Prólogo
Una cafetería presenta las paredes de madera café junto a cuero oscuro en algunos muebles, esto le da una sensación de confort y de ser hogareño, además de que el lugar es atendido por una familia. Pese a lo oscuro de todo debido a los colores y la ubicación, la iluminación presente es la adecuada. La comida sabe grandioso y las bebidas, calientes o frías, tienen un sabor exquisito.El trato es cordial, junto a que el lugar se encuentra lo suficientemente alejado del centro de la ciudad, para que las personas que entren fuesen de una clase un poco más baja, pero aquello se compensaba al no tener que aguantar a magnates egocéntricos, jefes estrictos, personas de clase alta que trataban a todos de forma despectiva.
Es lo suficientemente humilde y alejado de cualquier ojo que los pudiera reconocer para poder hablar tranquilos.
Entre todos los presentes se encontraba un hombre que se veía bastante joven y una mujer adulta.
Por momentos el hombre se mostraba molesto e indignado, la mujer por su parte trataba de calmarlo mientras le señalaba unos papeles y algunas fotografías de distintas personas. El hombre negaba varias veces, bebía bastante té para relajarse ya que la taza que le llevaba la camarera era la quinta. Ella por su parte tenía su café frío y sin tocar.
—Stephen, en verdad necesito que hagas esto por mí— pidió María Stark al alfa frente a ella.
—No puedo, es un niño Señora Stark. Es su propio hijo— Stephen se negaba en rotundo. —No, no lo haré...— con esto último se levantó del asiento dispuesto a marcharse. —Si me disculpa, debo retirarme, diría que fue un placer, pero...
—Tengo miedo de que le hagan algo, es un niño y hay personas a las que eso no les importa...— dijo aquello en parte para detenerlo y que supiera la gravedad del asunto. Estaba al borde de las lágrimas, su desesperación era real, no un simple teatro para que el otro acepte.
—¿De quiénes está hablando?— Strange no deseaba seguir escuchando aquella idea disparatada, pero en parte entendía los temores de la mujer.
—Digamos que mi marido no tiene los mejores amigos del mundo, hay algunos que ven en mi hijo una oportunidad y... no es porque sea su madre, pero mi niño es precioso. Algunos no dudarán en corromperlo con la edad que tiene.
—Enfermos— escupió Strange enojado. Podía ser un hijo de puta en el trabajo, pero había cosas que no las permitiría jamás. —No me acercaré a su hijo siendo un niño, eso téngalo claro.
—Tampoco lo aceptaría— dijo la mujer decidida. —¿Entonces vas a aceptar?— Strange asintió con la cabeza, seguía pensando que esto era demasiado, pero tampoco dejaría al niño caer en las garras de algún degenerado. —Quiero hacer un contrato de compromiso de tal forma que nadie pueda oponerse, ni siquiera mi esposo.
—¿Entonces qué hago yo?
—Pones tu firma para proteger a mi hijo si es que alguien quiere arrebatármelo y cuando tenga 21 años pueden casarse.
—Será un adulto con todos los derechos, ¿qué le hace creer que querrá casarse conmigo?— preguntó Stephen realmente interesado, eran muchos años para que el pequeño cumpliera dicha edad, sin olvidar los años de diferencia entre ambos.
—No conoces a mi esposo, Stephen Strange.
—De acuerdo, firmo ahora y nos veremos en 11 años...— María lo abrazó agradecida.
—Confió en ti Stephen... Pese a todo sigues teniendo algo de tu madre— sin darse cuenta con aquellas palabras removió algo en el interior del alfa. —Yo cuidare a mi hijo hasta entonces.
—Confío en usted señora Stark, pero sigo sin creer que su hijo acepte casarse con alguien de 36 años.
—Tranquilo, me encargare de que sepa de ti pese a que no se vean, mi hijo te adorará.
—¿Hay algo que me está ocultando? Además de lo obvio— preguntó Stephen luego de un rato. María Stark revisaba los papeles por lo que no se dio cuenta del silencio entre ambos hasta que la pregunta penetró en su mente.
—¿Qué?
—Es un omega, no un beta como dicen algunos...
—¿De dónde...?
—Antes de venir a juntarme con usted investigue un poco sobre los Stark. Si me pide con tanta urgencia el casarme con su hijo, es por algo mayor... si fuera un beta no sería tanto problema.
—Ser un omega no es un problema, Strange— escupió María Stark enojada. —No permito que mi esposo empiece con esas ideas y tampoco dejare que mi hijo pierda su brillo por las estúpidas leyes impuestas. Mi hijo es un genio y no dejare que aquel potencial que presenta se pierda.
—Entonces qué es lo que me oculta...
—Es bastante obvio— sonrió falsamente la mujer. —Tu mismo lo dijiste, es un omega... sabes lo que eso significa.
—No creo que su esposo...
—Ya te dije que no tiene los mejores amigos, el propio padre de Steve Rogers mira con esos ojos de enfermo degenerado a mi hijo, no tolerare que alguien le ponga una mano encima, como si mi pequeño fuera solo un objeto, un escalón para subir entre las diferentes clases.
—Asumiendo por los genes que presenta su lado de la familia, su hijo llamara demasiado la atención, ¿es por eso que con esto mantendrá a cualquier otro al margen, verdad?
—No eres tan idiota, Strange— María se apoyó en el respaldo de la silla y se cruzó de brazos. —No eres la única opción, te escogí entre tantos y te investigue hasta profundidad. Hay cosas que claramente no me agradan de ti, tu forma de vivir por ejemplo— levantó la diestra impidiéndole al otro replicar frente a lo dicho. —Pero entiendo que debes vivir la vida, en algún momento ya sentaras cabeza, por lo que te pido y exijo como una madre preocupada... que cuando te cases con mi hijo será el centro de tu universo. Será la gema más preciosa que tendrás en tu poder, no me lo destruyas.
Si bien aquellas palabras no sonaban como una amenaza, calaron muy en el fondo de Strange como si fuesen algo mucho más peligroso. Si bien la mayoría no consideraba a los omegas como algo importante, Stephen sabía que ellos darían de todo por sus hijos, eran de armas tomar y la mujer frente suyo era un claro ejemplo.
—No quiero que mi hijo se pierda como me ocurrió a mí— se confesó la mujer frente a aquel "chiquillo". —Quiero que le dejes y le ayudes a salir adelante.
—Se lo juro...
—Gracias... Stephen.
Nadie iba a imaginar que aquella charla en la cafetería sería la última frente a frente de Stephen Strange con María Stark. Aquel alfa que ya era un prodigio en la medicina y una omega dispuesta a todo con tal de cuidar de su cachorro.
Stephen nunca pensó que la vida le impidiera cumplir aquella promesa a la mujer. Dejó a su hijo con su padre siendo aún demasiado niño. Un Anthony Stark de 16 años se vio bajo el cuidado de su padre y sus ideas luego del entierro de su madre, jamás supo sobre un tal Stephen Strange como tal, mucho menos del compromiso que era valido desde que tenía 10 años.
Anthony estaba prometido a un alfa 15 años mayor.
Solo sabía que su padre lo iba a casar con Steve Rogers, un alfa dos años mayor. Aquel rubio de ojos azules que en un principio se mostró ser demasiado perfecto, el estereotipo de un alfa hecho persona, pero que luego descubriría que aquel hombre que conocían todos no era su verdadera persona.
Tony jamás iba a imaginar lo que le depararía el futuro, las penas que debería pasar, y el pelear constantemente con su parte omega la que en un principio no se manifestaba y luego le pedía rendirse a aquel alfa. Tony simplemente deseaba haber nacido alfa para tener todas las libertades de ellos y trabajar en lo que deseaba y no estar confinado a una casa.
Ese conflicto interno que tenía Tony le va a traer demasiados problemas, partiendo por su padre.
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Eres mi omega
FanfictionStephen nunca espero que María Stark le pidiera aquello. Tenía 25 y el cachorro solo 10 años, era ilógico, pero firmo por la seguridad de aquel omega. Nadie imaginaria que algo hizo María Stark aquella vez en la cafetería y cuando su hijo tuvo su p...