Le entregó una taza de té caliente, le ofreció una manta y sentándose en el sofá enfrente de ella, comenzó a observarla.
-No me veas así. – regañó Yuki a un Chinen curioso.
-¿Por qué? – preguntó, quitado de la pena.
-Soy horrible, lo sé.
-Daiki te tendió una trampa, eso todos lo sabemos...
-Todos menos él.
-No quiere verte por ahorita.
-Ya veo... ¿Dónde ha dormido?
-En casa de Ryosuke.
-¿Eilin no se ha enojado? – Yuki conocía poco a Eilin, pero sabía que ella era muy amable.
-La conoces, no es grosera, pero Ryosuke...
-¿Qué hizo?
-Está furioso porque dice que no puede tener intimidad con su novia. – se burló Chinen.
-Pobrecito...- suspiró triste.
El celular de Chinen sonó, él no demoró mucho en atenderlo y cuando terminó, se levantó.
-Creo que es por ahorita, ha cambiado.
-¿Qué? – Yuki siguió con la mirada a Chinen, éste abrió la puerta dejando entrar a Keito.
-Los dejo en su casa...- Yuri desapareció tras la puerta.
Ambos chicos se miraron de manera incomoda, no sabían que decir.
-Keito yo...
-Lo sé todo.
-¿Eh?
-Daiki me ha contado lo que sucedió...
-Pero...
-No quiero perderte Yuki, eres mi princesa, este tiempo sin ti te he extrañado y sé muy bien que tú a mí también me has extrañado.
-Sabes que te quiero mucho...- Yuki lo miró sin poderlo creer.
-Yo te quiero a ti...
-Jamás... Jamás lo habías dicho...
-Soy muy penoso.
-Ya me di cuenta...- Yuki le sonrió, cosa que consiguió que Keito se sonrojara, la tomó por la cintura y le dio un largo y apasionado beso. – Casate conmigo... Keito.