Epílogo

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2017

Lexa estaba sentada enfrente del ordenador jugando al solitario. Su jefa, nada más y nada menos que la Sra. Fisher no la había dado trabajo, pero como cada día, tenía que estar al pie del cañón para cubrir casi todos los puestos, el de la chica de los recados, el de ayudante, el de secretaria e incluso en más de una vez la había planchado la ropa y sacado a pasear su perro. Era una adicta al trabajo y todas las horas que ella estuviera en la oficina era las mismas horas que tenía que estar Lexa. Con razón apenas engordaba, en más de una ocasión quiso mandarlo todo a la mierda y buscarse otro empleo, pero Clarke estaba a punto de dar a luz, el sueldo de Clarke era mucho mejor eso estaba claro, pero no quería dejar todo los gastos para su mujer, así que aguantaría como una campeona, al menos hasta que Clarke pudiera regresar a su trabajo y el pequeño fuera al colegio, porque sí, iba a ser un niño y no sabía por qué, pero intuía que iba a ser un cerebrito, lo atribuía a que lo heredaría de Clarke.

Miró por encima del monitor cuando observó que la puerta del despacho de su jefa se abría, se la escuchaba hablar por teléfono y solo con eso, ya sabía que tocaría salir a algún lado:

— Sí, señor Prat, enseguida me reúno con usted

Lexa comenzó a apagar el ordenador cuando los estridentes sonidos de los vertiginosos tacones de Ontari chocaban contra el suelo. Se le puso el vello como escarpias cuando sintió la frívola mirada de su jefa sobre ella:

— Prepárate, tenemos una reunión con el señor Prat y el señor Cliffort.

La ojiverde frunció el ceño:

— ¿El cer...?— Se corrigió rápidamente— ¿El empresario que se dedica a comprar propiedades y alquilarlas a gente adinerada?

— Llamémoslo negocios— Dijo Ontari sacando de su bolso un espejito y se miró para comprobar que su maquillaje estaba perfecto— me da igual de donde sale el dinero— curvó la comisura de los labios con cierta malicia— mientras que acabe en mi cuenta me vale

Lexa intentó no poner mala cara, a Ontari la desagradaba que pusiera muecas. Se levantó cuando justo el teléfono comenzó a sonar:

— Secretaria de la señorita Fisher— Lexa pareció tensarse— Un momento Octavia, habla más despacio que no te entiendo ¿Qué luz? ¿Qué intentáis encender? ¿Qué Clarke qué?— y cuando por fin cayó en la cuenta reaccionó nerviosa, dando pequeños saltitos mientras movía una mano a lo Homer Simpson— QUE MI SEÑORA ESTA PARIENDO, VOY PARA ALLÁ— Dijo antes de colgar el teléfono y mirar suplicante a su jefa— Lo siento señorita Fisher pero mi mujer está dando a luz y...

— Lexa, puedes ir al hospital— La ojiverde asintió y se dispuso a marcharse— pero después de la reunión

La ojiverde miró alucinada a su jefa ¿le había dicho aquello de verdad? Ya podía tener el corazón de piedra para no permitir a una de sus empleadas ir al hospital para acompañar a su mujer en el parto:

— Ontari, Clarke está dando a luz

Le repitió de nuevo, como si la primera vez no la hubiera escuchado. Ontari asintió con la cabeza aunque tenía esa expresión de indiferencia que tanto sacaba de quicio a la misma Lexa:

— Ya te dije que podías marcharte al hospital después de que la reunión acabara

— Pero— comenzó a decir molesta— Es de mi mujer de quien estamos hablando, no voy a perderme el parto de mi hijo porque a ti se te antoje que te acompañe a una reunión que puedes ir solita.

— Genial— señaló la salida— ahí tienes la puerta y no te molestes en regresar.

Lexa apretó los labios y asintió con la cabeza malhumorada, se puso la chaqueta corriendo y no se iría sin antes desahogarse de lo lindo:

Diablesas disfrazadas de ángelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora