La verdad es como el sol.
Lo hace ver todo y no se deja mirar.Víctor Hugo.
Capítulo Cuadragésimo: Verdades que matan.
3 de Noviembre de 2010.
Mya:
- Prométame que tendrá cuidado.
- Le juro que no pienso hacer esfuerzos- contestó-, ni pegar a nadie ni nada que ponga en peligro mi bonita cicatriz.
El doctor sonrió amablemente, estrechando la mano que le tendía.
- Recuerde que debe venir a hacerse las curas cada cinco días.
- Aquí estaré, como un clavo.
Se despidió y, con mucha calma, caminó por los pasillos, apretando los labios para reprimir un gemido de dolor.
Michael la esperaba en la salida, apoyado en su nuevo coche.
- ¿De verdad has conseguido el alta?- se rio.
- Tengo una salud de hierro.
- Te han operado dos veces en tres semanas.
No me lo recuerdes, estuvo a punto de replicar antes de extender la mano derecha hacia él.
- No querrás conducir, ¿no?
- Es mi coche- apostilló, moviendo los dedos en su dirección-, y quiero conducirlo.
- No creo que estés recuperada para...
Negó con un cabeceo, arrebatándole de las manos las llaves, con mucho cuidado de no forzar la muñeca izquierda.
- Ni que tuviera que hacer muchos esfuerzos.- gruñó, encaramándose a su asiento.
Respiró con una sonrisa el delicioso aroma a coche nuevo, acariciando la piel del volante.
Su sonrisa aumentó en cuando el motor alemán rugió al encenderlo.
- Deja de poner esas caras, parece que estás en plenos preliminares.
Un leve gemido escapó desde lo más profundo de su garganta.
- Ojalá.- murmuró.
¿Cuánto hacía que no tenía contacto alguno con un hombre? Bueno, quitando operaciones, curas y demás parafernalia médica, claro.
Demasiado.
- No puedes tener sexo- le recordó Mike con una risita irritable-, estás convaleciente.
Apretó los labios, intentando no recordar cómo las grandes manos de Alexander se deslizaban por su cuerpo con una caricia apasionada mientras aquellos deliciosos labios presionaban la sensible piel de su cuello...
- ¿Mya?
Ignoró su voz para concentrarse de nuevo en el masculinamente sensual cuerpo de ese Duque idiota, en todos esos músculos duros, en cómo se presionaba contra ella y cómo la dominaba con esa pasión tan abrumadora...
- ¡Mya!
- ¡¿Qué?!- estalló, dando un respingo sobre el asiento.
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Sábanas rojas, Sangre azul © FIN
RomanceTras una tragedia que pone patas arriba su vida y siguiendo una historia que se remonta varios siglos atrás, Mya se lanza a hacer un viaje en busca de respuestas. Pero el orgulloso y atractivo Duque de Brokeville y Greenville se interpone en su cami...