Capítulo 26 Confesiones II

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Engelle

El pasado y el futuro se veían mesclados en una imagen confusa que aún no asimilaba mi cerebro. Nunca me sentí tan decepcionada en mi vida como cuando vi la cara de Alex frente a mí, ver esa mirada perdida extasiada por conseguir el dolor ajeno que saciara su sed de venganza fue tan vivido como volver a esos días en los que descargaba toda su ira sobre mi haciéndome revolver el estómago por la sensación de tenerla nuevamente frente de mí. Sentir que cada respiración, cada palabra, cada parpadeo, cada palpitar de tu corazón es una equivocación ante tu existencia me hacía sentir miserable, yo tenía que haber muerto hace mucho entre sus manos y no ella frente a mis ojos pero la vida sabe porque hace las cosas y talvez no estaba destinada a morir antes peor ahora que me encontraba frente a la persona la que una vez considere la más apreciada en mi vida convertirse en la más despreciable de una manera tan fácil era casi repugnante. Sentí la bilis recorrer mi garganta hasta llegar a mi boca, sentía el estómago revuelto al ver a Alex frente a mí con su rostro ensangrentado, con su mirada observándome fijamente transmitiéndome todo su miedo mientras el brillos de sus ojos se iba a pagando lentamente por los tiros dados por parte de rebeca, los cuales todavía se reproducía en mi mente que aún se encontraba en shock.

No sé cuántos días llevo en este oscuro sótano, sin poder respirar aire puro, sin poder al menos correr lejos de estas cuatro paredes, sin ver el rostro de Alis o al menos el de Hugo, estoy cansada de estar amaradas y amordazada, las cuerdas escosen mi piel y mi boca se siente seca por tener horas sin ingerir líquidos, al menos se había dignado la bruja de rebeca y un enmascarado misterioso a alimentarme y hacer mis necesidades biológicas, aunque ninguno de los dos pronunciaban una palabra solo me contemplaban en silencio como averiguando que pasaba por mi mente aun siendo sincera lo único en lo que pensaba era como escapar de ese miserable lugar, no sabía porque aún no me hacían nada, pedían recompensa o alguna cosa así con el fin liberarme o ya terminar con mi vida, no sabía que esperaban de mi o que era lo que pretendía hacer conmigo pero prefería no averiguarlo y mejor centrarme en cómo salir de ese lugar.

Mis cavilaciones se vieron interrumpidas por el estruendo rechinante de la puerta al abrirse, dejando a la vista dos figuras acercándose a donde me encontraba, Rebeca arrastraba a la chica como si fuera un bulto de papa sentándolo frente de mí en una silla metálica, ella llevaba una bolsa en su cabeza piernas y manos atadas, no se movía ni siquiera luchaba por escapar parecía que le habían suministrado un sedante para que no luchara, Rebeca termino de amararla a la silla luego se levantó pasando una manos por su cabellera rojiza con una sonrisa retorcida en su rostro retiro la bolsa del rostro de la chica dejándome en estado de shock instantáneo, el aire no llegaba a mis pulmones por la impresión y mi boca se secó de inmediato dejándome en un limbo de pensamientos.

La palabra aterrorizada no entraría en el ángulo de la vida que llevo en este momento, todo se tambaleaba daba vuelta a mi alrededor al observar a Alis frente a mí era como irreal, ella se veía tan vulnerable, tan cansada y triste que me partía el corazón el solo verla en su estado de inconciencia. La ira se cávala en mis huesos hasta llegar a mis venas haciéndolas hervir como las lavas del infierno, me retuerzo con furia sin importarme que el agarre de la silla escosa mis manos, lo único que quiero es arrancarle esa cabellera rojilla de su cabeza y arañar su hermoso rostro hasta dejarla irreconocible, gruño como un animal enjaulando exigiendo ser liberado.

-- tranquila fiera --- dice rebeca con una estúpida sonrisa en su rostro – nunca te vi tan enojada como ahora, sí que das miedo.... uhhhh-- se mofa con una expresión de temor inexistente en su rostro, un gruñido sale de mi labios con la mordaz en mi boca sin poder responderle como se debe – pensé que me querías – proclama haciendo un puchero con sus labios – pero al final me dejaste botada por esta zorra – lanza veneno en sus palabras antes de agarrar el cabello de la inconsciente Alis moviendo su rostro de forma burlona hasta volverlo a soltar.

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