Capítulo 32

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Narra Miriam

Sonreí cuando noté cómo Ana me trataba de despertar con besos por toda mi cara. Me besaba el cuello, la mandíbula, las mejillas, la frente, los párpados y después mis labios.

-Amor... Despierta... - susurró.

Me removí un poco y me abracé a ella.

-No. - dije en un tono infantil y apretándola más contra mi cuerpo desnudo.

-Miri... - rió bajito. - ¿No tienes un poco de hambre?

Abrí un ojo y sonreí de lado.

-Sí, tengo hambre de ti.

Ana rodó los ojos y me volvió a besar.

-Primero necesito desayunar para reponer mis fuerzas. Luego ya si eso vemos. - sonrió.

-Puedes desayunarme sin problemas. - dije poniéndome sobre ella.

-Estaría guay, pero creo que acabaría más agotada de lo que ya estoy.

Rodé los ojos y me coloqué a su lado. La canaria se giró de lado, apoyando su cuerpo sobre el codo y sujetando su cabeza con la mano.

Giré mi cabeza y deslicé mi mirada de arriba abajo por todo su cuerpo desnudo. Ana se sonrojó cuando notaba mi mirada puesta en ella y se dio la espalda.

-No me mires tanto, tonta. - dijo encogiéndose.

Reí y pegué mi cuerpo al suyo, abrazándola por la espalda.

-¿Por qué? Si eres preciosa.

-No lo soy.

-Si tú supieras cómo te veo yo, te darías cuenta de que eres perfecta tal y como eres.

Ana sonrió con ternura y se giró en mi abrazo. Después me besó en los labios dulcemente.

-Te quiero. - dijo contra mis labios.

-Yo te quiero más.

Juntó nuestras frentes y se quedó mirándome con una bonita sonrisa. Coloqué mi mano en su cintura y acaricié su piel con mis dedos. Ana se estremeció y me besó.

Sonreí en medio del beso y bajé mi mano lentamente hasta llegar a su culo. Ana rió y separó un poco su cara de la mía.

-Ya te he dicho que primero desayunamos y luego ya si eso lo hacemos.

Levanté un poco mis ojos, como haciéndome la pensativa, y después bajé mi mirada a sus labios.

-No. Lo hacemos ahora y ya vemos.

La besé con pasión mientras me ponía encima suya, sin dejar que Ana se pudiese quejar.

Bajé mis besos por su mandíbula hacia su cuello y mis manos hacían el mismo recorrido, pero empezando por su vientre y bajando hacia su centro.

Ana soltó un gemido cuando notó una de mis manos acariciar su sexo suavemente.

Sonreí satisfecha sobre su piel y continué mis caricias mientras buscaba su boca contra la mía.

Sentimientos Encontrados | WariamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora