-Capítulo 17-

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21 de Julio de 2019

Ya pasada una semana de aquel acontecimiento horrible y lleno de tristeza, los rayos débiles de sol de mañana entraban por la ventana e incidían sobre la cabellera pelirroja y brillante de Jazmín, quien reposaba sobre unos de los sillones del living de la casa de sus papás. Junto a ella, tenía su nueva bitácora de dibujo N°35 en la cual dibujaba, sobre sus hojas recicladas,  una ciudad totalmente deshabitada, con una niña pequeña en una de sus calles, perdida, en soledad, así, así era como ella se sentía en ese instante.

Una lágrima comenzó a caer por su mejilla, con todas sus fuerzas,  intentó contener a que el resto saliera ya que estaba harta de llorar, no quería hacerlo más, estaba cansada de pasarla mal.

Después del funeral de su mamá, hacía seis días atrás, decidió ir a la casa de sus padres ya que ella era responsable de todo ahora, por lo que debía organizar las cosas y decidir cómo proseguir. Al llegar al hogar, pudo notar que la mitad de las cosas ya estaban en cajas, por lo que dedujo que su madre sabía, o sospechaba, lo que iba a pasarle así que se percató de dejar todas las pertenencias guardadas y acomodadas. Jazmín se encargó de empacar casi todo lo que faltaba, dejando sólo lo necesario para que ella pudiera vivir esos días que iba a quedarse en Buenos Aires hasta resolver las cosas, para luego, irse nuevamente a Estados Unidos.

Estaba triste, bastante, no iba a negarlo, era una junta de cosas que arrasaron su vida  en un abrir y cerrar de ojos. Emociones que creía escondidas en alguna parte de su inconsciente, reaparecieron y estrujaban parte por parte su débil cuerpo.

Estaba sola, ahora se sentía completamente sola, como nunca, nadie la entendía como ella necesitaba que lo hicieran en ese momento, pero como siempre, justificaba diciendo que no había motivo por el cual debían hacerlo, sentía que no se merecía la compasión de nadie, "todo pasa por algo", solía decir, intentando convencer a su conciencia, pero es que en realidad, su corazón estaba destrozado en mil pedazos, necesitaba que alguien llegara, se lo recompusiera y lo armara nuevamente, pedacito por pedacito.

El mediodía llegó y la encontró a Jazmín envuelta en una manta polar cocinando.  Como podía, hacía un risotto de verduras, por nada en el mundo iba a sacarse aquel acolchado de encima, la calefacción funcionaba muy mal y ella, como de costumbre, tenía ropa desabrigada, en pleno invierno.

Orgullosa de su creación, prosiguió a ir nuevamente al sillón en donde se encontraba anteriormente, con una mano sujetaba la manta y con la otra llevaba su plato colmado en risotto. Se sentó sobre el mullido mueble y, en silencio, prosiguió a comer. En ese momento deseó estar con alguien, en compañía, la casa era enorme y ahora, estaba vacía, es decir, todos los accesorios que hacen a una casa acogedora, estaban guardados en cajas. Sentía un vacío muy grande en su interior, como si alguien hubiese entrado ahí y con una pala, sacara parte por parte, aquello que en algún momento, Jazmín sintió vivo.

Hacía mucho tiempo que no tenía esa sensación, el sentirse "viva", ese sentimiento de plenitud absoluta, de felicidad. La verdad que no recordaba la última vez que sintió aquella sensación en la boca de su estómago, no se acordaba de la última vez que rió a carcajadas hasta llorar, sentía que su alma estaba apagada y no había forma de hacerla encender de nuevo. Ahora, se sentía totalmente oscura, llena de niebla, esa niebla espesa que no deja ver, que esconde todo lo lindo, lo puro.

Otra vez, las lágrimas llegaban a sus ojos verdes, para quedarse allí durante toda la tarde, ya se habían acostumbrado a alojarse en los lagrimales de Jazmín, y ella, se había acostumbrado a tenerlas.

De repente, el timbre sonó, descolocando por completo a Jazmín, ya que ella no esperaba a nadie, y mucho menos esperaba que alguna persona se fuese hasta Quilmes. Extrañada, se levantó del sillón, todavía envuelta en su manta, y se dirigió dudosamente hacia la puerta, esta no tenía mirilla, por lo que preguntó quién era, nadie respondió, volvió a hacerlo, nada. Supuso que alguien se había equivocado, por lo que se dio media vuelta y comenzó a caminar nuevamente hacia donde estaba sentada, pero, a mitad de camino, golpearon la puerta.

Razljubit (Flozmin)Where stories live. Discover now