Nadie nos está viendo ¿puedes amarme así?

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Para Jimin el estar solo en casa era común, pero claro, con 39° de temperatura, el malestar general y los escalofríos, la soledad le pesaba bastante.

Tosiendo y sintiéndose a desfallecer busca su teléfono, intentando comunicarse con su padre, aunque, no es sorpresa que esta llamada no sea atendida, pues, la fiesta en la que el hombre se encontraba era realmente importante, por lo que no se atrevería a entretener su mente en nada más, ni siquiera en su único hijo.

Con tristeza decide lanzarse en su cama, envolverse en cientos de mantas, intentando sudar, para eliminar el calor corporal que le está quemando el interior, pero nada, no surge efecto, por lo que vuelve a intentar comunicarse con alguien.

— ¿Hola? —. Dice con la voz rasposa y baja.

— ¿Jimin? —. El chico sonríe al escuchar la voz de Zico.

— Necesito un favor—.

— ¿Es urgente? —. Jimin planea responder la pregunta, pero la risa fémina en la otra línea llama su atención.

— ¿Estas ocupado? —. Pregunta.

— Bueno, Jimin, es viernes, claro que lo estoy—. Intuyendo en la situación en la que se puede encontrar Zico, Jimin cuelga.

Mueve con lentitud el teléfono entre sus dedos, mordiendo su labio, escuchando a su mente quien le dice que no lo haga, pero es su corazón y quizás la delirante fiebre quien le anima. Cierra con fuerza sus ojos sintiendo el ardor por el resfriado, mira un punto fijo en la pared buscando las fuerzas.

Juntando el valor al fin marca el número, sintiéndose nervioso. Luego de 3 pitidos es contestado.

— ¿Sí? —. Jimin sonríe un poco al oír aquella voz.

— ¿Yoongi? —. Pregunta aun sabiendo que si se trata de él.

— ¿Qué quieres Jimin? —. El chico muerde su labio sintiendo su pecho encogerse por lo esquivo que suena su ex mejor amigo.

Antes de hablar Jimin tose sintiéndose un poco peor y no solamente habla de su estado físico. — ¿Yoongi, tu madre podría venir? Necesito ir al hospital—.

— ¿Estas bien? —. La preocupación en la voz de Yoongi es clara.

— Solo es un refriado, pero creo que necesito ayuda con la temperatura—.

— ¿Estás en tu casa? —

— Sí, podrías...—. Jimin siente como la llamada es cortada y solo deja caer el celular, dejando que sus ojos se llenen de lágrimas, sintiéndose enfermo, desolado y miserable, pero comprende totalmente que se lo ha buscado.

Su cabeza se sentía estallar, el sudor le recorría el cuerpo, por lo que tuvo que quitar su camisa, no soportaba el bochorno que le acogía y el dolor en los huesos parecía querer acabar con él.

Había logrado conciliar el sueño por unos cuantos minutos, pero, un ruido proveniente de su ventana le despertó.

— Esto es genial—. Dice con dificultad, prendiendo la luz de su lámpara, observado la oscuridad de la calle y las hojas del árbol frente a su ventana moverse un poco, con el miedo comenzando a danzar por su cuerpo logra sentarse, pero un gemido de terror se le escapa cuando ve una mano sostenerse de la ventana. Él quiere correr, pero sus piernas duelen tanto que decide aceptara lo inminente, por lo mismo, se esconde entre las sabanas, rogando por que el ladrón o el monstruo no lo vea.

Pero, cuando una maldición de una voz muy conocida llega sus oídos, se descubre, viendo a Min en su ventana, quejándose.

— ¡Mierda! Lo hacías ver tan fácil—. Y es claro, muchas veces vio a Jimin bajar y subir por el tramo que uso cuando solían escaparse.

"Mejor Amigo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora