Sus ojos se abrieron, estos estaban ardiendo junto con sus pulmones un sonido igual al fuego lo saco de su despertar, ¿Qué estaba pasando? Philip se había despertado pero no en el lugar donde se había quedado dormido si no en medio del bosque que se encontraba en llamas, las criaturas mágicas comenzaron a correr intentado huir del incendio, ni lento ni perezoso empezó a imitarlas corriendo al lado contrario de donde provenían las llamas.
-¿Qué demonios? –Comentó intentado esquivar árboles que caían y obstruían su paso haciendo que debería correr en otra dirección –
Tenía que tener cuidado, por los árboles y las mismas criaturas mágicas que en su huida en una gran estampida podían pisotearlo y darle muerte ¿Qué sería peor morir por ellos o calcinado? no quería pensar en ese hecho, intentar mantener la calma en ese momento era absurdo, solo deseaba escapar de allí y su mente comenzaba a preguntarse distintas cosas ¿Dónde estaba sus hermanos? ¿Cómo rayos había llegado al medio del bosque? ¿Acaso era sonámbulo? ¡¿Quién se pone a incendiar un jodido puto bosque mágico?! Ni Bill era lo suficientemente demente como para hacerlo.
En su mente solo estaba sobrevivir y encontrar a sus hermanos menores, sabía que ellos estarían bien eran Cipher después de todo. Pero muchas interrogantes habitaban su mente de manera veloz, sus piernas ardían por ser llevadas a tal esfuerzo, sus pulmones de igual forma, sus brazos estaban un poco quemados al intentar esquivar las llamas y además ¡Tenía una jodida piyama! uno de los unicornios con los que había peleado paso cerca de él sonrió y lo tomó de su crin.
-Si no quiere que te arranque más pelo y te saque otros dientes tienes que llevarme –Le gruñó, el animal relincho en protesta pero otro jalón a su crin le hizo acceder ese humano estaba demente y le había dejado sin su tan hermosa crin ya tiempo atrás, no quería permitir que eso volviera a pasar no cuando le estaba volviendo a crecer –
Ahora subido en el unicornio, sabiendo que si Bill o William e incluso Robert se enteraban se burlarían de él durante toda la vida porque ¡Había montado a un jodido unicornio! pensaba llevarse eso a la tumba, esperando que esa no lo fuera, ahora tenía que guiar al animal por donde marchar al menos eso era menos cansón para él, menos para el unicornio pero a él no le importaba esa jodida bestia que intento clavarle su cuerno en el trasero.
Llego al campamento el cual estaba siendo consumido por las llamas, olía a carne quemada, aquello comenzó a herirlo de una manera devastadoramente lenta, observar a la familia Pines con los restos de los campistas incinerados.
-R...Ro –No podía ni pronunciar el nombre de castaño, lágrimas querían acumularse en sus ojos, eso no podía estar pasando ¿no podía ser verdad? quería engañarse de lo que veían sus ojos, por suerte el animal lo llevo más lejos de allí –
Su mente estaba hecha un lio total, negándose a dejarse llevar por el dolor que habitaba su pecho llenando cada rincón de su cuerpo, ver al amor de su vida completamente quemado y que él no pudiera hacer nada ¡Era un Cipher! ¡Y no pudo hacer nada! sentir vergüenza e impotencia era poco, se limpió la lágrima que involuntariamente corrió por su ojos.
-Rayos me parezco a Will, ¿Acaso soy una nenita? –protesto para sí, el unicornio le respondió un; Tal vez. Para que fuertemente le diera una patada –
Al menos en el residía una esperanza sus hermanos estaban con vida ¿Cierto? No estaba del todo solo ¿verdad? Pensar en el hecho de que se había quedado solo, sin tener nada, a nadie, le hizo estremecer. No, sus hermanos no podían estar muertos ellos estaban vivos, estaba más que seguro de ello. Un relinchido lo hizo volver a la realidad, para sentir como caía del unicornio, se encontraba entrando al pueblo de Fight Falls pero eso no era lo raro si no al monstruo que había tomado al unicornio y se lo había tragado de un solo bocado.
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Admirer Secret BillDipp
FanfictionDipper Pines a su reingreso a la segundaría comienza a recibir cartas de un anónimo pero quien era aquel que dejaba cartas constantemente en su casillero quien parecía saber cada uno de sus movimientos y respuestas. Y quien pondría su mundo de...