Quinta Realidad

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El silencio era demasiado notable en el aula. La incomodidad le daba a la tarde un toque muy dramático. Nadie decía nada ni tampoco trabajaban, simplemente observaban al sujeto principal de la conversación.

Todos estaban algo confundidos, quizá unos más que otros pero, tenía sentido para ellos, ¿Cómo podía su amigo tener una amistad con la persona que lo difamó? Simplemente no podían encajar ninguna pieza en el asunto.
No fue si no hasta que el rubio tomó la palabra.

–¿Por qué? Digo, debe de haber una razón ¿Cierto?

El de ojos amatistas jugaba con sus dedos, ¿sus razones reales? No quería profundizar ni él mismo en ellas, ¿sus razones públicas? No las había pensado. Suspiró y soltó lo primero que se le vino a la cabeza, la frase de esa noche.

–Quizá todos tenemos una mala percepción de él.

Silencio de nuevo. No era una mala razón pero tampoco les parecía suficiente para satisfacer sus expectativas.

–¡Yugi! Te hizo la vida imposible a inicios de año, fue un grano en el trasero y no lo puedes negar. –volvieron las palabras pero esta vez de parte de Tristán.

–En eso lo apoyo, tuvimos que hacer bastante para acumular las evidencias, ¿No recuerdas? Usó a Joey. –espetó Bakura, haciendo que Yugi recordara esa ocasión.

–Y le tomó fotos a Rebecca. ¿Quieres a Rebecca no es cierto? –siguió Tea. El ambiente se puso más turbio.

El ojiamatista no respondió, simplemente ladeó la mirada al punto más lejano de todas las miradas.

–Hermano, es que no lo entendemos, no es que... Bueno, es sólo que Yami te trató demasiado mal como para que te acercaras a él. –intentó destensar un poco la plática.

–Insisto... –dijo Yugi por lo bajo.– Quizá es sólo una fachada ¿Saben? Ustedes... Ustedes no lo conocen. –argumentó decidido regresando la mirada a cada uno de ellos.

Confusión. Demasiada confusión.

–¡No has estado aquí desde antes! ¡Él es capaz de muchas cosas, ha hecho demasiado! Vamos, lo saben todos aquí. –Tea se cruzó de brazos y los demás estuvieron de acuerdo con ella.

–¡Quizá lo hizo para esconderse a sí mismo!

Yugi sentía algo revolverse en su interior. Quería defender a Yami. Quería defender a esa persona que había conocido los últimos días pero también lo arrastraba el pensamiento de que había una probabilidad de que fuese una mentira.

–¡Simplemente no confiamos en él! Mantuvo a sus pies a la mayoría de la escuela, por casi cuatro años. Hizo trampa en exámenes, amenazó a muchos chicos menores, se aprovechaba de ellos. No tenía chica que se le resistiera –Tea seguía y el sentimiento empezaba a ahondar en el pecho del ojiamatista.– Y mucho más.

Las palabras de su amiga se le clavaban como agujas al menor. Algo dentro de él le decía que eso no era cierto.

–Yugi, siento decir que Tea tiene razón.

Eso fue lo último, esas últimas palabras de Marik le dieron a entender que con ellos no lograría que comprendieran su punto de vista. Tomó sus cosas y se levantó en dirección a la puerta, ya no podía seguir ahí, si lo hacía iba a morir asfixiado.

Nadie fue detrás de él y agradeció en parte. Pasó los pasillos a zancadas mientras intentaba ordenar sus pensamientos. Las ideas realistas lo perseguían como si fuesen algún mounstruo mientras que su propio criterio lo mantenía a ratos en su cordura.

Suspiró y se tragó todas sus emociones para cuando llegara a casa, ya lo arreglaría a solas.

Suspiró y se tragó todas sus emociones para cuando llegara a casa, ya lo arreglaría a solas

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