Capítulo 9.

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-Vamos, Kat, date prisa o se darán cuenta.-urgí.

-Tía, lo hago lo más rápido que puedo. Vale, esto ya está.-dijo alzando la última camiseta zurcida.

-Chicas, el coche acaba de entrar a la calle.-dijo Evan desde la puerta.

Nosotras nos apresuramos a guardar todas las camisetas y salimos rápidamente por la puerta de atrás montándonos en el escarabajo de Kat. Condujimos lo más rápido que pudimos hasta casa y allí nos tiramos en el sofá.

Cinco minutos después sonó el teléfono de Kat. Ella sonrió y se fue a su habitación a hablar tranquilamente con quienquiera que fuese el que llamaba.

Evan me estrechó un poco más entre sus brazos y empezó a depositar suaves besos en mi cuello a lo que yo sonreí y le respondí echando la cabeza hacia atrás para dejarle mejor acceso.

En un rápido movimiento, Evan me puso debajo de él y atacó mis labios con rudeza. Yo respondí invadiendo su cavidad bucal con mi lengua, empezando una batalla que no sabíamos quién iba a ganar. Deslicé mis manos bajo su camiseta y acaricié su espalda, rasgando suavemente con mis uñas.

-Tío, ¡subíos a la habitación!-dijo una demasiado familiar voz a nuestra espalda.

-Mierda.-susurré.

-¿Van a pasarse la vida aquí?-murmuró Evan con fastidio.

-Evan, ¿podrías por favor dejar de poner el culo enfocado hacia mí? El hecho de que tengas a tu novia debajo lo hace un poco incómodo.-dijo Michael.

-¡Mickey! ¡No seas guarro!-grité riendo.

Evan se levantó y se recolocó la camiseta. Me incorporé detrás de él y salté rodeando la cintura de Calum con las piernas, abrazándolo cual koala. El me devolvió el abrazo y los demás me dieron uno a uno un beso en la mejilla.

-Tu novio nos está mirando mal, pequeña cabezota.-susurró Calum.

Volví al suelo y me dirigí a los brazos de Evan quien se había puesto realmente tenso. Besó mi frente y subió a mi habitación como alma que lleva el diablo.

Yo me encogí de hombros y me volví a los chicos quiénes ya se habían acomodado en el sofá. La pregunta era cómo. El sofá era de dos plazas y ellos eran tan enormes que necesitarían uno de ocho como mínimo para poder estar sentados los cuatro juntos.

-Bueno, señoritas. ¿Vais a explicarnos POR QUÉ HABÉIS ZURCIDO NUESTRAS CAMISETAS?-gritó Ashton.

-Sencillo, parecéis unos indigentes cada vez que salís por ahí con esas camisetas.-dijo Kat sentándose a su lado. Él la miró arqueando una ceja y ella se acurrucó junto a él.

-Sois vomitivos.-sentenciamos Mike y yo.

-Ya, claro.-respondió Ashton.

-Vic, ¿Evan se queda esta noche en casa?-preguntó Kat de repente.

-Sí, ¿por?

-Ash, ¿puedo dormir en tu casa?-dijo, ignorándome.

-Claro, pero…-respondió Ash casi tan confundido como yo.

-¿Por qué odias tanto a Evan?-pregunté abiertamente.

-Chicos, dejadnos solas un momento.-reclamó Kat. Ellos obedecieron casi de inmediato dejándonos solas en el salón.

-¿Vas a responderme?

-Eres imbécil, Victoria.

Su determinación me dejó totalmente anonadada.

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