Capítulo 22 Pasado Doloroso

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Alex

Toda mi vida las personas las personas que más amo me han dado la espalda. Desde muy pequeña mi padre fue el ejemplo de poder en mi casa, crecí llena de remordimiento por la forma en que me trataba tanto a mi como a madre, odiaba su debilidad, detestaba que lo dejara hacer todo lo que él quisiera con ella solo por miedo, repudiaba la forma en la que su cuerpo se cernía en mi mientras yo lloraba de impotencia al no poder hacer nada, lo odiaba con todas mi fuerzas que un día me canse de ser humillada y abusada por ese imbécil. Una noche de luna llena asesine a mi padre sin ningún remordimiento carcomiendo mi ser, no sentí nada al verlo desfallecer por mis propias manos, fue tan fácil, tan rápido quitarle la vida con solo un cuchillo incrustado en su garganta, la fascinación de ver su sangre resbalarse por mis manos me consumió haciéndome cometer el peor error de mi vida, la sed por sangre era insaciable solo quería más para borrar cada rastro de el de mi piel, mi madre pago el arduo precio de mi desenfreno y me lamente cada día desde su partida, desatando mi ira cada noche contra mi propia existencia inmunda. Quede huérfana a la edad de 15 años, mi mundo se disminuyó a un orfanato de mala muerte a las fueras de España que fue donde me refugiaron al pensar que un loco psicópata había asesinado a mis padres; desde su muerte mi garganta se secó y mis cuerdas bocales se desvanecieron en mi interior, todos los psicólogos diagnosticaban que era un trauma referente a la muerte de mis padres pero no era así solo quería guardar mi luto de la única forma que podía lastimándome a mí misma, cada noche de soledad en mi cuarto me hacía marcas en los brazos para desvanecer un poco del dolor carcomiendo mi interior, la culpa de la perdida de mi madre me marco cada minuto de mi vida convirtiéndome en un muerto viviente sin vida a la espera de su sepulcro final.

A los 18 años hui del orfanato harta de vivir en esa miseria, salí en busca de una nueva vida para mí, conseguí un trabajo en un restaurant en la ciudad de Barcelona y conseguí una departamento cerca de mi trabajo, todo iba súper bien hasta que apareció ella, desde el momento en que nuestros ojos hicieron contexto visual nuestras vidas se vieron conectadas por un lazo imbatible, una atracción tan acogedora que hacia vibrar cada parte de mi ser, fue como un relámpago acorralándonos, exigiéndonos estar juntas y que no nos separaras jamás.

Nunca me había enamorado, ni creído en el amor, pero aun creía en el amor a primera vista pero por lo visto eso había ocurrido conmigo inevitable e implacable desboronando cualquier barrera impuestas hacia esas cursilerías, aunque me resistiera cupido ya me había flechado con su fecha y no había vuelta atrás Mi padre siempre decía que ninguna persona quiere a otra solo están hay por recibir algo a cambio pero nunca quise creerle hasta que conocí a Engelle tan angelical, tan positivas a pesar de las mil mierdas que la afligían, toda su pureza, su bondad, alegraba mis mañanas pero además de la luz que me brindaba también podía convertirla en oscuridad, me hacía volver locas a cada instante que no estaba conmigo, cada momento en que se iba a estudiar o desaparecía por algún mandado me desquiciaba y hacia salir la peor parte de mí. Esa parte rota, oscura, demoniaca que todos llevamos dentro por alguna razón. Esa parte oscura en mi interior posicionada desde el primer momento en que tengo uso de razón, ya no me lastimaba a mí misma para reducir mi dolor sino que me satisfacía transmitirle mi dolor, mi miedo, mi furia, todo lo que me desquiciaba perderla, le mostré el amor de la manera en la que yo la veía y termino huyendo de la bestia que soy dejándome aún más vacía y más rota que antes, con un sed de venganza y resentimientos deseando salir y destruirla su mundo por completo con mis manos.

Después de su huida, mi vida se vio degradada a un solo objetivo encontrarla y vengarme de ella, por dejarme cuando más la necesitaba, por todas las promesas incumplidas de su parte, por todo el sufrimiento que me hiso pasar, talvez era un pensamiento enfermizo pero lo único que eh anhelado desde su partida es volver a oírla gritar mi nombre mientras desgarraba su piel con mi uñas, me desvela el solo pensar en su sangre en mis manos, moriría por volver a ver su cuerpo retorcerse mientras la golpeo hasta que quede sin oxígeno.

SOLO MIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora