Narra AnaEstaba harta. Necesitaba salir de allí ya y no volver nunca. No me podía creer lo que me había pasado. Me encontraba en mi habitación, tumbada bocabajo en mi habitación, llorando como una loca. Y es que acababa de vivir el peor día de mi vida.
Mis padres decidieron divorciarse. Yo ya lo veía venir ya que cada vez que cruzaban una palabra, tan solo salían gritos e insultos de sus bocas. Ya pasaba esto desde hacía año y medio, pero al enterarme de que realmente lo iban a hacer me sentó fatal y me encerré en mi habitación, cabreada con ellos.
Era hija única por lo que no tenía ningún hermano que me pudiese consolar. Además me había enfadado con mis amigas por una de mis cabezonerías y, a pesar de que sabía que ellas tenían razón, era demasiado orgullosa como para pedirlas perdón.
No tenía a nadie, estaba sola. Bueno, pensándolo mejor si que había alguien: mi novio. Por la mañana habíamos tenido una pequeña pelea sobre que íbamos a hacer el finde. No estaba del todo conforme con la idea de ir a su casa, pero al estar tan desesperada no dudé ni un momento en ir.
Me vestí y me metí en el baño para limpiarme el rímel que se me había corrido. Me peiné y salí de mi habitación con paso ligero hacia la puerta. Mis padres me intentaron parar y explicarme lo que ya sabía de sobra que iba a pasar entre ellos. Les ignoré por completo y salí de aquella casa, cerrando la puerta con un portazo detrás de mí.
Cogí el bus dirección a la casa de mi novio. Después de unos minutos, el autobús llegó a la parada. Caminé unos pocos minutos antes de llegar a la casa. Cuando llegué llamé a la puerta, pero nadie me abrió. Me resultó extraño porque sabía perfectamente que Javi estaría hoy en casa. Volví a llamar, pero obtuve la misma respuesta. Saqué mi móvil del bolsillo trasero de mi pantalón y marqué su número, me saltó el contestador. No me lo podía creer, ¿dónde estaba?
Finalmente, saqué las llaves que me dio él y abrí la puerta. No me gustaba usarlas a pesar de que me las diera él mismo, ya que prefería que me abriese él. Sin embargo necesitaba abrazarlo. Cuando entré, la casa estaba completamente a oscuras. Tenía un poco de miedo, pero un pequeño rayo de luz iluminaba un poco la entrada. Provenía de la habitación de Javi. Supuse que estaría durmiendo y se había dejado la luz encendida, ya le había pasado alguna vez.
Silenciosamente, me acerqué a la habitación y con cuidado, abrí la puerta. Pero, mira por donde, no estaba durmiendo. Mi cara era un completo cuadro cuando vi aquella escena y es que mi novio (ahora exnovio) estaba besando a una de mis mejores amigas. Grité fuerte y los dos se dejaron de besar, asustados porque no sabía que había pasado. Javi miró hacía donde estaba yo y cuando me vio, abrió mucho los ojos. Parecía que se les iban a salir de la cara.
-Amor, esto no es lo que parece. - dijo acercándose a mí.
Pasó su mano lentamente por mi brazo. Le aparté brucamente su mano.
-¡No me toques! No quiero que tu sucias manos me toquen. - grité.
-Pero mi amor...
-¡De "amor" nada! Ya no somos nada, terminamos.
-¿Qué? No puedes. ¡No eres nada sin mí!
-¡Cómo te atreves a decir eso! Créeme que soy más de lo que piensas, y mucho más sin ti. Y a ti - señalé a mi amiga. - que te vaya bien con este. Ahora me voy, paso de todos vosotros.
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Sentimientos Encontrados | Wariam
Lãng mạnDespués de que Ana pasara un mal año: sus padres se divorciaran, se enterara de que su novio le había engañado con otra, repetir curso... Decidió que no aguantaba más allí, en Canarias y se mudó con su primo Agoney a Barcelona. Pensó que le vendría...