Capítulo 1

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Narra Ana

Ya había pasado un mes desde que llegué a Barcelona. La verdad que fue muy fácil adaptarme a mi nueva vida. Mis tíos me ayudaron en todo y Agoney me enseñó un poco la ciudad hasta que supe moverme por ella con soltura. Agradecí que hubiera decidido marcharme de casa en verano, ya que así tenía tiempo para acostumbrarme a todo antes de que empezaran las clases.

Un día decidí salir a ver si encontraba algún puesto de trabajo. Mis tíos me repetían constantemente que no hacía falta que buscara unos, pero les dije que quería al menos conseguir dinero para mí misma. Tuve suerte y en una cafetería que había cerca de allí me contrataron.

Era un sitio pequeño, pero muy acogedor ya que un montón de gente venía a pasar el rato por aquí, sobretodo gente de mi edad. No sabía exactamente por qué tanta gente joven venía aquí, hasta que un día entró una chica rubia con unos tacones de infarto. La chica se acercó a mi jefe y le dio un beso en la mejilla. Al principio me extrañé, pero cuando escuché saludarlo diciendo "Hola, papá", ya lo entendí todo.

Al parecer, su padre le dijo algo al oído. Ella me miró y después asintió, por lo que supuse que estarían hablando de la nueva camarera, es decir, yo. La rubia se metió en una sala y salió con el delantal que tenía yo. Después se acercó a mí y me sonrió.

-¡Hola! Tú debes ser la nueva. - asentí sonriéndola. - Encantada de conocerte. Soy Mireya.

Mireya me dio dos besos a cada lado de la mejilla.

-Yo Ana.

-¿Hace mucho que trabajas por aquí?

-Bueno, una semana más o menos.

-Siento mucho no haberme pasado por aquí, pero es que tenía unos díad libres.

-¿Trabajas aquí?

-Sí. - rió. - Puede parecer extraño al ser la cafetería de mi padre, pero necesitaba ganarme algún dinerillo.

Sonreí. Aquella chica erauy agradable. Al pasar tantas horas trabajando juntas, enseguida nos hicimos amigas. A medida que iba pasando el mes de Agosto y Septiembre se acercaba, se notaba que la gente venía de las vacaciones porque la cafetería estaba más llena de costumbre. Mireya me contó que lo normal era que no hubiera tanta gente, aunque los últimos días de Agosto y los primeros de Septiembre, la gente quedaba aquí y aprovechaban para contarse de todo.

Un día, la cafetería estaba a rebosar de gente, y al ir corriendo de un lado para otro, acabó pasando lo que no quería que pasara, me rebalé y tiré el café que llevaba en mis manos. Sabría que acabaría pasando, soy tan torpe que siempre me acabo llevando más de un golpe al día. El caso es que pasé una vergüenza increíble, porque el puñetero café no se cayó al suelo, si no en la camiseta de una chica rubia, de pelo rizado que estaba sentada cerca.

Levanté mi mirada y me sorprendí al ver lo guapa que era, es que encima la chica era un pivón. Cogí unas servilletas, y nerviosa, se las tendí. La rubia me miró y comenzó a reír, sin entender muy bien el por qué.

-Esto... Lo siento mucho, si quieres le invito yo al café...

-No pasa nada. - rió. - Eres la novata, acabaría pasando. Mireya me ha hablado de ti.

Ladeé mi cabeza y después miré a Mireya, que estaba en la caja tomando nota a la gente. Después volví a centrar mi mirada en la otra chica, y me quedé embobada mirando su sonrisa. La rubia movió una mano por delante de mi cara y sacudí ligeramente mi cabeza, desempanandome.

Sentimientos Encontrados | WariamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora