¿Misión?

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El día había comenzado particularmente emocionante para la castaña. Después de haber descubierto que no se trataba de un sueño, sino que era la realidad. Había estado gritando y llorando de la emoción por más de treinta minutos. Agradecía infinita mente a Stan Lee y se burlaba de todas las fans existentes en su universo. Como cualquier adolescente de su edad.
La angustia llegó minutos después de vestirse. Obligándola a parar de gritar, para mirar a un punto fijo en la habitación; ¿Cómo era posible que ella se encontrara ahí? ¿Por qué ella y con que propósito? Preguntas simples, pero con una respuesta tremendamente complicada.

Lentamente cayó en el abismo que el fanatismo le ofrecía. Recordar todas aquellas escenas con su pelinegro favorito le recobraron la emoción. Tendría que haber alguna manera de llegar a tener un mínimo contacto con el. No sabía cómo, pero lo conseguiría, sí señor.

La puerta se deslizó a la izquierda sigilosamente y una mano entró, dejó una charola y desapareció. Eclipse la miró confundida. Estaba consiente de que se encontraba en la aeronave de la agencia. Por lo que nunca imaginó que le llevarían el desayuno hasta su habitación. Sí es que se le podía llamar así.
Sin tomarle mucha importancia. Porque, realmente, no lo haría, era desayuno gratis en la habitación. Comenzaba a creer que era una especia de invitada especial o algo por el estilo. Mientras se llevaba la comida a la boca metió la mano a su bolsillo y sacó su celular. Timbró tres veces y la mandó buzón. Volvió a intentarlo, pero el resultado fue el mismo. Imaginó que su tía debería estar ocupada en asuntos del trabajo o cosas así, así que se decidió por dejarme un mensaje de voz.

—Hola tía Elena. Espero que estés bien. Solo quiero decirte que no te preocupes por mi, ¿esta bien? Estoy perfectamente bien. Te quiero, adiós.

Suspiró y dio el último bocado de su desayuno. Se deshizo de la charola dejándola sobre la cama y le dio una última mirada al celular. No tenía ninguna llamada perdida de ella. Seguramente ni siquiera habría notado que se había ido. Hizo una mueca. Le dolía saber que no era una chica especial como lo eran las demás, y que probablemente nunca tendría a alguien que se preocupara por ella que no fuera su tía.

La puerta se volvió a deslizar, informando a la castaña de que alguien había llegado. Guardo su celular en su bolsillo y observó cómo la espía rusa entraba a su habitación.

—Buenos días pequeña chica—Saludo en un tono seco, neutral. La chica no se dejó inmutar por el comportamiento frío de Natasha y le sonrió.

—Buenos días Natasha.

—Ven conmigo—La chica asintió sin entender. Tomó su mochila y salió a tan rápido como sus piernas se lo permitían. Caminaban por pasillos que parecían ser interminables. Dando vuelta justamente antes de terminarlos, provocando que terminara con un dolor de cabeza terrible al tratar de memorizarlos. Una caminata de fácil, más de quince minutos. La cual se había complicado ya que tenían que caminar a un paso muy lento debido a que la castaña no podía forzar sus piernas.

—Aquí es—Se detuvieron frente a una puerta de metal. Dos agentes la custodiaban cargando grandes Armas en sus manos. Eclipse trago saliva y la miró preocupada—. Fury está dentro. Tiene algo que decirte.

—¿Tengo que pasar allí yo... sola?—Podría estar en su universo. Podría estar más emocionada que una cría por navidad. Pero los mexicanos tienen algo. Algo que les hace saber cuando correr y cuando no. Este era un caso en el que su mente pedía a gritos salir corriendo.

—Tranquila, ya todo el equipo sabe para que te necesita. No es nada malo, y te aseguro que será una noticia que te pondrá muy feliz—La pelirroja dio una media sonrisa que logró tranquilizarla. Si la espía sonreía era por algo bueno. Se armó de valor y le asintió. Las puertas se abrieron y ella pasó dentro.

Tragó saliva que bien llegó a pensar que era sólida debido al nerviosismo. Las puertas de cerraron detrás de ella con un gran estruendo. Pegó un salto asustada. Las miró por unos segundos y regresó su mirada al frente. Una gran oficina de encontraba ante ella. Llena de papeles, estantes y cosas normales que puedes encontrar en una oficina normal y corriente. Pero con la diferencia de que el mismísimo director de Shield se encontraba sentado en el escritorio de cristal.

—Eclipse, toma asiento por favor—La chica se preguntó cómo se dio cuenta de su presencia, si hasta ahora no había despegado su mirada de la carpeta que sostenía en sus manos.

—¿Por qué estoy aquí?—Tomó asiento lentamente en la única silla disponible—Natasha dijo que ya todos sabían.

—Se lo comenté a todos hace unos momentos. No pareció agradarles... pero eso no tiene importancia—Hizo un ademán restándole importancia—. Dijiste que no nos darías información sobre lo que sucederá. Sin embargo, eso no significa que no nos puedas ayudar con algo.

—Disculpe, pero no comprendo—Eclipse soltó una risita. Desde que había entrado a la habitación no había parado de sonreír. Estaba tan feliz en esos momentos.

—¿Te gustaría ser parte de Shield, Eclipse?

—¿Qué si me gustaría? ¡Me encantaría!

—Pues bienvenida—Nick estiró su mano y ambos la estrecharon. Sus ojos destellaban. Emocionado por la noticia—¿Lista para tu primera misión?

La chica se mordió el labio evitando soltar un chillido. Sus ojos destellaban con emoción acumulada. Estar en su universo ya era un privilegio, ¿Pero ser parte de la agencia? Eso ya era estar en el maldito cielo. Estaban por darle su primera misión. No tenía ni la menor idea de que sería. Seguramente algo simple para una chica de dieciséis años. No le importaría que fuese. Bien podrían darle la misión de barrer la oficina de Nick y ella estaría mas que dispuesta a hacerlo.
Nick habló. Pronunció las palabras lentamente, como si quisiera dejarlo en claro paro no repetirlo dos veces. Oh, y no tuvo que hacerlo. Por dios que no. Ni siquiera Eclipse se esperaba lo que el moreno le dijo.

—Tú primera misión será hablar con el prisionero, Loki.

Y su mundo se vino abajo.

El universo alternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora