Engelle
Todo a mi alrededor parecía ir en cámara lenta, los martilleos de mi cabeza no cesaba de torturarme y el sabor de la sangre hacia que mi estómago se resolviera. Todo parecía tan ficticio, tan alucinantes que si no estuviera viviéndolo en carne propia no pudiera creerlo. Observar el cuerpo inmóvil del hombre que casi me mata a golpes era como estar viviendo un mal sueño del que no podía despertar, todo mi cuerpo se tensó al ver el carcho se sangre brotándole de las heridas expuestas en su cabeza y espalda. Trate de levantarme pero mis piernas se encontraban entumecidas por el dolor en mi cuerpo totalmente magullado, alce un poco la mirada del cuerpo de Erick y observe a Alis quien se encontraba totalmente en shock, el único atuendo que llevaba puesto era una sábana machada de sangre sujetada con un nudo en lado superior del hombro derecho, con la mirada perdida, sus piernas temblaban como una hoja de otoño apunto de yacer en el suelo y con cada fibra de su cuerpo tenso por todo lo ocurrido. Aun sostenía con firmeza una parte del jarrón rota apuntando aún al cuerpo yaciente en el suelo, la sostenía con tal fuerza que de su mano brotaba una delgada línea sangre que se deslizaba hasta la punta de filosa porcelana, haciéndola parecer como la protagonista de una película de terror.
No sabía que pasaba por su cabeza pero de algo estaba segura ¡no era nada bueno! Antes de que saliera de sus transe e hiciera una locura o se pusiera histérica tenía que ayudarla a volver a la realidad de una manera no tan abrupta e brusca. Reuní la poca fuerza que aún me quedaba y muy despacio fue levantándome del suelo, sosteniéndome como las paredes para no volver a caer, el dolor lacerante en mi costilla izquierda era cada vez mayor del cual solo podía apaciguar el dolor sosteniendo con mi mano el lugar afectado, esto no serviría de nada porque el daño era interno pero al menos disminuía el dolor un 10%.
Cada paso que daba para llegar a donde se encontraba Alis era una tortura, estaba ubicada por el umbral de puerta a unos siete pasos de donde yo me localizaba, poco a poco entre quejidos y jadeos silenciosos logre llegar hasta donde se ubicaba, toque su pálido y frio rostro dándole pequeños golpecitos en las mejillas para que reaccionara, al ver que no funcionaba decidí aplicar un poco de fuerza, mis manos se incrustaron en la piel de sus delgados brazos zarandeándola con ferozmente para que regresara a la realidad. Sus largas pestañas revoloteaban con una velocidad impresionante tratando de borrar lo que observaban sus ojos, sus mirada examino el cadáver que extrema lentitud poco a poco fue recuperando la cordura, su respiración se fue agitando cuando presencio la lucidez de sus actos, sus ojos se cruzaron los míos mostrándome todo el terror, culpabilidad e inseguridad que se arremolinaba en sus interior, estaba a punto de entrar en pánico lo sabía pero yo no dejaría que sus demonios la volvieran a sumergir en las sombras.
-Alis- la llame en tono suave tratándole de transmitir toda la tranquilidad posible. No logre que formulara ni una sola palabra, lo único que obtuve fue su total atención, sostuve sus manos temblorosas entre las mías quitando el agarre que tenía con el pedazo de porcelana, lleve sus manos hasta mis labios lastimados dejando besos en su piel, sus ojos brillaron por la admiración de mis actos, estos solo reflejaban una mescla de miedo con amor que sucumbía en su interior --todo estará bien te lo prometo—prometí antes de fundarla entre mis brazos. Todo su cuerpo reacciono de repente, entrelazando sus brazos en mi cuello hundiendo su cabeza en el espacio de mi cuello y se desborono de inmediato.
Su llanto seso después de unos minutos y regresos su mirada hacia mí, acaricio con sus largos dedos las heridas en mi cara con suma delicadeza – ¿te duele?—pregunto con vos entrecortada con su mirada llena de preocupación, hice un gesto levantando mis hombros para retarle importancia a mis pequeñas heridas pero al hacerlo el dolor lacerante en mi costilla incremento, haciéndome soltar un gemido de dolor y ella enseguida me sostuvo para no caerme – hay que curarte las heridas—proclamo mientras me ayudaba a llegar al mueble de la sala colocándole con cuidado en el mismo.
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SOLO MIA
RandomHay diferentes directrices de la vida en la que varios confundimos los sentimiento que sentimos hacia otra persona con amor, esa es la historia de Engelle un joven con demasiadas cualidades las cuales todo quieren poseer pero pocos podran obtener, e...