Capítulo 17

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<<2019>>

Sin casa, sin oficina de trabajo, sin trabajo más bien, Lexa se tomó la libertad y la jeta de invadir el despacho de la licenciada en derecho Niylah Green. Ya no sabía si lo permitía, por el dinero o porque realmente le estaba dando pena, se estaba comportando como una loca que habla con cuadros de vírgenes, de un día para otro tomó la decisión de quedarse sin un centavo y todo para devolverle el dinero a todos los que había dejado sin sus hogares, toda una santurrona:

— ¿Cuánto tiempo piensas ocupar parte de mi despacho?

Preguntó Green mientras preparaba unos cuantos documentos en su maletín, su caro maletín de cuero color granate oscuro. En unas horas tenía que acudir a un juzgado para defender a otro empresario corrupto. En ocasiones esa profesión conseguía que la odiaran y la tacharan de poco moralista, la pagaban para dejar libres a sus clientes ¿qué iba a hacer dejar que los encerrasen? Vaya mierda de abogada sería, por algo tenía tatuado en la espalda baja la siguiente frase "A los agentes de la ley los creó los ángeles y a los abogados los creo el diablo" no siempre defendía corruptos, puede que sea su límite, la corrupción, pues hasta el momento no se había atrevido aceptar casos como defender asesinos o violadores. También aceptaba trabajos para la acusación, aunque para el trabajo de ese día no se iba a dar ese caso:

— Hasta haber acabado con las indemnizaciones— se pasó las manos por la cara, tenía el pelo revuelto y llevaba puesto ropa deportiva horrible, a su lado tenía unos cuantos envoltorios de unos bollitos rosas rellenos de crema, en definitiva, estaba hecha un asco— ¿No necesitas una secretaria? Puedo...

— Si me lo preguntas así tan... — la miró de arriba abajo, diría que "echa un asco" pero en la noche ya se le coló en la cama y no para querer magrearla no, se puso a llorar como una cría porque le dolían los ovarios y estaba muy sensible, no podía creer que esa mujer era la misma a la que placaban con fuerza varios tíos ciclados— poco profesional

Lexa se miró y por último se olió el alerón derecho:

— Puedo vestirme bien— dijo intentando convencer a Green— puedo ponerme el típico traje de americana y faldita aburrida, el moño y las gafas de pasta, puedo ser al estilo Janine Melnitz

— Me encuentro unos cuantos casper diariamente señorita Melnitz y sin necesidad que soliciten cazafantasmas— dejó caer los hombros— Oye Lexa, si quieres puedes quedarte unos días más en mi casa, pero me gusta trabajar sola y...

— Bueno, supongo que después de ser la razón por la que Ontari y tú...

— No me la menciones— dijo con tono poco amigable— o la próxima vez, no seré tan agradable.

— Por supuesto— forzó una sonrisa— solo quería agradecer lo que estás haciendo por mí estos últimos días.

Niylah Green asintió con la cabeza, se miró en un pequeño espejito que había encima de uno de los archivadores y se manoseó el cabello, lo llevaba suelto y las ondulaciones la quedaban perfectamente, tenía puesto unos pantalones un poco acampanados color grises, un cinturón que conjuntaba con los botines y el maletín, una blusa color salmón y una chaqueta del mismo color que sus pantalones:

— Me voy— miró los envoltorios— y no me ensucies tanto el despacho

Dijo antes de salir. Esa planta era compartida por varios abogados, cada uno trabajaba de manera independiente, no como un buffet de abogados de renombre, por eso pocas veces se paraba hablar con ellos. Lo único que compartían era pasillo y una pequeña sala de espera que había a la derecha de la entrada. Aquel día no había nadie para ella, ya que ella misma prefería organizar su propia agenda, sin intermediarios, menos posibilidades de que existieran malentendidos. Abrió la puerta y... parecía que los rayos del sol comenzaban a brillar nuevamente, bueno, exagero, así es como pareció ver la vida Green cuando se topó con Clarke, al menos pensaba que Lexa dejaría de lloriquear y zampar bollos llenos de crema por un rato:

Diablesas disfrazadas de ángelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora