5

2K 172 136
                                    

fuera del agua. 18 de diciembre de 2017. 21:32. Terrasa.

Sintió a Raoul aferrándose a él nada más cerrar la puerta de la habitación. Y le dolió el pecho mientras acariciaba su pelo recién peinado, dejando que mojara la camisa blanca con un par de lágrimas. Había cogido su brazo y había tirado de él hasta la habitación, y casi
pudo sentir como se le partía el alma en dos cuando había preguntado el por qué, y sólo se había encontrado con las lágrimas que se agolpaban en sus ojos color miel.

- No quiero irme.

- No vas a irte. No lo sabes, Raoul.

El catalán se separó, limpiando su cara con el dorso de la mano. Avanzó hasta el fondo de la habitación, sentándose en su propia litera y mirándole de nuevo.

- No quiero irme. - repitió.

Y Agoney supo que aquella vez los tiros iban por un lugar muy distinto. Que la conversación no era la misma. Se agachó, armándose valor para coger sus manos y besarlas, escuchándole.

- No quiero irme Ago, no quiero separarme de ti. Ahora, no.

- Van a ser dos meses como máximo Raoul. - dijo el moreno con toda la dulzura que su cuerpo agotado pudo juntar.

- Ya. Pero me conozco, y sé que voy a salir allí y se me va a venir el mundo encima, y no vas a estar tú para sujetarme.

- Estaré ahí. - sonrió. - Y por favor, Raoul, no dudes de esto. No dudes de nosotros, ¿vale? Y como sigas con estos ánimos toda la noche, te juro que me pongo a hacer la gallina en el escenario para que me nominen y me pire de aquí la semana que viene para estar contigo.

- Pagaría por ver eso, la verdad.

Besó sus labios con dulzura. Y volvería a hacerlo minutos después en el bus, intentando dejar todo el rastro posible del amor que se tenían, ante el riesgo de que aquella fuera la última vez si Raoul se marchaba.

Y se marchó.

Y dos semanas después, estaba acojonado. Podría tener miedo de las dudas de Raoul, o de las preguntas que le estuvieran haciendo fuera; pero aquello no le preocupaba, al fin y al cabo se fiaba del chico y de las decenas de veces que, en la duchas o entre las sábanas, el catalán se había entregado a él tanto física como emocionalmente. Lo que le asustaba, era el vacío que sentía en el pecho y que le consumía poco a poco.

No podía ser normal, se repetía una y otra vez a sí mismo, que habiendo pasado sólo aquel periodo de tiempo juntos, le necesitara tanto. No podía ser normal que estuviera en su cabeza todos los malditos días a todas horas. Nerea le había dicho que parecía un alma en pena arrastrando los pies por la academia, pero ni siquiera ella sabía la magnitud del dolor del canario.

No podía ser normal que le necesitara tanto, tantísimo. Sabía que se estaba entregando de cabeza al peligro. Las cosas podrían ser muy distintas fuera, pero él se estaba lanzando al abismo. Se había enamorado de un metro sesenta y cinco en tiempo récord, y aunque él era tozudo y fuerte como una roca, no podía ni siquiera intentar negarlo.

Se había enamorado de Raoul. Le necesitaba. Y ya no había vuelta atrás.

dentro del agua. 18 de febrero de 2024. 12:33. Tailandia.

Sólo podía escuchar eco. No era capaz de distinguir una sola palabra. Sólo recordaba golpes, manos sobre su cuerpo, y después, un sonido ensordecedor, y la tranquilidad.

Cuando abrió los ojos, la luz le deslumbró. El dolor, antes inexistente, fue apareciendo a punzadas por todos y cada uno de los huecos de su ser. Lo sintió como una ola, tocando todos y cada uno de los centímetros de su piel, quemando sus huesos y quitándole la respiración.

Under the water ; RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora