Al pasar por aquella puerta, Jazmín se asombró por la inmensidad de los espacios de la casa, cada habitación tenía lo justo y necesario, era muy minimalista, lo cual le sorprendió ya que conociéndola a Flor, nunca podría imaginar que ese hogar era suyo. Le faltaba su esencia, por lo que supuso que vivía con alguien, a pesar de ello, no quiso preguntar, no se sentía preparada para afrontar la realidad que pronto iba a chocarse con ella, y le dolería, tanto como toparse con una gran pared.
A medida que caminaban hacia el living, en silencio, lo único en lo que Florencia podía pensar era en matar a Javo, no era capaz de descifrar qué pretendía su amigo, a decir verdad, ni ella sabía por qué la había dejado entrar.
Se debían una charla, de eso estaba segura, porque ambas sabían que a pesar de que los años hayan pasado el amor entre ellas permanecía intacto. Todo quedó claro en el momento en el que se separaron, sin embargo, Flor estaba segura de que había algo más, algo que hizo que Jazmín estuviese esa noche, en la puerta de su casa.
- Voy a hacer té, ¿querés uno?- Florencia intentó cortar aquella tensión descomunal que había entre ellas.
- Traje un vino...- Flor no respondió, lo cual fue indicio de que no le apetecía- bueno, si quiero uno yo también- dijo Jazmín. La verdad es que no quería que el ambiente se torne más denso de lo que ya estaba, por lo que decidió que iba a hacer todo lo que Flor apeteciera, era lo que se merecía.
La culpa que tenía Jazmín era desmedida, desde el momento en el que se fue, hace casi ocho años atrás, el sentimiento que más abundaba en su día a día era ese, la culpa. Pero ahora, que tenía a Flor al frente de sus ojos, el hecho de verla después de todos estos años hizo que se cuadruplicara, o más. Y es que no podía perdonarse, no podía perdonar el hecho de haberla abandonado, porque para ella así lo era. Se sintió una basura, se desconoció a sí misma, aquel día, la mañana en la que se fue, sentada en el asiento del avión, en ese mismísimo instante se dio cuenta que estaba siendo una egoísta, estaba priorizando su felicidad por encima de la mujer que amaba, pero ya era tarde. Desde ese día, hace ocho años atrás se odió a sí misma, se odió por haber sido una cobarde, se odió por no haber luchado por ella, se odió por dejarla sola, en el mejor momento de la relación, se odió, y se seguía odiando.
La voz de la morocha interrumpió aquellos pensamientos.
- Vení, pasemos al living- Flor hablaba bajito, seguía en pijama y pantuflas y, en sus manos, llevaba una bandeja con dos tazas y un platito con galletitas de limón.
Sin decir nada, Jazmín fue por detrás, en su cabeza intentaba armar las frases que tenía para decir, las palabras que tenía guardadas en lo profundo de su alma, no había un día que pasara sin pensarlas y las armara en su cabeza.
Se sentaron en el gran sillón mullido de aquella habitación, una gran distancia separaba ambos cuerpos los cuales mostraban cierta incomodidad a aquella situación que estaban viviendo. Una luz tenue las alumbraba y apenas permitía que pudieran observarse las facciones a la perfección.
Estuvieron alrededor de cinco minutos sin hablar, mientras tomaban aquella taza de té. Aquel silencio característico entre ellas y que en algún momento de sus vidas dejó de ser incómodo, ahora, nuevamente, lo único que las inundaba era un ambiente bastante engorroso, por lo que, Flor, siempre dando la iniciativa, comenzó a hablar, aunque no sintiera que ella era la que debía hacerlo.
- Perdón- se limitó a decir, en cuanto levantó la mirada para encontrarse con la de la pelirroja, esta no entendía a qué iba aquella disculpa, por lo que intentó explicarse mejor- perdón por haber salido corriendo ayer, me sentí una estúpida, de verdad.
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Razljubit (Flozmin)
FanfictionEl destino les jugó una mala pasada haciendo que se separen, pero una fuerza mayor hará que sus caminos vuelvan a cruzarse.