Capítulo 40

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No sé si me bajó la presión, se me subió el azúcar o estaba por darme un infarto, lo único que agradecí fue estar sentada para no irme de espaldas cuando releí el correo

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No sé si me bajó la presión, se me subió el azúcar o estaba por darme un infarto, lo único que agradecí fue estar sentada para no irme de espaldas cuando releí el correo.

En él no sólo me daban el visto bueno, sino que además hablaban de todo lo bueno que tenía la obra, cosas que yo misma ignoraba. Estaba tan emocionada que ni siquiera noté cuando había empezado a llorar como desquiciada.

—Lo único que faltaría en este momento para ser más famosa sería morirse —se burló Carlos al verme tan conmovida. No había notado cuando se separó de mí para buscar algo de beber y ofrecérmelo.

—¿Y quedarte con todos los créditos? No en esta vida, muchacho —le respondí antes de volver a releer la contestación—. Todo es demasiado bonito para ser verdad —pensé en voz alta porque me estaba cayendo el veinte. Uno no puede tomar lo bueno así como así. La burra no era arisca, la hicieron.

—Me di a la tarea de investigar a la editorial —me comentó—. No encontré nada fuera de lo normal. Revisé su página oficial, las opiniones de sus clientes y autores, tiene buenas referencias.

—Si eso es verdad significa que camino acá me arrolló un camión, en este momento debo estar en coma. ¿Tú estás a un costado de la cama diciéndome que me pondré bien, no?

Sí, eso era más lógico que lo otro. Conocía los juegos de la vida, no podía pasarme algo así de bueno como si nada. No me había aventado toda la tarde con un capítulo emocional y de aceptación para que terminara así.

—Margarita, usted sabe que lo último que le diría es que se pondrá bien, en cualquier situación —me respondió. Al escucharlo supe con certeza que estaba viva.

—¡Me van a publicar! ¡Carlos, mi libro estará en las librerías! —grité emocionada con el corazón en la garganta. Balbuceé un montón de intentos de palabras, se me había olvidado hasta cómo hablar—. No me muero ahora mismo solamente porque ya me fregué mucho para llegar hasta aquí y no pienso dejar las cosas así.

—Felicidades —comentó al verme tan eufórica. De no ser por mi edad me hubiera levantado a darle unas diez vueltas a la manzana.

—Ahora, ayúdame a marcar un número —le pedí enseguida cuando recordé algo. Primero lo primero.

No le di chance de hacerme preguntas, necesitaba hablar de eso con alguien más, de lo contrario no estaría en paz. Carlos llamó a Natalia tal como se lo pedí antes de entregarme el teléfono. Traté de no pegarlo mucho a mi oído porque una vez le piqué sin querer al altavoz y perdí el cincuenta por cierto de mi oído derecho.

—¡Natalia, soy yo, Margarita! —le avisé para que no se le ocurriera colgarme. Si estaba enojada con Carlos lo más seguro era que lo hiciera—. ¡Necesito darte una noticia! ¿Dije una noticia? ¡Una gran noticia! La mejor noticia de toda mi vida —le aseguré sin ocultar la emoción. Creo que hasta estaba gritando sin querer porque la escuché reír al otro lado de la línea.

Margaret perdida en WattpadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora