SOLO MIA

Capítulo 19 Felicidad momentánea

Alis

Me encontraba en un callejón sin salida corriendo desesperada porque alguien me seguía los pasos, al ver que no podía escarpar decido enfrentar a mi opresor al ver su rostro me quedo estática de la impresión, tenía la cara hinchada y desfigurada, sus ojos estaba inyectado en sangre, por su nariz salía gotas de sangre que empaparon el suelo en un segundo, se veía claramente como su cerebro sobresalía por la abertura en su cabeza, con pasos cortos encobrado por el dolor se acercaba lentamente acorralándome contra el callejón.

-- ALIS... ALIS.... —gritaba mi nombre con todo el veneno que brotaba de la palabras— se feliz Alis ahora que puedes por que la felicidad no te durara mucho tiempo, sabes bien que Engelle es mía, solo mía, me pertenece y pronto la reclamare—enfatizo con una carcajada ronca y aterradora mientras me tomaba del cuello para estrellarme contra la pared y sostenerme en el aire, la respiración se me hiso dificultosa, el oxígeno no llegaba a mis pulmones, trate de zafarme de su agarre pero era imposible, mi vista se empezó a nublarse y todo mi cuerpo tiembla por la necesidad de oxígeno, él acerco su rostro al mío pasando la lengua por mis mejillas limpiando la lagrimas desbordando mis ojos, acercándose a mi oído para susúrrame – pronto iré por ti—sentención llenando mi cuerpo de temor.

Me levanto de un solo grito desesperada por recuperar el oxígeno perdido, siento unos brazo rodearme en cuerpo acunado mi rostro en su pecho y cuando esto sucede sé que todo ha sido producto de mi imaginación y que Engelle está a mi lado, todo mi cuerpo tiembla por ocurrido en mis sueños, pero todo parecía tan real que aun siento su aliento en rostro, lloro desesperadamente tratando de alejar todo eso pensamiento negativos de mi mente pero no puedo.

A pasado un mes desde la partida de Erick y todavía su fantasma no me deja vivir en paz, aún tengo pesadilla de lo acontecido anteriormente mis demonios no dejaban descansar mi mente y me atormentan renuente a irse, el sentimiento de culpa me carcomía cada mañana al despertar pero había alguien que apaciguaba mi dolor, Engelle siempre estaba allí para brindarme su apoyo en cualquier situación, ahora vivíamos juntas y nuestra relación cada día se fortalecía cada vez más, así como mis sentimientos por ella se encontraban en aumento era como la única luz en la oscuridad nada podía alejarme de ella y yo sabía que su corazón me pertenecía completamente igual que el mío. Era como tener todo y nada al mismo tiempo, sentirte llena con una alergia inmensa y a la vez una tristeza profunda carcomiéndome el corazón. Era sentimientos contradictorios albergándome en mi interior, por un lado nada me hacía más feliz que Engelle y por otro aún estaba las secuelas que había dejado Erick carcomiendo todo mi ser, tenía todo lo que podía pedir pero al final nada llenaba este vacío que sentía por dentro, esa culpa desgastándome nunca me dejaría en paz.

Los días transcurrieron como con una normalidad apacible demasiado acogedora, la noticia de la desaparición de Erick fue como el viento de helado de otoño dejando las hojas regadas por el suelo pero al final el viento daba cabida a un sol deslumbrante combinado con las hojas doradas de la estación presente. Todo el barrullo de su desaparición fue dispersando al transcurrir de los días, con el tiempo ya nadie recordaba el que un día fue el heredero del imperio Johnston era como solo una sombra de lo que fue. Aunque el expediente de la investigación aún seguía activo, para la mayoría de las personas eh incluso mi suegro se resignaron a la pérdida de Erick Johnston, no fue nada fácil para él la noticia de su desaparecimiento fue tal impacto de su partida que decidió viajar lejos de parís para no recordar el lugar culpable de la desaparición de su hijo, dejándome a mí a cargo de todas las propiedades de la familia.

A la siguiente semana de la desaparición todas las empresas correspondiente a la familia Johnston empezaron a laborar normalmente como si nada hubiera pasado, cada persona tomaba con normalidad sus labores de trabajo sin emitir un comentario sobre lo ocurrido.