Blockbuster

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Capitulo 27 -

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- No quiero ir papá. - dije ocultandome bajo las colchas.

No tenía nada de animos de asistir a la escuela, ¿Para que? ¿Para encontrarme con amigos molestos, novios ignoradores, & clases aburridas? Sorprendentemente, prefiría quedarme en cama.

- Leah...

- Mira, papá. Nunca en la vida falto a la escuela, no me siento bien. - me recosté de lado, mientras que el se sentaba al borde de mi cama, sobre esa colcha morada con detalles azules.

- Yo te veo de maravilla, no tienes excusa. - resoplé: Si no había razon para faltar a un día mas de aprendizaje, no se falta. Asi de simples y sin complicacion eran los argumentos de mi padre.

- Papá... - pensé en una excusa. - me llegó el periodo, y no aguanto los colicos ¿esta bien? Como eres hombre jamás has tenido que lidear con esta clase de dolores asi que...

- Shsh, calla. - dijo el, cerrando los ojos y moviendo las manos en negacion, levantandose de mi cama. Contra problemas femeninos, el no tenía barrera, y como no sabe nada sobre pastillas para el dolor menstrual o como eran en verdad los colicos, o ni siquiera de cuando tenía mi periodo, era facil verle el pelo - No quiero escuchar mas, quedate en cama. - giró sobre su propio eje, para salir de mi habitacion cerrando la puerta. Yo reí victoriosa, agradeciendole a Dios que los hombres no supieran nada de esas clases de asuntos. De hecho aquel día no tenía "nada", ni mi periodo, ni colicos, pero claro, el no tenía forma alguna de comprovarlo.

Aun seguía obscuro. En un pequeño espacio al desnudo entre mi ventana y la cortina, se veía el exterior, aun impredecible ante mis ojos. Me levanté perezosa de la cama, para apagar la luz que - Erroneamente - mi papá había dejado encendida. Una vez que cambié el interrumptor de abajo hacia arriba, la obscurida volvió a mi habitacion, haciendo que el unico modo de ver claramente fuera la luz qe emitía el poste de afuera, amarillenta y con gran potencia, suficiente como para iluminar media cuadra, o al menos un cuarto.

Me relaje sobre el colchon, intentando no pensar en absolutamente nada, respirando profundamente constantes y repetidas veces, e imaginandome como sería si nada de lo que estuviera viviendo fuera mi realidad. ¿Que pasaría si Justin jamás hubiera llegado a la Perklin? ¿Habría sido diferente? Sin lugar a dudas, todo sería un mundo distinto. Nunca hubiera adquirido aquella actitud nueva ante la perdida de mi amado, por lo que mis amigos y yo seguiríamos como hacía meses. Tampoco hubiera sufrido un punzante dolor en el pecho al escuchar alguna palabra derivada del Just. Pero tampoco hubiera vivido los que habían sido los mejores meses de mi vida. Al final todo había valido la pena; Las incognitas, las miradas, los suspiros, la corriente electricas chocar como violentas olas entre nosotros, las largas esperas, amenazas, coincidencias, caricias... Todo eso había sido un factor X para que pudieramos estar donde en aquel momento nos encontrabamos, o al menos en donde nos habíamos encontrado cuando estabamos en New York, en ese punto del elixier del amor donde no puedes hacer mas que mirar a esa persona especial, al final del día, ella es lo unico que necesitas, se convierte en tu oxigeno personal, en tu manera vivir. Como una infección viral, se cuela entre los poros de tu cuerpo impregnandote con su macabro amor. Eso es el enamoraniento, un arma letal de dos puntas que mientras te rosa de un extremo provocando placer y satisfaccion, del otro lado, te corta lenta y profundamente hasta llegar a cortar una capa de piel irrevocable. El amor es un arma de dos puntas, o controlas una, o controlas otra.

Esperé unos cuantos minutos, hasta que dieran las 6:45. A las 7:00 en punto, me levanté de la cama, llendo directamente hacia la sala, asomandome por la ventana de cristal: El nissan plateado ya no estaba, sinonimo de que mi padre y Sabrina ya estaban en camino al babycare. Despues, la tension de mi cuerpo se fue, seguida por un bostezo. Fui a mi habitación, dejandome caer sobre la cama otra vez, retomando el sueño en blanco.

- ¡Esta! - dijo casi en un grito Sabrina, estirandose sobre sus puntas para alcanzar la pelicula de "Barbie y la escula de Princesas"

- Sabrina, ¿Segura que no quieres otra? Esa ya la has visto muchas veces.

- Yo quiero esta. - renegó otra vez, y en esa ocacion, yo no intervine.

A eso de las 2 de la tarde, mi padre llegó a casa con Sabrina en las manos. Yo seguía con mi pijama aun puesta, por lo que me metí a la ducha y me cambie, solo con un Jeans, unas botas uggs (a Finales de Enero, el frio sigue como en pleno Diciembre) una blusa tipo polo, y una chaqueta aeropostales.

Al salir, mi papá me sorprende con que Sabrina quería ir a Blockbuster a Rentar peliculas, y hénos aquí...

- ¡Oh! ¡Esta! - grito mi pequeña hermana otra vez. - "Mi Villano Favorito" ¡Si!

- Sabrina, es o Mi villano favorito, O Barbie.

- ¡Ah! - lo alargó - andale ¡Lee! ¡Andale! - sus grandes ojos son todo lo que enseñaba, tan puros y hermosos, de ese color verde pino extraño en un tipo de mirar. Al final, terminé accediendo.

Me coloqué de cuclillas frente a ella.

- Ve y encuentra a papá, dile que tu ya tienes tus peliculas y que ahorita voy, ¿Esta bien?

- ¡Si! - dijo animada la pequeña de 4 años.

Sabrina salió corriendo por el pasillo. Me paré de puntas, para verla a lo lejos llegar con mi papá, pero algo mas atractivo atrajo mi atencion: "Una cabellera Dorara sobresalía a 3 pasillos de distancia de donde yo me encontraba". Esta vez, mi corazon no latio descabelladamente, como siempre sucedía cuando pensaba en el, al contrario, sentí paz interior.

En ese instante, no me di cuenta ni el porqué ni el como, pero yo estaba caminando hacia aquel pasillo para encarar a Justin. A un pasillo de Distancia, me detuve. "¿Que le iba a decir?" pensaba "No seas idiota Leah, el unico que tiene que hablar es el." y con ese ultimo pensamiento, doblé en la esquina del pasillo.

Jeans flojos negros, unos supras rojos, y una chaqueta de cuero negro ocultaban sus fornidos brazos. Entonces, mi corazon no solo latio descabelladamente, se quería salir del pecho, no me sorprendería si alguien mas escuchaba el fuerte latido de mi corzon, bombeando sangre a kilometros por hora. El no se percató de mi presencia, hasta que me encontré a 5 pasos de distancia de el. Levantó la mirada, y ambos nos congelamos en el tiempo. Ninguno habló, ninguno suspiro, solo nos veíamos el uno al otro.

- Hola. - dijo finalmente aclarando su garganta. Me quedé muda otro medio minuto.

- Hola. - contesté finalmente, Encorvando los hombros y mirando a la alfromba azul de todo el lugar.

- ¿Qu-que te tr-rae por aquí? - tartamudeo. El sonrió calidamente, no pude hacer lo mismo.

- ¿Por que me has estado ignorando? - pregunté con cierta seguiridad e ira en mi voz, que realmente me agradó. El bajó su mirada, al sentir el ardor de la mía sobre el.

- Leah, yo... - iba a hablar, pero dejé que se excusara. - necesito hablar contigo, pero en otro lugar, algo quizas un poco mas privado. - tragé gordo.

- ¿Que?¿Tan larga es tu salida de tangente? - pregunté con una risita de sarcasmo al final.

- Si. - contestó seco, y sin vida, hecho que provocaba que se me erizara la piel. - Mocaffetos, la sucursal de Elizabeth, a las 8. - miró sobre su hombro, mirando sigiloso. - por favor, necesito hablar contigo. - dijo para darse media vuelta, y desaparecer al doblar la esquina.

The Red Pawn {Justin Bieber} <TERMINADA>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora