El comienzo de un cambio: parte dos.

821 109 37
                                    

Las cosas iban asquerosamente bien.

Hace más de una hora que Carol estaba en su casa, y su abuelo, para su sorpresa, se había tomado demasiado bien su visita.

Tan pronto como ella cruzó la puerta y su abuelo supo que había una "compañera de su nieto" en su hogar, le permitió el pase a su habitación y después de que ella le entregó la cesta de fruta que tanto le gustó comenzaron a charlar... y a charlar y a charlar... al punto en que Fer abandonó la habitación porque empezaba a sentirse excluido de la conversación.

No es como que quisiera hablar de Francia y jardinería, de todos modos.

Ahora se encontraba en el mesón de la cocina, acompañado por Tony y su muy hambriento estómago.

—Oye, tranquilízate —dijo su amigo mientras se servía jugo, al ver que a Fer le temblaba un ojo—. Si sigues así se te va a caer el pelo. Y no te vas a ver bien calvo, creéme.

Fer gruñó, obviamente molesto porque nadie en esa estúpida casa intentaba comprenderlo.

—Dime —Tony dio un sorbo al jugo y lo escupió—, ¡Ew, es de naranja! —Fer rodó los ojos. Después de limpiarse con una servilleta continuó—. Ahora sí, dime, ¿es porque vino sin avisar?

La verdad...

—...no.

Tony asintió. —¿Entonces?

—¡Es porque ella...! —estuvo a punto de decir algo pero de repente se contuvo—. Ya sabes.

Tony bufó desde el banquillo. —No, no lo sé Fer. Y francamente no entiendo porque te molestas tanto. Hasta yo me aparezco de repente.

—¡Que no es por eso! —Fer dio un largo y profundo suspiro. —Últimamente... —vaciló un poco antes de continuar— ...su cercanía me afecta más de lo usual.

Un signo de interrogación se dibujó en la frente de Tony.

—¿Eh? ¿En que sentido?

—Ya sabes...

—No me digas —Tony silbó—. ¿Aún tienes esa no-me-toques-fobia?

—Shhh —lo silenció Fer temiendo que los escucharan— es hafefobia tonto. Y es peor que eso. Antes solo eran mareos, temblores, corazón acelerado... y solo cuando otras chicas me tocaban o me miraban fijamente. Pero ahora yo... yo estoy sintiendo esas cosas frecuentemente, ¿entiendes? Como si se hubieran intensificado... y me ocurre en momentos cualquiera. Yo... no sé como controlarlo.

—Vaya, entiendo —soltó Tony mientras se acariciaba la barbilla. Luego se colocó unas gafas que yacían en la encimera probablemente propiedad de su padre) y tomó un papel y lápiz para apuntar.

—¿Que haces? —preguntó, pero él lo ignoró. 

Tony anotó algo en el papel y volvió a mirarle. —Cuenteme,  señor Acosta, ¿desde cuando empezó a notar este cambio? 

Fer rodó los ojos. —¿Es en serio?

Su amigo le guiñó un ojo susurrando «sígueme el juego». 

Fer suspiró por segunda vez. 

Bueno, ¿qué mas daba?

—No lo sé, un poco antes del cumpleaños de Carol, ¿supongo? —chasqueó la lengua—. Como sea, el problema no es ese. El problema es que solo sucede con ella y eso solo lo vuelve más perturbador.

—¿Hmm? —su amigo apuntó algunas palabras más—. Dijiste que ocurría en momentos cualquiera, ¿a qué te referías?

—Ya te lo dije —bufó Fer—, antes, mientras no me tocaran u observaran tan de cerca, estaba bien... pero ahora, ella solo se ríe y yo... me siento raro. 

Carol, ¿Por qué me acosas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora