HIKARU

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-¡Muchas gracias por sacarlo! - Hikaru sonaba agradecido.

-Es solo un gato, no exageres...- Respondió con algo de fastidio.

-No exagero ¿no le has visto los ojos? parece que quisiera comerme o atacarme en cualquier momento. - Hikaru estaba oculto tras la pared de la cocina, observando como su vecina Chiasa sacaba al gato que estaba en el balcón.

-Mientras más los odies, más se te van a acercar. - Respondió ella tomando con suavidad al pequeño animal que miraba fijamente a Hikaru.

-Lo sé y es horrible... odio sus caras, sádicas y llenas de maldad. - Chiasa sonrió divertida, pues le gustaba aquella faceta de Hikaru.

Aquel domingo pasó sin más problemas, pero el miércoles, el peludo y persistente amigo de Hikaru volvió por la tarde.

-¡Te odio! - Le gritaba Hikaru desde arriba del sofá. Chiasa reía a carcajadas, pues el gato intentaba subirse al sofá sin éxito, pues el muchacho no dejaba de lanzarle los cojines.

-¿De verdad lo odias? - Preguntó con burla.

-¡Si! No sabes cuánto.

-¿No estas ya muy grande para comportarte así?

-¿Podrías dejar de burlarte y ayudarme a sacarlo? - Hikaru comenzaba a molestarse.

-¿Cómo empezó tu miedo? - Chiasa agarró al gato, acarició su cabecita mientras el pequeño animalito ronroneaba en sus brazos.

-No es miedo, de pequeño un gato se me subió y me arañó la cara, desde entonces los odio.

-Ya veo... - Dijo y salió del departamento, rápidamente lo dejó en la entrada y el gatito corrió en busca de su dueño. Cuando volvió se notaba nerviosa, el cielo comenzaba a oscurecerse en señal de que pronto llovería y habría una tormenta.

-¡Que alivio! - Hikaru se dejó caer sobre el sofá, con una sonrisa.

-Deberías de superar tus miedos. - Chiasa se sentó junto a él. - No es bueno que mantengas ese trauma, superalo y libérate.

-Lo dices tan fácil..

Chiasa no pudo responderle, pues un trueno cayó cerca de ahí, alumbrando el cielo, haciendo un ruido muy fuerte.

-¡Hikaru! - Gritó la chica, al tiempo que se lanzaba a sus brazos.

-¿Quién era la que decía que se deben superar sus miedos? - Preguntó a modo de burla.

-¡Callate! - Le golpeo el pecho.

-¡Que fuerte eres! - Le dijo, haciéndola reír.

Desde aquel día, ambos chicos no se separaron, intentaban superar sus miedos... juntos.

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