X. La primera vez que tuvimos una cita.

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Quisiera saber si eres tú,
Saber si te das cuenta, existo todavía.

Los Daniels y Natalia Lafourcade, Quisiera saber.

Un día nos dimos cuenta que llevábamos más de dos semanas saliendo y no habíamos ido a una cita.

Hicimos las cosas al revés, nos brincamos varios pasos debido a que no éramos una pareja normal.

Eras la clase de persona que le gustaba planificar todo, entonces siempre planeábamos nuestras salidas con antelación. En esa ocasión decidimos ir a Walmart, era una parada de la ruta de nuestro camión y era una buena opción considerando que no teníamos transporte más que el micro y el micro pasaba por ahí.

Recuerdo perfectamente cada detalle de aquella primera cita, llevabas una camiseta color azul con un dibujo de Mickey Mouse, pantalones de mezclilla clara y tus tenis deportivos color negro. Llevabas el cabello desordenado, estabas igual de feliz que yo.

Por mi parte llevaba una de esas blusas raras que siempre decías eran distintas con estampado de pasadores y cuello redondo, el clima estaba lluvioso por la mañana entonces usaba mis botas de lluvia color gris con dibujos de ciudades de USA.

Walmart no era el lugar más divertido del planeta, no te voy a decir que si lo era.

Pero lo recuerdo como nuestro lugar siempre, ahí fue nuestra primera cita y atesoro aquel recuerdo de lo que sentía en ese entonces, me sentía feliz, agradecida, no me importaba a donde fuera si tú ibas conmigo.

Ahora que lo pienso, aún si nuestra primera cita hubiera sido en los tacos de la esquina, me habría sentido igual.

Nos tomábamos la mano, observábamos ansiosos la ventana mientras el micro pasaba por debajo de aquel puente viejo antes de llegar a nuestro destino.

Caminamos hasta las mesas y compraste pizza cuadrada.

Según me contaste después esa fue la primera vez que invitaste a una chica a comer y esa es otra razón por la que ese día significaba tanto para mí.

«Yo había sido la primera» solía pensar en ese entonces.

Mientras comíamos te hablaba de mis crisis familiares y tú me contabas acerca de lo que habías vivido estando en Estados Unidos, con la clase de alumnos que también hablaban español.

Te escuchaba tan atentamente que llegaste a preguntarme si me estabas aburriendo, te respondí que no y realmente no era así.

Era increíble aquella sensación de poder descubrir a una persona que ha vivido más cosas que uno mismo, nunca me molestó que me contaras tus vivencias, de hecho creo que adoraba aquellos momentos debido al inminente aprendizaje que me proporcionabas.

Después de comer dejamos nuestras mochilas en paquetería, el boleto que nos dieron en ese entonces aún se encuentra oculto en nuestra caja de recuerdos.

Sí, esa caja siempre me devuelve a ti. Caigo rendida solamente ante aquellos buenos recuerdos olvidando por completo todo lo malo, es en esos momentos cuando me preguntó si el amor se trata de perdonar, de olvidar o tal vez ambos.

Recuerdo que fuimos caminando por los pasillos de Walmart como si tuviéramos todo el tiempo del mundo, nos tomamos una fotografía en un espejo que nos encontramos y nos besábamos cuando teníamos la oportunidad.

Ese día también iba a conocer a tu mamá debido a que iban a darme un aventón a mi casa y era algo inevitable.

Estuve nerviosa todo el día, peinándome y quitándome la coleta, colocándome pinta labios preocupada de darle una mala impresión a tu madre.

Decías que no me preocupara tanto, que tú mamá no era de esa forma, que ella no iba a juzgarme.

Y vaya que tenías razón, tu madre siempre fue un amor conmigo. Yo estaba nerviosa, me sudaban las palmas de las manos y no dejaba de limpiarlas en mi pantalón.

Pero ahí estaba ella, una mujer igualita a ti, con cabello largo color café con destellos rubios, una persona agradable, carismática, un adulto aparte de mi mamá que no juzga.

—Soy Mags—Me presenté aún cuando sabía que ella ya me conocía.

—Ailee—Respondió ella con una sonrisa.

Entonces me llevaron a casa, te fuiste a tu clase de inglés y nuestra primera cita fue un rotundo éxito.

Es triste que aquella felicidad que sentíamos, esa emoción que teníamos por salir, comernos el mundo juntos fuera efímera y tuviera fecha de caducidad.

Evocando a Gael.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora