Capítulo 6: Reclamos.

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LAMENTO mucho la tardanza. Entré de nuevo a la facultad y me absorbió, pero estoy de vuelta. Gracias a quienes siguen ahí esperandome. :)

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Mi mente era débil, mucho más de lo que algún día pensé. Durante la cena con Lisa, estuve a punto de ir a revisar el dichoso tubo tres veces, pero me detuve. Había desaprovechado el momento en el que estuve solo, desaproveché la oportunidad que la vida me había regalado, solo porque estaba muy ocupado pensando en todo sobre lo que Lisa había dicho, todo sobre que a Louis le gustaba mi hermana. La confusión comenzaba a hacerse cada vez más fuerte y aunque los días anteriores no me molestaba, justo ahora me sentía incómodo.

El tiempo se iba volando, Niall no me había mencionado nada acerca de Sara, hasta ese día en el receso. Faltaba un solo día para mi fiesta de cumpleaños y él sugirió que la invitara, que era el pretexto perfecto para que le llamara, y no-sé-qué más cosas. Louis había ido un par de veces a la casa, pero siempre me lo encontraba en la puerta, justo cuando estaba por salir a casa de Niall, o al parque. Siempre me quedaba con las ganas de que me pidiera que me quedara, pero nunca lo hacía y comenzaba a pensar que realmente no quería mi compañía, que era a mi hermana a quien buscaba, a pesar de su nota en el dibujo que me había regalado.

-Entonces, ¿la invitarás? –estábamos mi amigo y yo caminando como de costumbre, después de la escuela. Me sentía raro, como si mis huesos hubieran sido remplazados por gomitas. No, no era por la mención de Sara, era por algo más y no lograba comprender la razón, en realidad. Miré a Niall y me encogí de hombros.- Hermano, la chica comenzará a enloquecer, ¿Qué no te gustó? Es perfec… ¿no es él el amigo de tu hermana? –preguntó de repente el rubio.

Sin querer, estaba volteando a todas las direcciones, en busca de quien hablaba Niall. No podía referirse a nadie más que a Louis, era el único amigo de mi hermana que él podía identificar, pues los otros eran… bueno, eran más bien pasajeros, como novios de sus amigos o incluso algún casi-novio suyo.

-Harry. –la voz de Louis llegó por detrás de mí a mis oídos y giré en mis talones hasta verlo. Le sonreí sin poderlo evitar. Estaba recargado en un auto deportivo negro, guardó unas llaves en su bolsillo y se acercó a mí.- Voy a tu casa, ¿puedo llevarlos hasta algún lugar? –preguntó mirándome específicamente a mí.

-También voy a mi casa… -murmuré por lo bajo.- Niall unas cuadras antes… -tragué saliva. Entonces Louis ya tenía auto. ¿Por qué iba caminando la última vez? Bueno, eso no importaba.

-Suban. –dijo con una sonrisa. Tomó nuestras mochilas y las dejó en el asiento trasero, Niall subió y antes de que pudiera hacer lo mismo, Louis cerró la puerta y abrió la del copiloto para mí. Con una pequeña mueca subí al asiento y cerré la puerta.

El camino a casa fue muy tranquilo, y él no dejaba de mirar a Niall por el retrovisor, cosa que me ponía muy nervioso. Desconocía nuevamente la razón, y es que había estado desconociendo muchas cosas últimamente. Todo era culpa de Louis.

Niall se despidió de mí en cuanto bajó del auto en la cuadra que le correspondía, y en cuanto estuve a solas con Louis, lo escuché carraspear y volteé a verlo, él tenía la mirada al frente, y miraba al retrovisor de vez en cuando. Cuando dejé de ver a Niall por cualquiera de los espejos, él se detuvo y estacionó el auto. La boca de mi estómago cosquilleó y estaba de repente más nervioso de lo que me gustaría admitir. Volvió a carraspear, pues había dejado de verlo, pero me negaba rotundamente a mirarle nuevamente, porque tenía la sensación de que él estaba molesto y que querría hablar al respecto… no me gustaba que la gente se enojara conmigo, y aunque quería siempre saber la razón, creo que justo ahora quería simplemente que el siguiera y llegar a mi casa.

-Harry –me llamó. No lo vi, seguí con la mirada en otro lado, mientras soltaba un pequeño “Dime” casi inaudible.- Harry… -repitió.

-Dime –insistí sin despegar mi mirada del exterior, que justo ahora me parecía bastante atractivo a pesar de ser solo un bote de basura y un árbol seco. Tragué saliva y sentí mi cuerpo estremecerse cuando su mano tocó mi mejilla, se deslizó por mi barbilla y me hizo voltear.

-Mírame. –pidió, a lo que yo no pude desobedecer, no porque me lo haya pedido, sino, porque me había volteado hacia él. Mis ojos conectaron con los suyos y mi estómago volvió a removerse dentro de mí, causándome un tipo de nauseas no del todo desagradables.- Dime quién es Sara. –pidió. Los colores subieron a mi cara e intenté agachar el rostro, escondiendo un poco mi incomodidad.- ¿Quién es Sara? –demandó. No respondí. Él me soltó.- ¿Es tu novia? –Preguntó.- ¿Quién es Sara?

-No importa quién sea Sara. –dije. Era la primera vez que hablaba con él a solas desde… bueno, desde hacía ya mucho tiempo. Un golpe sordo me hizo voltear a verlo, había golpeado el tablero del auto, me miraba molesto.

-Si importa. Quiero saber quién es. –dijo.- ¿Por qué tu hermana dice que sales con ella? –no me miraba, simplemente miraba el lugar que había golpeado hace unos instantes.- Dime, ¿eso es cierto?

Pronto comencé a sentir una especie de enfado. ¿Qué más le daba si salía yo con Sara o no? ¿No andaba él por ahí regalándoles cuadros a todos? Quizá no era lo mismo, pero me hacía sentir molesto. Gruñí y volteé a verlo, luego miré atrás y tomé mi mochila, para ponerla sobre mis piernas.

-Ya dije que no es importante. –mi voz estaba un poco elevada. Odiaba que él me pidiera explicaciones, ¡yo no había hecho nada malo! Además él no tenía nada que reclamar, no tenía ninguna clase de derecho.- Y no quiero que te metas en mi vida privada o sentimental. –sentencié.

-¿Sentimental? –dijo con burla, mientras volteaba a verme. Mis mejillas se encendieron y mi expresión se suavizó, pero en cuanto me di cuenta, volví a fruncir el ceño y me crucé de brazos.- Tienes quince años, no sabes qué es una vida sentimental. –negó con cierta diversión, y algo de desilusión en sus ojos.- Y tu hermana piensa que es apropiado, pero eres un niño, y no estás listo para una novia. Tienes que estudiar, no puedes…

-¡No puedes decirme que hacer! –grité. Abrí la puerta y bajé, la azoté al cerrarla y cuando estuve unos tres metros alejado del auto de Louis, volteé simplemente para mostrarle mi tercer dedo, para seguir caminando molesto hacia mi casa.

Iba dando zancadas, golpeando mis pies contra el suelo en cada paso, e iba tan inmerso en descargar mi ira contra el suelo, que no me di cuenta de que Louis me seguía en su auto, despacio, mirándome. No me importaba, solamente quería alejarlo de mí, porque me sentía atrapado, inseguro, regañado, sentía que me acusaba de algo. Y me sentía celoso, por la pintura que le había dado a mi hermana. Yo no le reclamé eso, ¿por qué él me reclamaría por Sara? Maldita sea, ¡actuaba como un maniático! Aceleré el paso hasta el punto en que me encontraba corriendo a casa, llegué y después de gritar que había llegado, me encerré en mi habitación, donde tomé el tubo que Louis me había dado y lo escondí debajo de todo lo que había en mi closet. Tomé el teléfono y cuando hube marcado el número que quería, presioné “llamar” y esperé hasta que ella me respondió.

-Sara, soy Harry. –saludé. Aunque antes había dudado en llamarle, ahora estaba seguro de que la quería en mi festejo mañana.

No le digas a mi hermana - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora