Capítulo 2.

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Intentaba que mi pelo terminase de quedar completamente liso mientras sonaba alguna canción que no conseguía escuchar con nitidez debido a que tenía la puerta de mi baño cerrada.

Cuando finalmente acabé de alisarlo, me acerqué a la habitación de Kat a pedirle el eyeliner y me quedé bastante sorprendida con lo que vi.

El pelo azabache de mi mejor amiga caía en cascada por su espalda adornado de suaves tirabuzones y con unos mechones recogidos con unas pequeñas trabas para apartarse el pelo de la cara, lo que le aportaba protagonismo a sus ojos, los cuáles se limitaban a poseer una delgada línea estilo egipcio.

Sus labios tenían un color sencillo, apostaba a que me había cogido mi brillo de labios mientras estaba en la ducha. Llevaba un precioso vestido blanco de flecos por encima de la rodilla y sin mangas con unas sandalias plateadas. Iba preciosa.

-Vic, me halagas, pero soy hetero. ¿Podrías limpiarte la baba antes de que te manches la blusa?-dijo Kat con sorna.

-Muy graciosa.-repliqué. -¿No vas muy arreglada? Te recuerdo que sólo vamos a la discoteca.

-Lo sé, pero voy bien.-afirmó.

-Llevas un vestido que te pusiste para el bautizo de mi primo.-recalqué.

-Y tú llevas una blusa con la que se te ve hasta el alma.-arqueó una ceja.

-Perdona, pero es elegante.-contesté.

-Sí, sí, sí, lo que tú digas.-dijo con desdén.

Puse los ojos en blanco y salí de la habitación para mirarme en el espejo. Llevaba una sencilla blusa negra de transparencias con topitos dorados, unos pantalones negros de tiro alto y unas sandalias negras con algo de plataforma y pequeñas piedrecitas doradas. Iba arreglada, pero sencilla.

Mi pelo estaba completamente liso y mis ojos se limitaban a tener una delgada línea para enmarcarlos. Me apliqué un poco de pintalabios rojo oscuro y cogí mi bolso asegurándome de que tenía todo lo necesario para salir de fiesta. Móvil, dinero, dni, llaves, spray antivioladores, pintalabios. Sí, lo tenía todo.

Alrededor de una hora más tarde un furgón negro se detuvo en nuestra puerta y la cabeza de Calum asomó por una de las ventanas. Nos hizo unas señas para que nos subiésemos.

-Estáis preciosas.-nos sonrió una vez nos sentamos junto a él y Michael.

-Gracias.-respondimos al unísono plantando un beso cada una en su mejilla.

-Calum, tío, comparte.-dijo Luke enfurruñado en su asiento frente a mí.

-Uuuh, Luke está celoso.-tarareó Ashton a su lado.

Llegamos a la discoteca y nos dirigimos a un pequeño reservado del primer piso. Y como a veces la suerte puede llegar a sonreírme, la barra estaba atendida por Sam, un viejo amigo del instituto que solía hacernos pequeños descuentos en las bebidas a Kat y a mí.

Me acerqué a la barra y le sonreí a la vez que le guiñaba un ojo. El me miró y asintió entendiendo lo que le pedía. Hielo picado con un buen chorro de Baileys.

-¿Vas a empezar a beber desde ya? Acabas de llegar.-dijo poniendo el vaso en mis manos- y además, esos son tus ídolos. No querrás emborracharte.

-Sam, sólo te he pedido una copa.-respondí.

-Y yo voy a pedir otra. -dijo la voz de Luke a mi lado.

-¿Vas a empezar a beber desde ya?-dije repitiendo la frase de Sam.

-Bueno, hay una chica preciosa a la que todavía no he invitado a bailar, y espero que con una copa se me vaya la vergüenza.

-Pues te deseo suerte.

Australian.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora