OS: La boda de mi hermana.

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Gemma iba de un lado al otro, con una bata de baño y el cabello en rizadores que se quitaría en un rato más. La chica que estaba ahí para maquillarla iba detrás de ella, porque no se quedaba quieta, yo solo miraba divertido como se desesperaba por cualquier cosa, como daba grititos cuando no encontraba algo.

-Gemma... -la llamé.- ¡Gemma! -grité, esta vez obtuve su atención, me miraba algo aturdida, paralizada en su posición anterior.

-¡Vamos, que estoy ocupada! -me apresuró.

-Tranquilizate, todo lo que necesitas hoy, lo fuiste poniendo en esa caja. -la señalé en el rincón de su habitación.- Ahí está todo, y si no, yo lo busco, pero por el amor de Dios, deja que te maquillen de una vez.

Gemma asintió y suspiró. Le ayudé a poner la caja en la cama y ella encontró la cajita que buscaba, con un collar de oro blanco que solía pertenecer a mamá. Sonreí y me acerqué a ponerselo en cuanto me lo pidió y se sentó frente al espejo.

-Ojalá estuviera aquí. -su voz tembló y abroché el ganchito del collar. La miré por el espejo y sonreí, acariciando sus hombros.

-Lo está de alguna manera. -le dije.- Ella y papá. Siempre están, incluso cuando sentimos que no. -suspiré y di unos pasos hacia atrás, permitiendo que la chica del maquillaje comenzara.

Gemma me sonrió y asintió, luego su celular comenzó a timbrar.

-Hola, ¿ya llegaste? -fue lo primero que preguntó.- Bueno, espera ahí, mandaré a Harry. Si, si... okay... adios, gracias. -colgó y la miré con el ceño fruncido, no quería salir y dejarla sola, si lo hacía probablemente ella explotaría, perdería la cabeza.- Harry, el abuelo llegó, necesito que vayas por él al aeropuerto...

-De acuerdo. -no le puse ni un "pero", porque probablemente ella intentaría ir si me negaba.- Trata de mantener tu cabeza en su lugar, no tardaré. -prometí.

El camino al aeropuerto era algo largo y tedioso, lleno de semáforos y cruces. Llegué y estacioné, y justo cuando salí, pude ver al abuelp entrar en un taxi a lo lejos. Corrí a tratar de detenerlo, pero no lo alcancé, gruñí y caminé de vuelta al auto, pero casi a medio camino me taparon los ojos.

-¿Quién soy? -su voz. Ocho meses pasaron lento, mucho más sin escuchar su voz porque tomó el turno del sábado durante el trabajo. Louis.- ¿Te has quedado mudo? ¿O no eres tú? Dios, eso sería tan vergonzoso... pero confío en mi mismo... ¡Ya di algo!

-Lou... -susurré y me di la vuelta.- ¡¿Cómo...?!

-Por eso tomé el turno del sábado. -explicó encogiendose de hombros.- Valdría la pena, yo lo sabía... -sus manos tomaron las mangas de mi playera.- ¿No vas a besarme?

-Antes tenías un aura de acosador y... ahora eres como... como un conejito. -reí abrazandolo.

-No podía seguir así cuando eres como dos metros más alto que yo. Se vería raro. -se separó de mi y pellizcó mis mejillas. Nos quedamos en silencio, viendonos a los ojos por un rato.- Oye, enserio me encantaría besarte ahora y no te dejas... y no es como si ahora pudiera solo acorralarte, terminaria besando tu mandíbula. -acusó.

-Hablas como si fueras un enano. Tampoco exageres. -reí tomandolo de la cadera.

-Es divertido -sonrió. Tomó mi nuca y me jaló hacia sus labios y cuando al fin se tocaron con los míos, ya no pude pausarlo.

La boda fue hermosa, Gemma se veía absolutamente hermosa y todo parecía maravillarle incluso si ella la había planeado. Todo brillaba, y ella lo hacía aún más, su sonrisa no se fue ni siquiera con las lágrimas, pues eran de emoción. La fiesta fue tal como ella quería, la familia de Max me adoraba, sobre todo sus primos, que no tardaron en hacerse amigos de mi novio, y a avergonzarme por las cosas que había dicho mientras no estabamos juntos.

-Estoy agotado. -murmuró Louis recostandose en mi brazo cuando los invitados ya comenzaban a irse. Gemma estaba despidiendo a la numerosa familia de su ahora marido.- Vamos a despedirnos, ¿si?

-No puedo, tengo que quedarme con mi hermana hasta el final... -murmuré y cerre los ojos, recargando mi cabeza en la suya.- Pero puedes dormir sobre mi.

-Te tomaré la palabra. -murmuró acomodandose.

No pasó ni media hora cuando Gemma se daba a la huida, fuimos a despedirla, se iba con Max a su luna de miel. Antes de subir a la limousina, se dio la vuelta y corrio a abrazarme.

-Cuidate... el abuelo estará hospedado en un hotel cerca de la casa... llevalo, por favor. -dijo alejandose y tomando mis mejillas.- Cuidalo, Louis. -le pidió a mi novio abrazandolo.- Y ten esto. -sacó de su pequeño bolso una bolsita como de regalo y nos la dio.- Alguno de los dos la necesitará, ya lo averiguarán luego.

No nos dejó decir nada, porque antes de poder preguntar o abrir la boca, salio a subirse corriendo a donde su esposo la esperaba.

Dejamos al abuelo y ya estabamos en casa, cuando decidimos abrir la bolsita de regalo.

-¿Qué es? -pregunté mientras Louis sonreía al interior, sin dejarme ver en absoluto.

-Mira. -sacó un paquetito plateado y lo puso bajo la luz de la lampara. Me sonrojé por la idea de mi hermana pensando en mi y Louis de ese modo.

-Estúpida Gemma. -gruñí tomando el condón.

-Averiguemos como se usa. -dijo tomandolo y guardandolo en la bolsita. No tuve tiempo de protestar, porque él estaba ya jalandome a la planta alta.


No le digas a mi hermana - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora