Capítulo cincuenta y dos

810 40 16
                                    

Clarke

No tenía ánimos de nada, pero no quería decepcionarlo. Había estado planificando todo desde temprano ésta mañana, así que hice un esfuerzo para al menos verme presentable.

Me puse la primera muda de ropa que estaba en mi closet y dejé mi cabello al natural.

Ya no estaba triste, estaba asustada.

Sentía que algo malo ocurría en cualquier momento. Solo era ansiedad.

No me atrevía a preguntarle a mi madre sobre aquel sobre que vi, ni siquera me atrevía a contarle sobre aquel extraño sueño que tuve. Se me hacía imposible. Era como si algo dentro de mi me lo impidiera.

Esas palabras... "El accidente, no fue un accidente".

Las manos me temblaban de tan solo recordar aquellas palabras. Todos los vellos de mi cuerpo se erizaban y un escalofrío recorría mi columna, haciéndome estremecer.

Me puse la primera muda de ropa que encontré. Y solo deje mi cabello un tanto despeinado.

- ¿Estás lista? - preguntó Bellamy tomándome de la cintura con delicadeza. Yo solo asenti sin pronunciar ni una palabra.

***

Bellamy

(...)

Estábamos caminando por la acera, tomados de las manos.

Su mano estaba helada, como si estuviera congelada

Nos dirigiamos a un cafetería a unas cuantas cuadras de aquí.

Se veía más tranquila, pero no más alegre. Es como si pudiera sentir el dolor que ella siente, no en la misma intensidad, pero lo siento. Es muy extraño.

Su mirada hablaba por si sola.

(...)

Clarke

Bellamy se quedó dentro de la acogedora cafetería, esperando nuestra orden; mientras yo tomaba un poco de aire "fresco".

Me senté en una banca de madera, junto a una pequeña plaza que había frente a la cafetería.

Me senté a mirar los autos pasar a gran velocidad. Pensando estupideces e imaginando cosas que jamás pasaran. Solo fantaseaba.

Volví a recordar aquellas palabras, maldición.

Una pequeña lágrima se asomó en mi ojo y la quité con rapidez. La sangre me hervia, estaba harta de sentirme así. Es como si estuviera en una fosa honda, de la cual nadie me puede rescatar.

Cerré mis ojos con fuerza, tratando de olvidar la horrible sensación. Me fue imposible, pero al menos lo intenté.

Abrí los ojos con lentitud y no podía creer lo que estaba viendo.
Era imposible. Estaba perdiendo mi cabeza.

Juré haber visto a mi padre, en el mismo auto.

Me levanté en seco de banca. - ¡Papá!el grito desgarró por completo mi garganta. Las lágrimas salían sin control, no podía, simplemente no podía.

(...)

Bellamy

Clarke había sufrido una crisis nerviosa. La llevé al hospital y el doctor le recetó unos sedantes naturales.

Después de todo, tal vez haya sido una mala idea salir hoy.

- ¿Estás bien? - me senté en un lado de la cama, ella no me miraba pero yo si a ella.

La rubia solo asintió, no tenía ninguna expresión en el rostro.

- No tienes que responder si no quieres - me levanté con suavidad de la cama y me acerqué a ella para darle un pequeño y delicafo beso en la coronilla de la cabeza. - Descansa, princesa - dije antes de cerrar la puerta de su habitación.

Murphy estaba en la sala, sentado en el sofá, mirando su celular; probablemente mirando twitter.

Me tiré junto a él y luego suspiré con pesadez.

-¿Todo bien con Clarke? - bloqueó su celular y lo tiró a un lado del sofa.

- Ella es fuerte, estoy seguro que saldrá de ésta como lo hizo las otras veces. - no pude haber sido más sincero.

(...)

Necesitaba un tiempo a solas, para pensar y toda esa mierda.

Así que salí del departamente, me estaba congelando a si que decidí ir a tomar algo, algo más fuerte.

(...)

— Un whisky sin hielo, por favor — me dirigí al camarero con una voz ronca y fría. El hombre asintió y fue por mi trago.

Mi teléfono comenzó a vibrar. Miré la pantalla; era un número desconocido.

Fruncí el ceño, extrañado y solo me resigne a contestar.

— ¿Hola?

— Seré rápido, niño bonito. — una voz ronca y despiadada se oyó del otro lado, con mucho eco, como si estuviera encerrado en una habitación.— hay unos asuntos pendientes que tú princesita puede resolver — se refería a Clarke, estaba más que claro.

— ¿Quieres a tú princesita sana y salva? — preguntó el hombre con voz diabólica.

— ¿Qué demonios quieres? — susurré con agresividad.

—Eres tú, o tú princesita. Decidide.

— ¿A qué refieres?

— Tú vida a cambio de la de ella.

Se me hizo un nudo en la garganta.

— No le hagan daño, por favor —  mi voz se quebró por completo, casi estallando en llanto.

— Tú princesa irá mañana a arreglar unos asuntos a su Universidad — cada vez me hervia más la sangre. — Estará ocupada, procura ser rápido. Te recogeremos ahí, prepárate — esas simples palabras cortaron mi respiración totalmente.

El sujeto colgó.

-----------------------------------------------------------
Se prendió. Gente, solo queda el epílogo, prepárense, porque está intenso

You're my gravity [B,B; C,G]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora