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dentro del agua. 28 de febrero 2024. 15:42. Tailandia.

Sólo Raoul sabe la intensidad de las emociones que se arremolinan en su agotado cuerpo, estirando sus órganos y rasgando su piel. Luchando las unas contra las otras, intentando predominar en la cadena y ocupar por completo sus pensamientos.

Siente calma. Ha encontrado a Agoney y los demonios que azotaban su cabeza gritándole que le había perdido se han silenciado por fin. Está delante de él, dormitando sobre una camilla medianamente estable y conectado a decenas de cables que alteran la serenidad que su cuerpo solía desprender. Está vivo y está con él.

Siente necesidad e inquietud. Necesita llamar a su hermano y gritarle que su chico está bien, que van a volver a casa.
Pero no lo hace, a pesar de que en el hospital hay un teléfono que podrían usar si esperaran una cola de un par de horas bajo el abrasador sol. Y, ojalá pudiera decirle que van a volver a casa. Que pida un par de días libres para volver a casa de sus padres y comer todos juntos un domingo cualquiera.

Pero no. No lo hace. Porque también siente miedo. Aquella pequeña sensación que se había instalado en su cuello desde que había visto la palidez de la piel del canario esa misma mañana; y que en los próximos días se haría más y más grande, hasta conquistar cada centímetro de su ser.

Y a pesar de la batalla que se desarrolla en su mente, él sólo puede mirar a Agoney. A sus párpados amoratados ahora cerrados, al movimiento de su pecho con cada respiración entrecortada y a sus labios, resecos y prácticamente blancos. Le mira porque no puede creerse del todo que esté ahí, y que esté tan jodidamente destrozado.

- Raoul.

- Dime. - contesta sacudiendo la cabeza y mirando a Marina.

- ¿Necesitas algo? Medicamentos, cura, lo que sea.

- No. - niega el catalán. - Estoy bien, de verdad. No te preocupes.

La joven asiente, antes de besar su sien y sentarse sobre la silla de la esquina de la habitación. Deja reposar su cabeza contra la sucia pared y suspira con fuerza, agotada.

- Marina. - llama el rubio, dudoso. No sabe si debe preguntar, pero la necesidad le consume. Se siente egoísta cuando habla de nuevo. - ¿Qué pasó?

Sus ojos se clavan en él. Alza una de sus cejas y Raoul empieza a echar de menos su pelo liso y teñido. La chica sigue siendo preciosa, pero allí, rapada, pálida y derrotada, parece otra persona completamente distinta.

- ¿Cómo llegasteis aquí?

- ¿De verdad quieres saberlo?

- Lo necesito.

Ve la duda en su mirada, pero sabe que Marina va a explicarle todo. Porque él lo necesita, y porque la chica nunca falla. Y a pesar de que probablemente debería callarse, guardar silencio y preguntar meses después, en España y con ropa decente; necesita llenar el vacío que se había abierto paso en su cuerpo durante las pasadas semanas.

- Unos nativos me sacaron de los escombros. Viví las dos olas. La primera a salvo, la segunda nos golpeó.

Habla en plural pero está sola.

- No estaba demasiado mal, y ellos se dedicaban a ayudar a limpiar las carreteras durante los primeros días. La primera mañana en la que salimos recorrimos bastantes kilómetros, estábamos destrozados pero seguimos. Agoney estaba subido a un árbol, inconsciente y prácticamente muerto.

Under the water ; RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora