Evocando a Gael.

XX. La primera vez que soñamos.

        Estamos viviendo en un sueño.
Pero la vida no es lo que parece
Todas las tristezas que he visto me llevan a creer que todo es un desastre.
Pero quiero soñar, quiero soñar.

Imagine Dragons, Dream.

Soñar es algo tan común como respirar para los jóvenes como nosotros. Todos y cada uno de los estudiantes de nuestra escuela tienen un sueño, aún si nunca lo admiten todos deseamos vivir de tal manera, algunos querrán trabajar en una oficina todo el día y adoptar en lugar de tener hijos propios en un vago intento por evadir la sobrepoblación, otros sueñan con viajar por el mundo sin establecerse en ningún lado y le tienen tanto miedo al compromiso que ni siquiera han considerado casarse en alguna ocasión. Yo tuve muchos sueños desde que era pequeña, y tristemente te conté todos y cada uno de ellos.

Cuando estaba en la secundaria quería estudiar literatura y vivir en Nueva York, trabajar para el maldito New York Times y ser de las mejores escritoras del mundo. No había considerado que NY es una de las ciudades más caras del mundo y que, además, literatura es una de las carreras que ofrece menos empleo a nivel mundial, pero aquel había sido mi sueño de toda la vida, tardé mucho tiempo en poder desprenderme de el pero en cuanto comencé a considerar todas estas cosas me di cuenta que realmente esa no era la vida que estaba destinada a tener. Muy a mi pesar, tampoco tenía idea de que podría hacer en lugar de eso, entonces me quedé sin un plan en absoluto en mi último año de secundaria.

En aquel momento de nuestra relación donde nos decíamos que nos amábamos a diario y estábamos totalmente convencidos de que vivíamos una mágica relación fuera de lo común, repentinamente, comenzamos a soñar.

No estaba segura de escribir sobre esto debido a que no es un acontecimiento como tal,  pero queramos o no aceptarlo, creo que todos alguna vez hemos soñado con alguien, tú y yo cometimos el error de hacerlo nosotros.

Para poder perdonar tenemos que admitir primero lo que hicimos.

En una ocasión cuando apenas comenzábamos a salir se me escapó decir algo respecto a que existía una posibilidad de que estuviéramos juntos en un futuro. Me dijiste que no te parecía correcto hablar de esa forma debido a que según tú, podríamos salir dañados tanto tú, como yo, en caso de que pudiéramos terminar en un futuro. Estuve totalmente de acuerdo porque era una excusa razonable, era una realidad que teníamos que tener presente por lo menos un poco.

Sin embargo, unos cuantos meses después comenzamos a hablar del futuro, olvidando por completo la regla que habíamos impuesto al principio de nuestra relación para proteger nuestros corazones.

Recuerdo más que nada aquella noche donde hablábamos de nuestros planes en un futuro cercano, te platiqué que había soñado que asistíamos al baile de graduación de la escuela, te describí mi vestido azul oscuro y tu corbata a juego. Me dijiste que aún cuando no acostumbrabas bailar mucho conmigo, sin dudarlo lo harías en esa ocasión. En forma de broma te dije que te regalaría un beso aún si ya no fuéramos pareja en ese entonces, te carcajeaste un montón debido a que no podías creer que la "Niña buena" como solías tildarme fuera capaz de decir cosas de ese tipo.

La noche avanzaba con lentitud y nuestros deseos continuaban creciendo, mis sueños eran los que nos alentaban a hablar de nuestro futuro, creo que no pude darme cuenta de ello hasta ahora que estoy escribiendo esta maldita carta recostada en un sofá de mi casa en pleno verano, y tengo un montón de tiempo para –desgraciadamente– pensar en todo lo que a ti respecta.

En fin, el punto es que desde aquella ocasión tú y yo cometimos el grave error de soñar, de hacerlo en conjunto y no por separado.

Soñábamos con tener un departamento sencillo, queríamos quedarnos en México y no irnos tan lejos de nuestra ciudad natal, así que habíamos elegido residir en Monterrey.