Disculpas con sabor a chocolate.

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Carol llevaba tres minutos de retraso cuando llegó al colegio.

Después de lo sucedido con Fer, había faltado a clases por una semana completa. No tenía ganas de verle la cara después de lo que había pasado, o más bien, no quería que él se la viera a ella.

Se sentía tan tonta... y humillada. Ella solo había querido ser amable con él... Tan solo deseaba acercarse, ganarse su afecto. Incluso, si es no era posible, a Carol le bastaba con tener su atención para ser feliz.

Sin embargo, por lo visto Fer la detestaba. La había llamado «Molestia». Una palabra que no se usa comúnmente para insultar a una persona, sin embargo, el se la había dicho con un tono bastante serio. Como si en verdad fuera la palabra correcta para ella.

«Molestia» pensó Carol.

¿Realmente lo era?

Caminó por los pasillos del colegio hasta encontrar la puerta de su salón. Y antes de entrar, tomó un largo suspiro, preparándose para lo que venía.

Al entrar al aula varios de sus compañeros la saludaron, algunos dándole una pequeña bienvenida, y otros preguntándole por qué había faltado tantos días.

Al hacer su camino por las filas de pupitres logró divisar a Tony allá en las esquina, junto a Patty, quien alzó la mano como saludo la vió. Y allá, en el penúltimo pupitre pegado a la ventana, estaba Fer. Con su típico suéter con gorra, su cabello castaño despeinado y con la vista completamente fija en su cuaderno.

Carol sonrió internamente mientras sentía su corazón acelerarse.

A pesar de todo lo que el le había dicho, ella no tenía ningún resentimiento. Aún cuando el la había rechazado de esa manera... Carol no podía esconder sus sentimientos.

Lentamente caminó hacia puesto y resistiendo la tentación de mirar a Fer, se sentó en él. Se irguió por completo, y clavó la vista en el pizarrón, donde el profesor ya había anotado algunos ejercicios. Lo último que quería era que Fer la odiara más de lo que ya lo hacía por no aprender a mantenerse callada.

Tomó su cuaderno y abrió su mochila para buscar algo con que escribir los apuntes. Sin embargo... en su mochila no había nada más que dos cuadernos y un corrector.

Una vez más había olvidado sus útiles.

—Rayos —murmuró al ver la mochila medio vacía.

Levantó la vista y volvió a ver la pizarra. No eran muchos apuntes, ¿no? Tal vez los podría memorizar y... Ugh, a quien quería engañar. Los ejercicios no se memorizaban.

—T-tú... —titubeó una voz a su lado. Giró la vista en todas direcciones tratando de ver quien le hablaba y se sorprendió al ver que había sido el mismo Fer—. Tú... —volvió a repetir, con más claridad—, ¿Olvidaste tu lápiz?

No la miraba a los ojos, pero su rostro estaba inclinado en su dirección.

Carol asintió, conmocionada.

¿No se suponía que era una molestia? ¿Por qué le hablaba?

Fer le extendió su mano, junto con el lápiz.

—Toma. Usa el mío. Yo usaré un bolígrafo.

Carol en verdad estaba impresionada. No era una expresión propia de Fer ser amable con chicas, y menos con ella.

Observó su mano extendida y vio que su mano temblaba. Luego volvió a ver su rostro y pudo notar que estaba levemente sudoroso, como si estuviese nervioso por algo. ¿A caso estaba enfermo? Porque no encontraba otra explicación a ese extraño comportamiento.

Tomó el lápiz de su mano soltando un leve «Gracias», y entre la confusión se giró y abrió su cuaderno para copiar los apuntes.

Mientras escribía, de reojo volvió a mirar a Fer. Todavía estaba temblando y a pesar de que tenía el cuaderno en sus manos, sus ojos miraban en otra dirección, como si estuviese sumido en sus pensamientos.

—Fer, ¿Estás b...?

—¡Lo siento!

Carol se congeló en el acto. Cualquier cosa fuera a decir... se había muerto en su boca.

Fer carraspeó.

—Lo siento.

Carol no pestañeaba. ¿Se estaba disculpando?

—¿Porque te discul...?

—El otro día —la cortó—. Todo lo que dije... todo cuanto te grité... Lo siento. No quería ofenderte —tomó aire y suspiró—. Cuando dije que eras una molestia... no era cierto. Es solo que... me recuerdas a una persona de mi pasado... a quien no deseo recordar. Yo... lo siento, de verdad lo siento, Carol.

Carol solo lo miraba expectante. La forma en que los labios de Fer temblaban indicaban que estaba siendo sincero. Sin embargo, parecía que tras esas palabras había un significado muy grande. Una historia que no se atrevía a contar. Y si su sexto sentido no le fallaba... esa historia tenía mucho que ver con la resignación de Fer de mirarla a los ojos.

—Entonces... ¿No soy una molestia? —preguntó cuando Fer hizo silencio.

Fer se mordió el labio para luego negar con la cabeza.

—Supongo que al final... no eres una mala persona.

Carol sintió como su estómago se convertía en un revoltijo de mariposas.

Acto seguido Fer tomó su mochila y sacó una pequeña caja plateada que tendió en la mesa de Carol.

—Toma, es para ti —dijo.

Carol tomó la caja y con cuidado la abrió.

—¿Kisses? —preguntó confundida al ver su contenido.

Fer se pasó las manos por el cabello, nervioso.

—Umh... —caracoles, estaba nervioso—. Son tus favoritos, ¿no?

Este la miró de reojo con las mejillas coloradas... y Carol hizo un esfuerzo titánico para no derretirse ante tanta ternura.

—Pensé que si no era bueno disculpandome con palabras... —habló él, con cuidado—, tal vez podría hacerlo de otra forma —explicó—. No sé mucho sobre pedir disculpas, así que le pedí ayuda a Tony y el me dio la idea. Yo... solo espero no estar haciendo el ridículo.

Carol no pudo evitar soltar una carcajada, pensando en como iba a agradecerle a ese chico cuando lo viera.

—Creeme, fue una muy buena idea.

No supo si fue su imaginación, pero creyó ver a Fer sonreír.

—Entonces... ¿Todo bien?

Carol sonrió.

—Sí.

A continuación tomó la cajita con chocolates y se llevó uno a la boca. El dulce sabor se esparció por su boca y de repente sintió que las cosas no podían ir mejor.

—¿Sabes Fer? —este la miró—. Para alguien a quien no le agradan las chicas... —habló mientras saboreaba el chocolate—, eres bastante tierno cuando te lo propones.

Y solo bastó ese simple comentario para que las mejillas de Fer se pusieran más rojas de lo que estaban.

En ese momento Carol lo supo: no importaba si Fer jamás llegaba a sentir algo por ella. Si solo ella podía provocar que hiciera esa clase de expresiones... entonces le era suficiente con estar a su lado.

...

#QuieroUnFer ❤️

No sentí muy bien este capítulo, pero espero que les guste :'( ♥


Carol, ¿Por qué me acosas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora