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La habitación se encontraba sumida en oscuridad.

La única luz provenía de la mano de Shōto, la cual estaba envuelta en las peligrosas y cálidas llamas de su kosei.
Su mirada, al contrario, era tan fría.

El chico de doble kosei yacía en la cama, recostaba su espalda en el cabezal de esta mientras sus piernas estaban juntas y extendidas.

Los días últimamente eran más helados de lo normal, ya no estaba el clima a veces caluroso que les animaba a entrenar hasta quedar agotados en la UA, era la razón por la que las llamas se mantenían vivas en la pálida mano, en un intento de brindar calor por no contar con calefacción en la casa.

Con la otra mano que no estaba envuelta en llamas, sostenía la tarjeta que Dabi le dio la primera y única vez que se vieron.

"Aún no estás lo suficientemente roto como para entender".

Algunas de las palabras que el azabache dijo antes de irse inundaban su mente desde hace algunos días.

Realmente no entendía, según él ya no podía estar más roto, más destrozado, pero aún sentía que podía continuar.

No creía que su corazón pudiera llegar a estar más despedazado.

En aquellos momentos Bakugo permanecía abajo, el heterocromático desconocía lo que estaba haciendo su pareja.

Seguían sin dirigirse al otro aún cuando ambos se morían por compartir una pequeña charla o tan siquiera un roce, pero Todoroki estaba demasiado dolido y Bakugo era demasiado orgulloso, ninguno se atrevería a tomar la iniciativa para volver a hablarse.

El sonido del teléfono interrumpió todo silencio que había en la habitación.

Shōto miró a un lado suyo en la cama, donde permanecía su teléfono.
Un número desconocido aparecía en la pantalla, algo extraño para él ya que no daba su número a muchas personas, podría jurar que las únicas personas que tenían su número eran sus tres amigos, Fuyumi y Katsuki.

Sin perder más tiempo dejó la tarjeta con el número de Dabi sobre sus piernas y dejó de usar su kosei; las llamas se apagaron.

La habitación estaría a oscuras de no ser por el brillo de la pantalla del teléfono, donde aún se mostraba el número desconocido.

Tomó el teléfono en la mano que segundos antes emitía llamas y deslizó el dedo por la pantalla táctil, aceptando la llamada.
Soltó un suspiro antes de levantar el teléfono, acercándolo a su oído.

- ¿Todoroki Shōto? - Antes de poder hacer siquiera un sonido, la voz del otro lado de la línea habló; una voz masculina en la que se podía percibir duda y pereza.

- Sí, él habla. ¿Qui... - Fue interrumpido.

- Vaya, al fin la oxigenada sirve para algo. - Una risa burlona y un quejido de fondo, Todoroki aún no entendía que estaba pasando ni quien era el que estaba llamando.

- Disculpa, pero no se quien eres. ¿Y cómo conseguiste mi número?

- Ugh, creí que podrías tener siquiera una idea. - El desconocido soltó un suspiro antes de seguir hablando. - Soy Dabi. Y sobre lo de tu número... Es un pequeño secreto.

El semi albino gruñó, provocandole una sonrisa a quien estaba del otro lado de la línea.

- ¿Qué pasa? ¿Te molesta que te hable? ¿O acaso tienes miedo de que tu novio se entere que estás hablando con alguien más? - El cinismo estaba presente en su voz.

- Vete a la mierda. - Shōto no era una de esas personas que solían decir palabras altisonantes cada cierto tiempo, sin embargo acababa de darse cuenta de que aquel pelinegro podía sacarlo de sus casillas muy rápido.

Toxic [Bakutodo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora