Sabes que te gusta estar aquí -capítulo 16-

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Cuando logro despegar bien mis ojos lo miro de arriba abajo, estaba en cuero y en bóxer, me quede con la boca abierta mientras él de miraba al espejo.

 — Creo que debes cubrirte, ¿no lo crees? —me tape la cabeza con la almohada.

 — ¡oh! Lo siento, lo siento. —corre a colocarse un pantalón— es que lo olvido, siempre ando así en mi casa y bueno a veces esta Miriam y ocurre lo mismo

—  ¿tenia que nombrar a la víbora? ¿Por qué? — ok, creo que no hacia falta nombrarla —digo con sequedad.

— Discúlpame no me di cuenta, soy un torpe —dijo burlón y salió hacia el pasillo que conectaba las dos habitaciones.

Aun estaba en la enorme cama de dos plazas, tirada, toda desparramada, con el borrador a mi derecha. Cuando vuelvo a observar a Justin él había cerrado la puerta y se acercada a mi con un paso firme, seguro de si mismo, aparta las sabanas y toma el borrador de ese libro el cual ya había terminado de leer — por cierto, era muy bueno. Creo que lo colocare en una de mis mejores categorías. — lo observa por unos segundo y luego lo coloca en la mesa contigua a la cama. En un abrir y cerrar de ojos el muchacho ya estaba metido en la cama, junto a mi. ¿Acaso nos hemos vuelto todos locos? ¿Que es lo que hace a mi costado?

— Te exijo que salgas de inmediato de aquí ¡YA! —chille sin éxito porque él solo sonrío y logro acercarme a él.

 — Con eso no lograras nada. Sabes que te gusta estar aquí, cerca de mi, a mi me encanta que ambos estemos así, de echo este fue mi sueño desde que te conocí, poder tenerte así… —se pauso, ¿acaso fue correcto lo que dije? No no no. — cerca de mi Daina.

Solo me calle, estaba en sus brazos no podía hacer más nada, estaba acorralada por la cosa mas bonita que me paso en estos últimos días, ¿por qué en tan poco tiempo este hombre me sedujo? ¿Se podrá decir así? «Me sedujo». Lo único que me quedo hacer es aprovechar el momento ese, ambos en la misma cama haciendo de novios falsos por la víbora.

En ese hermoso momento que creí que nada ni nadie pudiera arruinarlo alguien lo hizo irrumpiendo en la habitación. La víbora había entrado sin autorización alguna, seguro quería tomarnos por sorpresa y nada mejor que nos halla visto en la misma cama, ambos abrazados.

 — ¿qué crees que estas haciendo Miriam? —dijo él, poniéndose de pie enojado, perturbado, cansado se podría decir, ¿esta mujer ya no se cansa, no?

 — ¡ay disculpa Justin! Es que pensé que una valija mía la tenían ustedes —dijo tratando de defenderse, ¡no tiene justificativo!

 — No no, vete ¡ahora! Quiero privacidad y tú, ¡tú entras como si nada! — la voz de Justin cada vez fue más fuerte ¿que iba a hacer yo? Nada, se lo merecía.

— Disculpa no fue con intención yo solo …

 — ¡tu solo me tienes cansado! ¡siempre haciéndote la pobre santa y no lo eres para nada, solo eres una desubicada, una irrespetuosa! — la interrumpió el enojado, ya le gritaba. Yo solo me pare y trate de calmarlo.

 — Basta bebe, cálmate, déjala —le susurraba al odio, ella estaba asustada. — vete Miriam, por favor, sal de aquí. — la bruja asintió, mi corazón reía, mi conciencia decía que esto estaba mal, que yo debía ayudarla pero hoy mi corazón fue el campeón de nuevo. — basta bebe, vamos a meternos de nuevo a la cama, estemos tranquilos solos.

El solo asintió y ahí fuimos, a meternos a la cama de nuevo, el se quedo dormido en mis brazos a lo cual yo lo seguí ¿estrés de tener a Miriam todo el tiempo cerca y molestando? No lo se, creo que si.

Un ruido fuerte y claro nos despertó.

— vamos chicos abran, ¡arriba!

 — Despertamos de golpe por los gritos de Jeremy— ¡la firma de autógrafos Justin! —ahí vi como Justin brincaba de la cama a abrir la puerta. Cuando la abrió estaba Jeremy con un traje muy elegante, su esposa, «la víbora», con un elegante vestido rojo muy provocador ¿por que debía ir vestida así? Admito que le quedaba muy bien para su figura.

 — Les trajimos algo de ropa elegante —exclama la mujer con asco

 — yo tengo algo de ropa elegante para mi y Justin tiene su ropa para él —le sonrío asquerosa. Ahí estaba yo, de pijama a rayas rosado, despeinada compitiendo contra una mujer elegante, de un peinado fino, con sus labios color rojos pasión.

  — Jeremy bufo— enseguida bajamos, déjanos cambiar rápido y bajamos. —suplico Justin y cerro la puerta agarrando la ropa que traía Miriam. Me tiende lo que venia envuelto en algo así como un sobre para que la ropa no se arrugue

ni sueñes que me ponga esto — lo mire de arriba hacia abajo— vamos bebe, póntelo, después tenemos la cena con E.L James, ¡apúrate! —bufe y me metí al baño, nunca me había puesto un vestido porque sabia que con mi cuerpo me quedaría o grande o mal por mi delgadez.

Saque el hermoso vestido de su envoltorio. Era verdaderamente perfecto pero no para una mujer como yo. Me lo probé y era justo de mi talla, un hermoso vestido de color verde agua, con escote ancho que se ajusta en mi busto y luego es todo suelto, a comparación del que llevaba puesto Miriam me gusta más el que me otorgaron a mi. Había más cosas en la bolsa, unos tacones con un color diferente, eran negros, altos o como segunda opción me habían colocado unos hermosos zapatos de plataforma —los cuales me parecieron mucho mas seguros para mi que los de tacón— cuando salí estaba Justin mirándose al espejo, con ese hermoso traje color gris que resaltaba a su rebelde cabello y sus hermosos ojos. Cuando me vio por el reflejo del espejo se dio vuelta de inmediato y me quedo observando.

— esta muy bella. Ese vestido te queda hermoso, de pies a cabeza. — ahí estaba yo, como siempre frente a él, mirándolo como tonta porque verdaderamente se veía hermoso.

— Tu igual... —lo observe de pies a cabeza — te ves fenomenal, te diría que sos mi Christian Grey, pero supongo que yo no soy tu sumisa —se me ilumino la cara con una sonrisa. Él comenzó con una carcajada.

 — Ya, bajemos sino nos mataran —me tendió la mano y yo la acepte por mis tacones. Parecía una cebra bebe apenas nacida, no sabia como caminar con ellos era la primera vez que los utilizaba. Él se reía por lo bajo y yo lo fulminaba con la mirada.

Cuando el ascensor llego al último piso yo estaba desesperada, me daba la sensación de estar ahogándome. Al fin afuera de esa maldita cosa estaba Jeremy con una muy buena sonrisa, su mujer «la víbora», me miraba de arriba abajo, ¿será el vestido? ¿Me quedara mal? Lo miro a Justin preocupada.

— ¿estoy mal maquillada? ¿el vestido me queda mal? ¿estoy mal vestida? —el sonreía mientras nos acercamos a Jeremy y Miriam.

— Daina, ese vestido te queda perfecto —dice Jeremy con una sonrisa, la víbora no sabe que hacer.

— Muchas gracias, es la primera vez que me visto así. —digo algo tímida.

— Mi esposa eligió muy bien al parecer. —rodeo a Miriam por la cintura y le beso la mejilla. ¿de verdad lo eligió ella?

— Wow, ¡gracias Miriam! —balbuceo con agradecimiento, cortesía pero siempre con un poco de asco hacia ella.

— De nada —sonríe y sus dientes resaltan entre sus labios rojos pasiones. — sabia que te iba a quedar muy bien a ti —busca en su bolso— ten este labial que ira justo con tu maquillaje y con tu vestimenta —parece dulce, amable... pero no lo es.

— Gracias, tu no tenias por que hacerlo. —le sonrío, Justin mientras tanto no esbozaba una palabra solo sonreía y nos observada.

 — Bueno vamos que es tarde — parece que el pequeño hombre de mi derecha salió de su burbuja y decidió lanzar alguna que otra palabra. Todos asentimos y salimos. Hoy había dos autos ¿iré con Justin verdad? Seguramente esto fue por lo que paso el otro día.

Justin me ayudo a subir al auto, me abrazaba con cariño y dulzura, de vez en cuando plantaba un dulce beso en mi mejilla.

Cuando llegamos se bajo primero él luego se dio la vuelta por el auto hasta la puerta en la cual yo debía bajar y me abrió la puerta. Cuando salí del auto Miriam y Jeremy ya estaban agarrados del brazo para entrar.

Una vez adentro, agarrados de la mano con unos colgantes que decían “Free pass” me sentía como en el cielo o más que eso. Llevaba mi teléfono bien cargado con toda su batería y con la cámara encendida por si veía algo hermoso que podía retratar. Ya le había agarrado la mano a estos zapatos, no era difícil pero al señor Justin Bieber se le ocurrió pararse en seco. 

Al fin y al cabo ambos somos iguales. {Justin Bieber}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora