Capítulo 19

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Narra Ana

Después de desayunar fuimos hacia los coches. Me despedí del padre de mi novia, Efren e Inés, ya que se montarían en un coche diferente. Susana nos llevaría a mí y a Miriam en el suyo para acercarme a casa, pero además porque dijo que quería saber más cosas sobre nuestra nueva relación.

Mientras Susana se despedía de su hijo, Miriam y yo nos montamos en los asientos de atrás. Nos pusimos el cinturón, bueno, más bien yo, porque Miriam no dejaba de mirarme.

Cuando escuché el "click" del cinturón, levanté mi mirada y miré a mi gallega con una ceja levantada.

-¿Qué pasa, leona? ¿Por qué me miras tanto?

-Porque eres preciosa. - dijo deslizando su cuerpo por los asientos para acercarse más a mí.

Sonreí y, al instante, Miriam se sentó sobre mi regazo. Me puso un mechón de pelo detrás de mi oreja y enredó sus dedos en mi pelo. Después me besó lentamente.

Mientras nos besábamos, coloqué mis manos en su cadera y colé mis manos bajo su camiseta negra. Acaricié sus costados con mis pulgares, provocando que Miriam soltara un pequeño gemido.

Separó sus labios de los míos con la respiración agitada y pegó su frente con la mía.

-Te quiero. - susurró contra mi boca.

La besé con ganas y fui bajando mis manos, colándolas por el interior de su pantalón. Rocé su ropa interior con mis dedos y un escalofrío recorrió mi cuerpo.

Miriam se separó y sonrió de lado. La miré sorprendida, pero no me dio tiempo a preguntarle nada porque me volvió a besar.

Mientras me besaba, me desabrochó el cinturón y se deshizo de mi camiseta con una facilidad impresionante, dejándola en el asiento de al lado.

No sé cómo esta mujer era capaz de hacer todo eso sin ningún tipo de problema y sin separ sus labios de los míos en ningún momento.

-¿Estás segura de que es el mejor momento y el mejor lugar para hacerlo? - pregunté divertida. - Te recuerdo que estamos en el coche de tu madre, y que puede venir en cualquier momento.

La gallega echó a reír y me besó rápidamente.

-Mi madre es como yo: se enrolla como las persianas. Por lo menos tenemos todavía veinte minutos más. Me da tiempo de sobra para hacerte cosas de todo tipo.

Abrí los ojos al sentir sus manos sobre mi sujetador y besándome intensamente. Joder, qué estábamos en el maldito coche de su madre y parecía no importarle nada.

Bajó sus labios poco a poco, pasando por mi cuello y mi escote. Me quitó el sujetador, tirándolo al asiento del copiloto y colocó su boca en mi pecho derecho, mientras con su mano me acariciaba el otro.

Eché mi cabeza hacia atrás y cerré mis ojos con fuerza. Intenté reprimirme un gemido, pero fue misión imposible.

Miriam dejó mi pecho en paz después de haberlo mordido, besarlo y masajearlo durante unos minutos y me miró, sonriendo con satisfacción.

La fulminé con la mirada después de haberme hecho eso, pero colocó sus labios a la altura de los míos y me besó, dejándome todavía más loca de lo que estaba.

Sentimientos Encontrados | WariamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora