su habitación para cotillear, en esta ocasión fue Clarke quien paseó por el gran salón, de muebles color neutros y con diseños demasiado modernos para su gusto. Se fijó en varias fotos, especialmente una la llamó demasiado la atención. En el que salía Lexa con un vestido blanco al lado de...:

Diablesas disfrazadas de ángelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora