Toxic [Bakutodo]

5

Era tan oscuro.

Todo a su alrededor era completa oscuridad.

¿Dónde estoy?

La misma pregunta cruzaba por su mente una y otra vez, como un disco rayado.

Era tan confuso.

Derrepente del suelo negro comenzó a salir pasto, de un color verde tan brillante y vivo.
El cielo fue pintándose de azul claro con algunas esponjosas y distorsionadas nubes.

El sol también salió y árboles florecían del espesor del césped.

A sus oídos llegaron suaves risas de infantes.
Era agradable escucharlas, sonaban tan alegres y llenas de inocencia, ignorando toda la mediocridad del mundo.

Cautivado por la felicidad que transmitían aquellas carcajadas, comenzó a buscar de quienes provenían.
Caminó un poco desconcertado al no saber exactamente donde estaba, y entonces...

La vió a lo lejos.

Su cabello blanco hacía contraste con el brillo del sol, una combinación perfecta.
Suave sonrisa plasmada en sus delicados labios y ojos llenos de brillo que solo una madre podría tener al ver a sus pequeños hijos jugar a su alrededor.

Su madre y sus hermanos.

Todos se veían tan felices.

Algo le llamó atención y dirigió la mirada al vientre abultado de su progenitora.
Decidió acercarse más al darse cuenta que ella no notaba su presencia, era como un fantasma aquí.

¿Qué es esto? ¿Un recuerdo? ¿Un sueño?
Pensamientos que comenzaban a abrumarle.

La tierna Fuyumi se acercó a su madre y le miró llena de entusiasmo.

─ Mami, ¿cuándo podré jugar con Shoto? ─ Le cuestionó a la mayor.

Todoroki pudo notar como su cuerpo se tensó, pero aún así ella mostró una amable sonrisa a la pequeña.

─ Aún falta un poco de tiempo, cariño. ─ Contestó acariciando su vientre. ─ ¿Por qué mejor no vas a jugar con los demás? Anda, pero no vayan tan lejos.

Fuyumi dejó ver una gran sonrisa en su rostro y asintiendo se dió la vuelta para ir con los otros niños.

Los tres comenzaron a jugar al escondite, Natsuo y Fuyumi corrieron a esconderse mientras el otro niño peliblanco contaba con los ojos tapados.

Otro niño...

¿De dónde salió él? ¿Es amigo de Natsuo?

Comenzaron a alejarse poco a poco de su mamá, no se alejaron demasiado, la mujer aún podía verlos y escucharlos.

Shoto se sentó a lado de ella, llevando sus rodillas hacia el pecho para poder abrazarse las piernas.
Recostó la cabeza encima de sus rodillas para poder observar más cómodo como jugaban los infantes.

Estuvo en esa posición algunos minutos, por alguna extraña razón se sentía en paz, pero empezó a escuchar un sollozo a su lado.

Giró la cabeza para ver a su mamá.
Aunque el apreciar la vista le rompió el corazón.

Lágrimas resbalan por sus pálidas mejillas mientras acariciaba su vientre.

─Shoto, perdóname... ─ Su mirada reflejaba dolor puro. ─ No me gustaría que vinieras a sufrir en este mundo. No me gustaría que vinieras a sufrir en las manos de una bestia como tu padre.

Las lágrimas del menor no se hicieron esperar más y comenzó a llorar por la imagen que daba su madre, por sus palabras cargadas de cansancio y dolor.