Feliz cumpleaños, Carol: parte 2.

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Parte de las consecuencias de golpear a alguien con el rostro duro, firme y de acero, es que tus nudillos pueden sufrir graves consecuencias que impliquen fracturas, moretones y otras cosas no demasiado agradables.

No era un secreto que Fer no era el tipo de chico que se metía en peleas, pero ahora, después de dar su primer golpe por una razón que todavía no entendía (o que en realidad no quería admitir), Fer estaba experimentando algunos de los efectos colaterales de golpear a alguien cuando solo eres un chico frágil y desnutrido. 

Podía sentir sus dedos arder como fuego, mientras que sus nudillos estallaban en pequeñas punzadas de dolor a causa de la presión por el golpe. Quería morirse ahí mismo, y decirle adiós a su vida... pero la atención curativa que cierta rubia le estaba dando a su mano le impedía hacer cualquier otra cosa que no fuera jadear de dolor.

—¡Ah! —soltó en un jadeo, después de que Carol vendara uno de sus dedos.

—Lo... lo siento —se disculpó ella, luego tomó otra venda—. Solo aguanta, ¿si? Falta poco.

Fer no respondió. Se limitó a mirar a otro lado mientras ella lo curaba. No sabía porqué, pero después del incidente con Manu (que Carol, gracias al cielo no había logrado presenciar), de repente sentía que no podía mirarle al rostro. Era una especie de vergüenza mezclada con incredulidad de pensar que ella había sido la principal razón por la que lo había golpeado. 

Es decir, Manu había dicho tantas cosas asquerosas sobre ella que no tuvo más opción que hacerlo callar, pero, no podía evitar pensar...

¿En verdad había sido ella la razón?

Aún si lo fuera... ¿Por qué estaba pensando sobre eso justo ahora?

Abajo, en la planta baja, la fiesta todavía seguía en pie. Algunos bailaban, otros descansaban en el suelo y sillones a causa de la ebriedad, y el resto de las personas continuaban jugando . Si una fiesta de cumpleaños muy divertida. O bueno, al menos eso era lo que pensaban la mayoría de los invitados; porque para Fer estaba siendo el mismísimo infierno a pesar de estar sentado sobre una cama acolchonada recibiendo primeros auxilios de una "sexy rubia". 

Nótese el sarcasmo.

—Fer —el apretón que Carol le dio a su mano lo hizo volver a la realidad, haciéndolo jadear de nuevo—. Lo... lo siento... ¿Te duele mucho? —preguntó con culpa.

Fer la observó en silencio. Contempló con mirada ausente su rostro; lucía preocupada, sus ojos expresaban angustia y sus cejas estaban inclinadas hacia abajo.  Sus labios, contraídos, como si los estuviera mordiendo internamente a causa de los nervios... y fue entonces cuando se dio cuenta de que la estaba mirando demasiado, porque de repente no parecía preocupada, si no nerviosa ante su mirada. 

Caracoles, lo había pillado.

Sonrojado, apartó la mirada en silencio y carraspeó para romper la tensión.

—No es nada —mintió.

Ella asintió vacilante. —Uh, b-bien —murmuró. Fer pudo percibir algo de sorpresa en su voz—. Yo... um, vendaré la otra parte.

Fer asintió, y ella continuó con el vendaje. 


***


Ya pasada las doce, Fer y Carol estaban fuera en el jardín. La fiesta podía oírse todavía dentro de la casa, pero al parecer tampoco era un ambiente que a Carol le agradara, puesto que después de haberle vendado la mano, con cuidado lo tomó del brazo y sin pedirle su consentimiento lo había arrastrado con ella al patio trasero.

Carol, ¿Por qué me acosas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora