Hace algunos años atrás....
Era temprano por la tarde, cuando un pequeño Fer de tres años se encontraba en el taller de su abuelo, aprendiendo como hacer una figura con algunos trozos de madera y pegamento extra fuerte.
Su madre lo llevaba algunas veces, cuando la solicitaban de imprevisto en el trabajo o simplemente cuando tenía que ir a reuniones importantes. Aunque eso a Fer no le molestaba.
Si bien era muy apegado a su madre, le gustaba pasar tiempo con su abuelo. Por supuesto, cuando ella volvía por él, se convertía en la prioridad para Fer.
—¿Te divertiste, cariño? —preguntó su madre una vez vino a recogerlo.
Fer sonrió. Tomó en manos su obra reciente y fue corriendo hasta ella. —¡Mucho, mamá! El abuelo me enseñó a armar un coche —y entonces le mostró la figura que el mismo había fabricado.
Su madre le dio una palmadita en la cabeza. —Es un auto muy lindo, Fer.
El pequeño y cálido toque de aprobación mas la voz dulce de su mamá hicieron que Fer se sintiera feliz.
—Si, lo es —estuvo de acuerdo, mientras ella le tomaba de la mano para ir juntos a casa.
Realmente quería mucho a su mamá.
—Fer, hace una hora me llamaron del pre-escolar —su madre de repente cambió el tono de voz y Fer tuvo un poco de miedo al saber lo que iba a decir.
En la mañana Fer había sido llevado a la dirección injustamente, o al menos así lo consideraba él. Los hechos habían sido así; una compañera de Fer le había pedido prestado un juguete y al este negarse la niña rompió a llorar y tras mentiras le había acusado de golpearla.
Las niñas en verdad eran una molestia, pero su mamá no, y ella siempre le decía que la violencia no era correcta, y él jamás haría algo que la decepcionara.
Aún así, no sabía como responder la pregunta. Tampoco quería disculparse, no tenía porqué. Él no había hecho nada malo y la niña solo había fingido llorar.
Si no fuera por su mamá, Fer habría pensado que todas las chicas eran iguales de mentirosas.
—Fer —su madre repitió sacándolo de sus pensamientos y al no obtener respuesta suspiró—. Dime —habló—, esa niña no estaba diciendo la verdad, ¿no es así?
Fer la observó en silencio. Después de todo, al final ella si que leía sus pensamientos.
Poco a poco, negó con la cabeza, y ella pasó a sonreír compasivamente.
Paró de caminar y se arrodilló frente a él.
—Cuando sea así —ella le tomó de las mejillas—, puedes decirme, ¿sí? Yo te defenderé.
Fer asintió. —¿Vas a estar siempre conmigo?
Ella se echó a reír con dulzura. —Por supuesto, cariño.
Y besó su frente.
«Quiero mucho a mi mamá» pensó Fer por segunda vez.
***
Su madre tardó exactamente dos años en romper la promesa.
Vaya record para una mujer que abandonaba a su marido e hijo por su jefe del trabajo, ahora que lo pensaba.
ESTÁS LEYENDO
Carol, ¿Por qué me acosas?
Short StoryDonde Carol solo quiere que Fer le ponga atención. ------ Prohibida la copia o adaptación. No copies mi historia, crea la tuya ♥