Prólogo

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Estaba cansado de lo mismo.

¿Es tan difícil encontrar una secretaria que no me quiera entre su falda?

Las antiguas 12 chicas me aseguran que es casi imposible. 

El toque de la puerta me saca de mis pensamientos auto compasivos sobre la decepción repetitiva con las mujeres.

- Pase - murmuro mientras mantengo los ojos cerrados, recostado en el respaldo de mi silla giratoria. El ligero pensamiento de girar un par de veces sobre ella se cruza por un momento, pero tan rapido llega asi se esfuma.

La puerta se abre. El sonido de un carraspeo me obliga a abrir un ojo. Bufo.

Yo cansado de mujeres y llega otra.

- Buenos días - sonríe, como todas, aunque no de manera coqueta o atrevida. Mas bien diria de manera cordial, pero no excesiva.

- Tome asiento - le indico, ella lo hace.

La observo. Tomando mi tiempo, es una bonita de unos... ¿1.70?, tal vez. Pelo largo color rojo y ojos increíblemente de color verde. Como las esmeraldas.

- Bien, esto es raro - murmura - no se que espera, pero mi tiempo no es que abunde y necesito buscar empleo - finaliza tendiéndome su currículum. 

"Si que tienes pelotas, Ariel"

Shadia Anderson 23 años, de Virginia, con un título en administración de empresas y un secretariado ejecutivo.

¿Impresionado?

- Y dime, Shadia - le sonrió, ella enarca una ceja - ¿Puedo llamarte Shadia? - indago esperando una respuesta complaciente.

- Dado que es una entrevista empleador-empleado supongo que la formalidad debe ser una cualidad expectante - comenta.

- Entiendo - carraspeo incómodo - ¿Por qué debería darle el empleo, señorita Anderson? - me mofo y entrecierro los ojos esperando, nuevamente, muy impacientado su respuesta.

- Supongo que usted no busca mezclar relaciones personales con laborales, y teniendo en cuenta que las 12 chicas que han entrado antes que yo no han salido muy contentas es porque es cierto, señor Jacobs - afirma.

¿sorprendido?

Nuevamente.

- Bien - murmuró derrotado - seré breve, es viernes, estoy cansado y necesito una secretaria para el lunes - saco un documento de uno de los cajones de mi escritorio y se lo tiendo - el contrato - miro mi reloj - tiene hasta las 3 de la tarde para responder si quiere o no el empleo - ella asiente, lo toma, le echa una ojeada y saca una pluma para luego firma.

Sin palabras.

- Me gustaría ver mi puesto de trabajo si es posible hoy mismo, señor Jacobs - añade.

Sin palabras. Repito, completamente mudo.

Luego de unos segundos me doy cuenta de que me he quedado como estúpido observandola.

Carraspeo - Por supuesto, sigame - poniéndome de pie me dirijo a la puerta para abrirla. De igual manera ella lo hace y la observo mejor.

"Sin duda, son los 1.70 más hermosos que he visto"

- ¿Perdón? - pregunta y me doy cuenta de la idiotez que acabo de decir.

- No, nada - sonrió.

¿Cómo es posible que una mujer te idiotice tanto como para pensar en voz alta? Me cuestiono.

Saliendo al pasillo me dirijo a la puerta de al lado, la oficina de mi secretaria.

- Bien, está será su estancia de trabajo - ella la observa y asiente, no repara en detalles el lugar y eso me desconcierta.

- Debo llegar a las 7:30 - asiento - ¿Preparar algún café o algo así? - indaga.

- Fuerte y con dos de azúcar - asiente - la clave de la computadora y el programa de mi agenda están en la tablet - señaló el escritorio - puede retirarse - informó pero antes de salir su voz me detiene.

- Disculpe, Señor Jacobs - me giró y la observo, ella señala la puerta.

- Oh cierto - me rasco la nuca incómodo - la puerta conduce a mi oficina y el vidrio es por privacidad para ambos, si necesita algo sólo debe golpear la puerta - ella asiente y yo salgo.

Seré mentecato, uno de los detalles más importantes y lo paso por alto.

Ni modo.

Entró a mi oficina y trato de trabajar antes de que el día acabe, algo que se vuelve ligeramente imposible, ya que, la linda pelirroja de ojos verdes no abandona mi cabeza.

Encantando a la Bestia - COMPLETA (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora