Cuántas cosas hemos hecho
sin saber que sería la última vez.dentro del agua. 14 de febrero del 2024. 12:36. Tailandia.
Recordó las canciones que su madre solía cantarle al oído antes de dormir. Recordó el soleado día en el que su hermana Glenda llevó a Bambi a casa.
Recordó un par de melodías, algún escenario, la melena rubia de Nerea, la gira, el Grammy de Raoul.Recordó a Raoul. Recordó sus ojos, su pelo, su mandíbula, su risa. Recordó sus manías y su forma de ser. Recordó su inocencia y su temperamento.
Recordó el día en el que le vio por primera vez. Recordó su primer beso en los baños de la academia. Y recordó el momento en el que se dio cuenta de que estaba enamorado.
Recordó aquel preciso momento, mientras él cantaba Every Breath You Take, cuando se dió cuenta de que se había enamorado por primera vez a los veintidós años, mientras cumplía su sueño.
Recordó la mirada que el catalán le había dedicado desde aquel escenario. Recordó la letra de esa canción, y recordó cómo Raoul se la había susurrado en su habitación de hotel la noche de su expulsión después de recorrerse media España para estar con él.
Recordó su primer y único amor, y abrió los ojos.
Por fin pudo sentir el fuego ardiendo contra los límites de sus pulmones, quemando su garganta y pidiendo aire a gritos. Por fin pudo sentir la fuerza del agua que le arrastraba sin piedad, los golpes contra su cuerpo, la presión a su alrededor.
Y pudo ver la luz.
Sacando fuerzas de donde no las había, se impulsó a la superficie, y respiró. Presa del pánico, intentó nadar, pero la fuerza del agua era demasiada, y sus fuerzas nulas. Giró sobre sí mismo, buscando algo a lo que aferrarse, un salvavidas, un soporte que calmara el infierno que se arremolinaba a su alredor. Intentó gritar, pedir ayuda, que alguien le socorriera. Su voz no salió de su garganta y cuando miró a su alredor descubrió que estaba solo.
Después de unos instantes que parecieron horas, sus brazos se agarraron fuertemente a un enorme árbol. Pegó su pecho contra la corteza del mismo, pero gimió de dolor al instante. A pesar de que el agua sucia no le permitía ver su propia piel, supo que fuera lo que fuera que causaba aquel dolor infernal, era grave.
Llevó su mano a su vientre, chillando en cuanto las yemas de sus dedos tocaron su propio cuerpo. Tenía que salir de allí, dudaba mucho que sus brazos aguantaran mucho más y a juzgar por el tono que adquiría el agua que le rodaba, iba a acabar desangrándose. Podía sentir los escombros cortando la piel de sus piernas y brazos, y el dolor expandiéndose por todos y cada uno de los recovecos de su destrozado cuerpo.
Intentó respirar, encontrar la manera de calmarse y las respuestas a qué hacer. Intentaba encajar las piezas del puzzle, pero nada resultaba correcto, y cuando por fin lograba completar parte de él, se daba cuenta de que faltaba una pieza. Una pieza clave, y que tenía nombre y apellidos.
- ¡Raoul! - sus gritos eran silenciados por el agua.- ¡Raoul!
Nada. Absolutamente nada.
- ¡Raoul!
Gritó con todas sus fuerzas, como si su vida dependiera de ello. Y es que probablemente, lo hacía. No podía perder a Raoul. Simplemente no podía. Porque a pesar de que no debería ser así, dependía de él. Y si aquella cabellera rubia no estaba a su lado, pilotando a su alrededor, su mundo se vendría abajo.
Cuando notó el óxido en su boca se dio cuenta de que llevaba minutos enteros emitiendo únicamente sonidos guturales, envueltos en la más pura agonía.

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Under the water ; Ragoney
FanfictionDentro del agua. 14 de febrero. 12:37. Tailandia. Lo último que vio antes de ser engullido por la ola, fueron los ojos de Raoul.