XV. La primera vez que fuimos a la feria.

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(Esta vez, el multimedia es instrumental así que no pondré letra aquí jiji. Escúchenla, es una pieza de arte)

La primera vez que fuimos a la feria estuvimos hablando por ello durante semanas, te hablé de lo maravillosas que eran las brochetas de carne y que me emocionaba tener la oportunidad de comerlas por lo menos una vez al año. Antes de que termináramos la primera vez habíamos quedado que iríamos específicamente para comprarnos unas e identificar si aquella delicia era un manjar verdadero pero cuando nos separamos creía que esa promesa había quedado en el olvido.

Incluso llegue a escribir una carta que nunca te entregué que redactaba...

«Deberías ir a la feria y comprarte una brocheta de carne aún cuando ya no estamos juntos, por lo menos las brochetas se merecen una oportunidad»

Terminé tirándola a la basura después de haberme reído a carcajadas un buen rato y de que mamá también lo hubiera hecho, era una ridiculez, una romántica y absurda ridiculez.

Pero, caminando en contra de las leyes del noviazgo, tú y yo volvimos y nos disponíamos a cumplir todas aquellas promesas que nos habíamos hecho.

Mi abuelito Emi me había ayudado a comprar una blusa que me había llamado la atención en una tienda a la que habíamos ido y decidí que era la vestimenta perfecta para aquella ocasión, sería nuestra primera cita desde que habíamos comenzado de nuevo y me entusiasmaba la idea de que todo pudiera salir muchísimo mejor que la primera vez. Era color magenta con puntitos blancos y cuello redondo, tenía un parche con lentejuelas de un par de ojos de caricatura.

Podía resultar un poco ridícula pero a mí me gustaba y no me importaba ni una pizca de la opinión de los demás.

Comencé a arreglarme tres horas antes de la hora en la que habíamos quedado, iríamos con tu primo Marcos, Ramón y Carly, una chica con un overol hermoso y un sentido de la moda muy peculiar que siempre he admirado, tanto ella como Ramón eran muy cercanos a nosotros, eran fanáticos de Stranger Things y fueron los primeros que se enteraron que habíamos vuelto.

Debido al asunto del auto, iría en micro hasta allá, por alguna razón se me hizo tarde y acabé llegando a los terrenos de la feria con el tiempo encima. De alguna forma por más que me esforzaba porque no se me hiciera tarde terminaba a las prisas.

Recuerdo que me preocupaba que te enojaras conmigo, me asustaba el hecho de que las cosas no estuvieran saliendo como lo había planeado.

¿Qué decirte? Soy una mujer que se preocupa demasiado, ese es mi defecto más notable y tal vez esa es una de las razones por las que me dejaste, no estoy totalmente segura; eres un sujeto muy indescifrable.

Cuando por fin llegué compré mi entrada, entré y ahí estaba aquel chico que tenía la suerte de llamar «mi novio».

Usabas tu típica vestimenta, estabas severamente enfadado debido a que habías llegado incluso antes de la hora que habíamos acordado, nunca te gustó la impuntualidad, ese era otro detalle de nuestra relación, aún cuando yo quería ser puntual, las situaciones no me lo permitían y solía llegar tarde a nuestras citas.

Aún así, fuiste tolerante bastante tiempo debido a que apenas estábamos iniciando de nuevo, querías soportar incluso aquellos asuntos que el verdadero tú no soportarían ni en sueños.

Aquel día fue hermoso, en toda la extensión de la palabra, la feria siempre es un ambiente colorido y lleno de buena energía, olores de comida y fritanga, luces estratosféricas de todos colores iluminando los juegos y los rostros de novios competitivos tratando de ganar premios para impresionar a sus chicas, la felicidad era palpable en el aire y era extremadamente contagioso.

Evocando a Gael.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora